Adiós

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Al finalizar la llamada, Chris no podía con todo lo que Viktor le había dicho

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Al finalizar la llamada, Chris no podía con todo lo que Viktor le había dicho. Con su mano se peinó el cabello hacia atrás, intentando pensar en los siguientes pasos a seguir. Si Yuuri se había enterado de la verdad lo más probable sería que no quisiera tener cerca ni a Viktor ni a él. Era extraño pensar en la posibilidad de no poder estar junto a esa familia nunca más. De alguna forma extraña, le había tomado mucho cariño al japonés, a quien veía como a un cuñado y hermano. Ni hablar de los niños. A esos pequeños los adoraba. Se negaba a alejarse de ellos, y por eso rogaba que Viktor supiera explicarle las cosas a su esposo. También rogaba mentalmente que no mencionara lo de su padre. Si Yuuri llegaba a enterarse que fue Viktor quien acabó con la vida del Sr. Katsuki, era imposible que el pelinegro lo perdonara. Además, muchas verdades eran innecesarias. Yuuri creía que su padre había muerto hace bastantes años atrás. ¿Qué diferencia hacía el hecho de que había estado vivo todos esos años y, en realidad, murió hace poco? Ninguna. Para el japonés la situación seguía igual.

Por si todo eso fuera poco, tanto él como Viktor sabían que no podían dejar solos a Yuuri y a los niños. Ahora que los hombres de Yakov los habían encontrado, sería cuestión de tiempo para que la mansión de Seung-Gil estuviera llena de esos hijos de puta. Pero no podía querer tapar el sol con un dedo y debía ponerse en el peor de los casos. ¿Qué harían si Yuuri les exigía irse? Conociendo al psicópata de su amigo, Viktor querría ir a deshacerse de cualquiera que significara un peligro para la vida de su familia. Esta maldita situación no le gustaba en lo absoluto, porque uno tendría que quedarse como guardia del japonés y los pequeños. Chris sabía que su amigo no querría ese rol. Él querría asegurarse de acabar con la organización con sus propias manos. La pregunta era, ¿cuánto les permitiría acercarse Yuuri?

Al ver que ya habían pasado tres horas en aquel restaurant, el suizo decidió que era hora de que los niños fueran a dormir. Era una suerte que el restaurant tuviera un área de juegos en donde los pequeños se distrajeron sin aburrirse. También agradecía que le hubieran mandado toda la información referente al hotel. Cuando el ruso le contó toda la historia, se aseguró y reservó una suite cercana a la que usaría el pelinegro con sus hijos. Él iba a cuidarlos, con o sin el consentimiento del japonés.

A pesar de haber rezongado al principio, Yurio y Otabek fueron a colocarse sus abrigos y salieron uno a cada lado y agarrados a las manos de Chris. Tres minutos después un taxi paró. Chris había decidido no utilizar el auto. La paranoia lo llevaba a tomar precauciones extremas. No sabía de dónde había sacado la idea de que quizás el auto estuviera siendo rastreado. O en última instancia, Viktor podría necesitar el auto de forma urgente. De una forma u otra, lo mejor era que el auto se quedara junto al ruso.

Una vez que le dijo al conductor, con un pésimo griego, que lo llevara al hotel, Chris pudo sentir un poco más de calma. Los niños estaban distraídos, totalmente ajenos a la calamidad que los rodeaba. Era mejor así. Sin embargo, no tenía idea de cómo explicarles el por qué iban a quedarse en un hotel. Tendría que improvisar.

Death's Diary (Victuuri) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora