Preludio

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La mañana llegó, trayendo consigo el día en el que tendrían que abandonar Las Vegas para viajar al que sería su nuevo hogar en Santorini, Grecia

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La mañana llegó, trayendo consigo el día en el que tendrían que abandonar Las Vegas para viajar al que sería su nuevo hogar en Santorini, Grecia. Si bien ni Yuuri ni los niños sabían aún ese detalle, Viktor y Chris estaban conscientes de que, de alguna forma u otra, tendrían que retenerlos allí. Al menos hasta que el peligro pasara, más aún ahora que el matrimonio estaba formalizado con su nombre real; Yakov no tardaría en averiguarlo. Por suerte, aún contaban con unas cuantas horas de ventaja.

Viktor fue el primero en despertar y agradeció al cielo por eso, ya que ver a su esposo durmiendo plácidamente, con el cabello alborotado y las mejillas aún sonrojadas por la noche anterior, hicieron que el ruso se sintiera bendecido. ¡Qué forma tan maravillosa de iniciar el día! Es decir, ¿qué mejor que el ver a un precioso ángel durmiendo a su lado?

Si algo tenía claro el ruso era lo afortunado que había sido. El hecho de que Yuuri y los pequeños entraran a su vida había sido un verdadero milagro.

De la forma más suave posible para evitar despertarlo, Viktor abrazó a Yuuri. El japonés se movió acomodándose en sus brazos sin despertar. Siendo honestos, el ruso no quería dejar nunca esa cama. Abrazar a su esposo mientras este dormía, le daba una paz que jamás había conocido antes; era el paraíso mismo. Sin embargo, sabía que ya hora de hacer las maletas. Mientras antes se fueran sería mucho mejor.

―Yuuri, amor, despierta bebé. ―Con un tono bajito y suaves besos en su rostro, Viktor comenzó a despertar a su amado. El pelinegro era de aquellas personas que podían hibernar si se les dejaba; era muy bueno para dormir.

Removiéndose y soltando pequeños quejidos, Yuuri abrió los ojos ligeramente y sonrió al ver a su marido frente a él.

―Buenos días, mi amor.

Sin poder evitar, el ruso se acercó a su japonés y le robó varios besos cortos en los labios.

―¿Cómo amaneció el bello durmiente?

Abrazándolo por los hombros, Yuuri sonrió.

―Pegajoso, adolorido y cansado, pero muy feliz. Y tú eres el responsable de las cuatro.

Viktor no pudo evitar sonreír, especialmente por el último de los cuatro puntos.

―En ese caso, te llevaré en brazos al baño para que podamos entrar al Jacuzzi juntos, pero debemos irnos temprano hoy. El avión saldrá a las once de la mañana. Son casi once horas de vuelo. Además, como hay diez horas de diferencia entre Las Vegas y Santorini, llegaremos allá como a las ocho de mañana.

Yuuri se despertó inmediatamente tras escuchar eso.

―¿A las ocho de la mañana?

―Así es. Si calculamos, deberíamos llegar a las diez de la noche de hoy. Pero la diferencia de hora nos afectará.

Gruñendo, Yuuri se cubrió completamente con la ropa de cama.

―¿No podemos quedarnos aquí? No quiero dejar esta cama. Además, ni siquiera sé qué hora es.

Death's Diary (Victuuri) [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora