Las alumnas da mi madre

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El chico, desliza los dedos de la mano derecha, por el mango de su arma, notando que a pesar de los años, está arma no había sufrido daño alguno, si no que parecía recién sacada de la forja.

Pequeños pinchazos recorren la mano del chico, lo que le obliga a hacer algún que otro gesto de molestia, que no pasa desapercibido para su maestra, la cual mira al genin con ojos analíticos, viendo cada uno de los fallos en su postura de kenjutsu, y si sujeta bien el arma o no.

Yugao (pensando):este chico es muy interesante. La mano derecha le debe de estar doliendo, incluso puede que esté sangrando, y eso se refleja en los gestos de su rostro. Pero a pesar de todo eso, sigue entrenando y sin soltar ni una queja. Se nota que es hijo de Kushina-sensei y Yondaime-sama. No puedo tener mejor alumno, pero debe dejar de practicar esa técnica si no quiere perder la mano.

El Jinchuriki del Kyubi, clava la punta de la hoja en el suelo, dejando totalmente vertical, desafiando a la gravedad.

Se quita el sudor con el dorso de la mano izquierda, mientras abre y cierra la mano derecha, sintiendo pequeños tirones y calambres en esta, produciendo muecas de dolor.

Naruto (pensando):llevo un mes con esa técnica, y aún no puedo evitar que me dañe. Sé que Kurama podría curarme a la perfección, pero no quiero abusar de el, al menos hasta que haya recuperado todo su chakra.

Yugao se acerca al genin, que permanece quiero, y le mueve ligeramente.

Yugao:Naru, ¿no crees que deberías dejar de practicar esa técnica? Me he fijado que sigues haciendo gestos de molestia, y eso no es bueno. Deja descansar la mano, al menos hasta la tercera parte del examen.

El rubio se quita el guante, dejando a la vista una mano llena de heridas y pequeñas marcas causadas por la concentración de chakra en esta.

Naruto:mmm la verdad es que llevas razón Yugao-chan–cierra la mano con delicadeza, lo que hace que en su rostro aparezca otro gesto de dolor, haciéndolo sonreír–. Aahh, esta claro que me estoy haciendo daño a mi mismo si sigo así.

Yugao guarda su katana en la funda de su espalda, y sonríe. Desde que había comenzado a entrenar al joven, se había encariñado con el muchacho, a pesar de que solo llevaba tres días a su cargo. Ahora ya casi no se separaba de él salvo para ver a su novio, el otro encargado del entrenamiento en kenjutsu del chico. Aunque de todas maneras, el Hokage la había ordenado proteger y cuidar al chico todo el tiempo posible, lo que se le hacía difícil hasta que el mismo rubio le preparo un cuarto para que pudiera dormir en su casa si era necesario, lo que sorprendió a la pelimorada.

Yugao:pues ya sabes, Naru. Descansa esa mano–acaricia ligeramente la cabeza del chico y sonrie–. Te estás esforzando mucho, ¿por qué?

Naruto guarda el arma en su funda correspondiente, y vuelve a ponerse el guante mientras se levanta.

Naruto:lo hago para que me puedan reconocer, Yugao-chan. La gente siempre se postra de rodillas ante el teme, mientras que a mi me miran como si fuera una basura que no vale nada–los ojos del chico se vuelven oscuros, tristes–. Pero eso me da igual, porque pienso demostrar a todo aquel que me ha llamado dobe, inútil y perdedor, que yo soy mejor que aquel a quien creen un dios.

Pequeñas llamas empiezan a aparecer en la mano derecha del chico, lo que tensa a la chica, que se separa un poco del genin.

Yugao:no debería haber preguntado.

Naruto cierra la mano, formando un puño y suelta un gran suspiro.

Las llamas se apagan.

Naruto:no te preocupes, Yugao-chan. Solo me duele un poco, y es frustrante no poder eliminar ese dolor. Pero sé que algún día, conseguiré arrancar esa oscuridad que he guardado en mi corazón por años.

Uzumaki Naruto: El Jinchuriki PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora