35- Diferente

148 16 3
                                    


Ya habían pasado siete días y nuestra existencia se volvía cada vez más monótona. No entendía como Gonzalo había aguantado un mes si perder la razón.

Cuando llego el octavo día, fue diferente.

El guardia entro como lo hacía todo los días, pero no trajo, sino que más bien se llevo algo, o mejor dicho a alguien.

Bruno.

Cuando le pregunte la razón, el guardia se limito a encogerse de hombros y decir que el jefe, es decir “Titán”, lo solicitaba.

Trate de convencerlo de forma civilizada, pero al ver que no cedía, recurrí a la violencia, hasta que los brazos de Gonzalo me tomaron de la cintura y me obligaron a separarme, mientras que yo no paraba de gritar y forcejear para que me liberara. Bruno miro a Gonzalo con una expresión seria, pero luego asintió como dándole las gracias y dejo que el guardia se lo llevara sin oponer resistencia.

Cuando se escucho el sonido del picaporte cerrándose, Gonzalo me soltó.

Lo primero que hice cuando me sentí “libre”, fue darme la vuelta y marcarle la mejilla con una bofetada.

-¡¿Por qué no hiciste nada para ayudarlo?!-mi voz destilaba una furia gigantesca, pero él se limito a mirarme sin expresión alguna en el rostro.

-¿Acaso crees que me arriesgaría a que alguno de los dos recibiera una golpiza por intentar ayudar a alguien que no tenia salvación?, las ordenes ya estaban dadas y nada iba a detenerlos- su respuesta desinteresada hiso que mi furia aumentara.

Levante mi mano para volver a descargar mi enojo contra su mejilla, pero el adivino mi intención y sujetó mi muñeca antes de que la disparara, levante la otra para lograr mi cometido, pero el repitió su acción, logrando dejarme inmovilizada.

Forcejee intentando liberarme de su agarre, pero Gonzalo era más fuerte y me termine dando por vencida. Me deje caer sobre mis rodillas y baje la cabeza para empezar a llorar.

Se me venían a la mente todos los posibles castigos que podía estar recibiendo Bruno y más lágrimas corrían por mis mejillas, para caer al suelo.

Estaba teniendo una especie de crisis.

No solo lloraba por Bruno, sino que también por los ocho días que llevaba en este lugar, por la desesperación que dominaría a mis padres en este momento, por ser tan terca y no haber escuchado a Megan. Lloraba de impotencia, de rabia, de tristeza, de dolor….lloraba por todo lo que no había llorado días atrás.

Gonzalo soltó mis manos con delicadeza y unos brazos cálidos me rodearon

-Lo siento- su respiración chocaba contra mi cuello y seguramente si la situación hubiese sido otra, me habría resultado placentero, pero este no era el caso.

-Lo abandonaste- escupí con odio, aunque no me separe, solo me mantuve inmóvil, con los brazos a los costados, resistiendo las ganas de corresponderle el abrazo.

Una de sus manos se aparto de mi espalda e inmediatamente sentí un escalofrió en el lugar vacio, pero se calmo cuando sentí sus dedos acariciando mi cabello.

De pequeña, una noche me desperté gritando por alguna pesadilla que había tenido mientras dormía, en ese momento Thomas entro corriendo y se quedo a mi lado, mientras me cantaba una canción y acariciaba mi cabello, hasta que me volví a quedar dormida.

El recuerdo hiso que la melancolía me volviera a atacar y los ojos me empezaran a gotear cada vez más. Al notar mi nuevo arranque, Gonzalo me ajusto más contra su pecho.

-Shhh, tranquila, lo hice porque no quería que nada te pasara, no lo soportaría- dijo Gonzalo respondiendo a mi acusación -Si llegabas a insistir un segundo mas, ahora no estarías acá. El guardia te estaba asesinando con la mirada y su paciencia ya había llegado al límite- aunque aun lloraba desconsoladamente, preste atención a cada una de sus palabras.

Me sorprendió no haber notado el fastidio del guardia, al parecer el enojo me había cegado.

-Cuando note su impaciencia, supe que estabas en peligro de ser la segunda solicitada, así que sin importar que me golpearas, supe que era momento de sacarte de esa situación y solo por si no lo notaste, Bruno me lo agradeció con la mirada- lo último lo había dicho con cierto desprecio, pero no pude pasar por alto todo lo que había dicho con anterioridad.

-Gonzalo- cuando escuchó su nombre, se separo de mí, para mirarme con algo de cautela -No deberías preocuparte tanto por mí-

-Pero lo hago-

-No, ya deja de hacerlo, al igual que lo voy a dejar de hacer yo por ustedes- mis palabras parecieron tomarlo por sorpresa, porque no replicó nada -Estamos en un lugar donde, aunque suene egoísta, nosotros mismos nos debemos poner por delante de todos los demás, ser cortés o valeroso solo te sirve para problemas- mis propias palabras me recordaron al primer día en este lugar -No vale la pena. Hace unos minutos podría haber sido otra la situación, tranquilamente me podían haber arrastrado con Bruno y entonces ¿Qué hubieras hecho tu?-

-No lo hubiese permitido- respondió sin ni siquiera pensarlo

-Exacto, habrías hecho que te arrastraran junto a nosotros ¿Y para qué? solo “por tratar de ayudar a alguien que no tenia salvación”- repetí sus palabras -Lo acabo de comprender, Gonzalo, se que podía haber sido tarde, pero lo hice, en cambio tu -clavé mi dedo índice en su pecho -Ni siquiera estabas siguiendo tu propio concejo ¿te das cuenta, no?- inmediatamente me levante, separándome de él.

-Es diferente-dijo aun de rodillas, mientras yo caminaba hasta la ventana

-¿Por qué es diferente?- pregunte mientras miraba el exterior desolado, que era iluminado por el sol matutino

-Es diferente- repitió a mis espaldas

-No lo es- contradije sin separar la vista del horizonte lejano

-Sí que lo es, porque tú…- sus palabras quedaron en el aire

-¿Yo qué?- pregunte cuando encontré la dirección de sus palabras -¿Necesito tu ayuda porque soy mujer? Te aseguro que eso no me hace menos ¿Porque debo cumplir el papel de damisela en apuro? Yo no me veo ninguna corona ¿Por qué soy débil? Te aseguro que…-

-¡Me gustas, Brenda! No pudo estar un segundo sin pensar en ti. Desde el día que cruzaste esa puerta, me pusiste todo de cabeza- su confesión hiso que todo se detuviera -Nunca creí en el amor a primera vista, soy de las personas que primero preferían una amistad y que las cosas se den con el tiempo, pero con tu aparición hiciste que todos mis esquemas se destruyeran. Lograste que con solo posar mi vista en esos ojos café, ya no necesitara a nadie más; que me sintiera en el cielo, aunque todo a nuestro alrededor se estuviese cayendo a pedazos y cuando me hablaste por primera vez ¡Dios!, hasta tu carácter fuerte me había enamorado. Tu intento de repartir felicidad, aunque estemos en un lugar así, tu forma de ver las cosas, tú todo. Eso es lo que te hace diferente, eso y mucho mas. Me odiaría si algo malo te pasara mientras yo pudiera haberlo evitado, y si por algún motivo yo no puedo hacer nada, no me molestaría en lo absoluto hacer que me condenaran a mí también con tal de que no te sintieras sola. Porque en eso se basa el amor, sacrificar tu felicidad por la otra persona-

Podía sentir su respiración chocando contra mi nuca, pero no me atrevía a enfrentarlo.

Era como si el mundo se hubiese detenido con solo un par de palabras que lograron hacer estragos en mí.

Mi locura, tu salvación|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora