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Pov Dimitri

Observaba las gotas de lluvia que caían sobre la ventana,era lo único que alumbraba sobre mi habitación lo demás se encontraba oscuro al igual que yo, estaba muerto por dentro, no tengo sentimientos hacia nadie.

Ya han pasado 300 años sin encontrar a mi mate, soy un Alpha y necesito tener a una compañera para toda la vida, al inicio pensé que con el tiempo la encontraría pero los días, meses, años pasaban y me comencé a desesperar, viaje a muchas partes del mundo sólo para encontrarla y tenerla a mi lado, pero nunca la encontré, la amargura de no tenerla me consumió, me convertí en una persona cruel y despiadado, no me interesan los demás con que mi manada se encuentre estable, no me interesa a quien he matado en toda mi vida, todo lo hago para cuidar mis territorios de cualquier criatura.

Ya había pasado dos días que llegue de mi viaje para buscarla pero no salió como yo pensaba era el último país que visitaba y no la encontré, regrese de mal humor que nadie se atrevía acercarse a mi, solamente mi hermano, jamás le haría daño a el.

Me levanto de la cama, me doy una ducha al salir como siempre me pongo mi traje completamente negro, al terminar de vestirme bajo las escaleras y me adentro a mi despacho.

-     Buenos días hermano—saluda alegre Iñaki.

-     Buenos—contesto serio—manda a llamar a Braulio—ordenó.

Braulio era mi Beta el obedecía las órdenes que yo daba sin poner peros.

-     Me mando a llamar alpha—me encuentro a Braulio frente a mi.

-     Si, quiero que todo aquel que habite en el bosque sea desterrado no quiero a nadie viviendo por acá. ordene. 

-     Si alpha—contesta.

-     El que se resista ya sabes que hacer—ordeno frío.

Sin más se retira de mi despacho.

Otra vez solo, estoy arto de esta vida que llevo sin compañía de nadie.

Pov Dalia

-     ¡AAAHHHHH!—grite

-     Baja la voz— me regaña Irina.

-     Cómo fue—pregunte.

-     Excitante, demasiado rico—susurra.

-     No puedo creerlo, maldita perra caliente—me burlo.

-     Fue algo inolvidable, fue atento no me obligó a nada, al inicio no te lo puedo negar tenía tanto miedo, pero después lo cabalgaba con muchas ganas que no te imaginarás—dice.

-      Si que eres una perra caliente—le guiñó un ojo.

Aquí me encontraba en la cafetería con Irina hablado sobre cómo fue su primera vez con mi hermano, ya se me hacía raro que el día de ayer mi hermano haya salido y haya regresado muy tarde con una gran sonrisa plantada en sus labios.

-     Vamos las clases están por comenzar de nuevo—informa.

Caminamos por los pasillos hasta llegar a la clase, nos sentamos hasta lo último, platicamos un rato hasta que llegó el profesor.

Aquí estaba afuera de la escuela esperando a Eathen, al vernos camino hacia nosotras hasta que llegó, me despedí de Irina y empece a caminar dos minutos después venía a mi lado Eathen caminamos hasta llegar a casa, pero había algo raro la casa se encontraba entre abierta, Eathen presentía algo malo y corrió a casa yo lo seguí.

Al entrar mis ojos se aguaron al ver la escena, corrí hacia ellos, Eathen trato de agarrarme pero no se de donde saque tanta fuerza, logre esquivarlo, me arrodillé antes mis padres, se encontraban tirados en el piso con charco de sangre  a su alrededor, sus ojos se encontraban cerrados, su pecho ya no subía no bajaba, no tenían pulso, me los mataron, me los arrebataron.

-      ¡NOOOOOOO!—grite con todas mis fuerzas, estaba hecha un mar de lagrimas.

-     Váyanse y no terminarán como sus padres—volteo a ver con mi mirada llena de odio a los 5 hombres lobo que se encontraban frente a mi.

-     ¡NO NOS IREMOS!—grite con todas mis fuerzas.

Mi hermano se transformó y se puso frente a mi protegiéndome. 

Los 5 se transformaron y se pusieron en posición de pelea dispuestos a matarnos.

Mi mente estaba bloqueada, no veía lo que estaba sucediendo, yo solo pensaba en mis padres, ahora ellos ya no están conmigo, me los quitaron de mi vida, a ellos les debía mucho, ya no podré verlos nunca más, me siento muerta si ellos ya no soy nada.

Un aullido de dolor me saca de mis pensamientos, mis ojos viajan asta el aullido y veo a mi hermano lastimado, sangre brotaba en una de sus piernas, me arrodille ante el, pude ver tristeza miedo y dolor en sus ojos.

Eso fue lo que más me enfureció, estaba dispuesta a morirme pero no aún todavía me que da mi hermano no dejaré que lo maten, mis manos se hicieron puños y lagrimas saladas seguían deslizándose por mis mejillas, sentí mi cuerpo arder, sentía como si me estuviera quemando por dentro, era un dolor insoportable, tenía miedo pero ya no más.

Efec ardhet—sin saber qué era esas palabras salieron de mis labios.

Tenía frente a mi 5 hombres lobos retorciéndose de dolor en el piso sus aullidos se podían escuchar desde lejos hasta que dejaron de escucharse.

Mi hermano se transformó y me miró sorprendido, lo abracé por miedo me sentía rota, dolida incompleta por dentro.

Cuando creí que todo había acabado, entraron 5 hombres más, miraron a los lobos muertos y luego a nosotros, nos agarraron con mucha fuerza, por más que forcejeé no pude soltarme, recibo dos golpes en mi rostro dejándome mariada.

Nos llevaron arrastrándonos, pasamos por todo el bosque, me sentía muy mareada, débil sin fuerzas, mis ojos cada vez los sentía más pesados.

Pararon en lugar que al parecer era su territorio, pude observar personas que nos miraban a mi hermano y a mi, unos nos miraban con expresión de tristeza y otros impactados. 

Pasamos largos pasillos, abrió una puerta y bajamos un tipo pasadizo, todo estaba oscuro y olía mal, eran celdas las que veía ya tenía una idea de lo que podría ser.

Se llevaron a mi hermano lejos de mi.

-     ¡SUÉLTENME!—grite desesperada temía que le hicieran algo a mi hermano, el era lo único que me quedaba. 

Forcejee muchas veces, hasta que su líder se arto y me golpeó de nuevo, está vez sentí todo pesado, muy débil, lo último que recuerdo fue que me aventaron a una celda, caí al suelo desmayada.

Híbrida Where stories live. Discover now