Odio efímero

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El miedo se apoderó de Yuuri al encontrarse solo en aquella habitación

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El miedo se apoderó de Yuuri al encontrarse solo en aquella habitación. El único mueble que había en aquel enorme cuarto era la silla en la que lo habían atado. Sus manos estaban fuertemente sujetadas a su espalda. Ni siquiera podía moverse un poco para acomodarse debido a que la soga fue atada cruzando varias veces el respaldo. Tras eso, sus captores lo amordazaron y se fueron.

Al menos tres horas habían pasado desde el momento en el que se quedó a solas en esa habitación. Yuuri no podía dejar de pensar en Yurio y en Otabek. Los dos niños habían luchado con todas sus fuerzas para evitar ser separados de él, pero fue imposible, tanto para el pelinegro como para los niños, luchar contra Georgi y sus hombres.

A medida que pasaban las horas, el pelinegro intentaba descifrar el motivo que tenía aquel sicario ruso para odiarlo. Sin importar cuánto lo intentara, no recordaba ni un momento en el que hubiera cruzado palabra alguna con él. Es más, Yuuri estaba seguro de que jamás lo había visto antes.

No importaba cuántas dudas inundaran la mente del japonés en aquel momento, lo único importante para él, era averiguar cómo estaban sus hijos y Phichit. Yuuri rogaba para que su amigo se encontrara aún con vida y en esa misma cabaña.

La puerta emitió un suave sonido al abrirse. El pelinegro giró un poco la cabeza y vio cómo Georgi ingresaba a la habitación con una varilla que, a todas luces, parecía ser una fusta. Yuuri comenzaba a asimilar la horrible situación en la que se encontraba y lo doloroso que podría resultar recibir un golpe de aquel artefacto.

El sicario ruso se acercó calmadamente, dejó caer la fusta a sus pies, y le quitó rudamente la mordaza. Con una sonrisa, Georgi observó cómo el japonés movía suavemente su mandíbula sin dejar de observarlo con terror en los ojos.

—Creo que es hora de que entiendas el motivo tras todo el sufrimiento que padecerás.

El labio inferior de Yuuri tembló ligeramente antes de que este hablara.

—Solo quiero saber qué fue lo que te hice para que me odiaras tanto.

Con ira, el sicario ruso tomó al pelinegro por el cabello, y lo hizo alzar aún más su rostro.

—¡Me quitaste a la mujer que amaba!

El japonés hizo una mueca de dolor por el agarre.

—¿De qué hablas?

—¡Hablo de Mila! —Georgi tiró más fuerte del cabello a Yuuri debido a la rabia que lo consumía—. ¡No tienes idea de cuánto tiempo esperé por ella! ¿Para qué? ¡Para que un imbécil como tú le enamorara!

Las muecas eran imposibles de evitar para el pelinegro, sin embargo, Yuuri no emitió ningún sonido de dolor.

—¿Amabas a Mila?

—¡Sí! ¡La amaba con todo mi ser! —Las mejillas del sicario se humedecieron como consecuencia de aquellas lágrimas que había guardado por años—. El día que supe sobre su misión en Japón, me decidí a confesar mis sentimientos por ella a su regreso. Pero nunca volvió.

Death's Diary (Victuuri) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora