31

129 12 0
                                    

Observaba a Dave que seguía durmiendo, su rostro se veía tan lindo lejos de preocupaciones.

Lass chicas aún no despertaban, durmieron con sus chicos querían darme espacio para cuando despertara Dave pero veo que no lo ha hecho.

Saco una muda de mi maleta y me doy una corta ducha, al terminar me visto. Veo como Dave duerme tranquilamente, su rostro sereno calmado, me hace feliz tenerlo ya a mi lado solo necesito confirmar que el está bien. El sonido de la puerta me obliga a despegar mi vista de el.

Abrí la puerta encontrándome con las chicas y chicos. En sus manos traían una bandeja llena de comida. Abrí la puerta dejándolos pasar.

—Necesitas comer—ordeno Dimitri.

Le doy un pequeño beso y asiento.

Empezamos a comer, estaba desanimada a si que estuve callada, de reojo veía a Dave que no despertaba. Solo veía como su pecho subía y bajaba lentamente.

Al terminar de comer, encontré en el baño un botiquín de primeros auxilios, me senté a lado de Dave. Remoje un poco de algodón en alcohol y lo pase por cada una de sus lastimadas desinfectándolas. Quién sabe cuánto tiempo debió   estar inconsciente y encerrado en ese cuarto lleno de suciedad. Al terminar sostengo su mano apretándola.

—Despierta Dave, te necesito a mi lado—una lagrima resbala por mi mejilla.

—Pronto lo hará solo hay que esperar—me abrazo Dimitri.

(.............)


Esto no puede estar pasando, agarro con fuerza mi cabello tratando de calmarme dos malditos días y el todavía no despierta. Me estoy comenzando a preocupar por el. Necesito que habrá sus ojos y ver que se encuentra bien.


—Cuando va a despertar—exclamé desesperada.

—La dosis de droga que lo obligaron a ingerir fue mucha, ya debe de despertar—dice Iñaki.

Logramos averiguar qué fue lo que ingirió que lo hizo dormir demasiado. Sáhara investigo que tal vez fue una sustancia muy peligrosa, si él hubiese ingerido más tal vez no hubiese resistido. Tan solo pensar en eso mi corazón empieza a palpitar fuerte de preocupación.

—Maldita sea—grite enojada.

—Debes tranquilizarte Dali—habla Irina.

POV DAVE.

Siento como mi cabeza duele como los míl demonios, lo último que recuerdo fue ver cómo Margareth y Fabián me obligaron a beber una sustancia muy rara, sentí como mi cuerpo perdió equilibrio, sentí mi cuerpo paralizarse, después mis párpados me empezaron a pesar, no aguante más cerré mis ojos cayendo en un profundo sueño.

Desde que llegue a su maldita casa mi vida a sido un infierno, me separaron de lo único que tenía. Pase tiempo tratando escapar pero cada acción tenía un castigo no uno pequeño si no uno realmente doloroso, deje de intentarlo al cumplir mis 13 años, al solo escuchar como me amenazaron con lo que más quería. 

Abrí mis ojos, los cierro al instante por la fuerte luz que me daba. Los vuelvo abrir acostumbrándome a la luz.

—Como maldita sea quieres que este tranquila, mi hermano se encuentra dormido y no sé si va a despertar, lo eh estado buscando desde que me entere que tengo un hermano, solo quiero que despierte, me duele bastante verlo y darme cuenta que no abre sus ojos, quiero que los habrá y me de a entender que el está bien, lo necesito a mi lado, necesito recuperar el tiempo que no estuvimos juntos, de solo ver a esa maldita pareja y ver que el ha sufrido desde pequeño me rompe en dos, yo solo quiero decirle lo mucho que lo quiero, decirle lo mucho que me importa, que me perdone por no haberlo buscado desde hace tiempo, ¡QUE ME PERDONE!—oigo una voz dulce que poco a poco se va apagando.

Busco con la mirada la voz. Veo a una chica con miles de lagrimas en sus ojos, desmoronada en el piso. Veo un chavo fornido que la abraza, al separarse de ella. No puedo creer lo que estoy viendo, como olvidarla, su hermosa cabellera rojiza, su piel tan palida,  mi Dalia, mi pequeña hermana. Veo que ya cambio está más grande. Su rostro sigue siendo bonito a pesar de sus lágrimas. Sus ojos igual que los de mi padre, su cabello rojizo que la hace única. Como el de mi madre.

—Dalia—habló con pocas fuerzas.

5 pares de ojos me ven sorprendidos, Mi Dalia corre hacia a mí y me abraza fuertemente, sus sollozos suenan cada vez más.

—Perdóname por no haberte buscado antes—susurra.

—Tranquila mi Dalia, estoy bien y más al verte después de tanto tiempo–susurró.

Se aleja de mí y agarra mi rostro.

—Estoy tan feliz de tenerte a mi lado de nuevo—seca sus lágrimas y sonríe

—Y no volveré a sepárame de ti—acaricio su rostro.

Me vuelve abrazar pero esta vez siento como su cuerpo de debilita.

—Dalia, Dalia,Dalia—la removí desesperado pero no despierta.

Un chico la separa de mi.

—Se desmayo, ha tenido muchas emociones en estos días, será mejor que te des una ducha y cuando Dali despierte aclararemos cada una de tus dudas—me dijo una rubia.

—Ahí hay una muda de ropa—me apunto el tocador.

Todos salieron de la habitación incluyendo a Dalia. Entre al baño, me metí en la tina dejando que el agua tibia pasara por mi cuerpo. Me sentí tranquilo completo al tener a Dalia cerca de mi de nuevo. Al terminar salgo de la tina, seco mi cuerpo con una toalla que se encontraba colgada, me pongo la muda de ropa y salgo del baño.

Por la puerta entra una pelinegra con una bandeja de comida. La deja encima de la cama.

—Ella despertara mañana, está muy debilitada, desde que te encontró no ha querido comer, no se ha despegado de tu lado, además hizo un hechizo muy fuerte y peleo contra las personas que te tenían—me informó.

—Todo eso hizo por mí—pregunte.

—Si desde que se enteró que tenía un hermano dedico todo su tiempo a buscarte–comento—ahora necesitas comer y descansar para recuperar fuerzas–aclaró.

Asentí. Salió de la habitación.

Me sorprendí al escuchar las palabras de la pelinegra. Sabia que mi Dalia es muy valiente, siempre lo ha sido.

Cené la comida que trajo la pelinegra y después me acosté a dormir. Todavía me siento con pocas fuerzas.

Híbrida Where stories live. Discover now