CAPÍTULO DOCE

3.8K 519 13
                                    

TAEHYUNG.

Llevo más de mes y medio trabajando en esta hermosa y gigantesca casa, cuidando al único hijo del dueño de la misma.

Después de mi tercer día de trabajo comencé a asistir a la universidad -gracias al adelanto que recibí por parte del señor Jung, a quien aún no conocía en persona- puesto que las clases comenzaban ese día pero siempre al terminar la última hora, prácticamente corría a la casa de Hoseok sin importar nada, e incluso cuando MinJae por fin me llamaba para salir, lo rechazaba, poniendo como excusa que me encontraba muy ocupado haciendo tareas y trabajando, en otras circunstancias hubiera corrido a donde me dijera, pero esta vez había algo diferente, me sentía mal por mentir pero no podía evitarlo, ver a Hoseok me alegraba mucho.

Justo en este instante me encuentro de camino a su casa, mis clases han terminado y siento una enorme necesidad de verlo.

Escucho mi teléfono vibrar y me detengo un momento para ver quién es, al ver de quien se trata mi sonrisa se expande por todo mi rostro y rápidamente atiendo la llamada.

— ¡Hoseok! — grito sin poder ocultar mi emoción.

— ¿Qué te he dicho sobre gritar? — no puedo verlo pero estoy totalmente seguro que esta haciendo una mueca de molestia.

— Lo siento — suelto una risilla — yo también te he dicho que no puedo evitarlo — escucho su encantadora risa del otro lado de la línea.

— Entonces también lo siento niño ¿En dónde estas?

Miré a mi alrededor, con el teléfono aún pegado a mi oreja, e inmediatamente mi vista se posa en la pastelería a la que Hoseok y yo fuimos a comer hace tres días.

— Cerca de la pastelería donde tiré accidentalmente el pastel de ese niño gordito y gritón.

— No sé si el niño era de complexión ancha ó delgada, sólo sé que por tu culpa nos prohibieron volver.

— Eso es mentira, sólo nos dijeron que no regresemos temporalmente.

Un bufido sale de sus perfectos labios.

— El padre del niño se encargó de hacer que nos sacaran fotos y de pegarlas en la entrada del lugar, para no dejarnos pasar en cuanto nos vieran.

— ¿Cómo sabes que están pegadas ahí?

— Las órdenes del señor se escuchaban por todo el establecimiento — respondió con simpleza.

A lo que yo formo una "O" con mi boca, al recordar que efectivamente eso sucedió.

— Quedaté ahí y por favor no hagas cosas que te perjudiquen, en unos minutos estaré contigo — sin dejarme decir algo, cuelga.

Guardo mi celular en mi mochila y me dirijo a una banca que esta situada al lado mío, la cual queda justamente de frente a la pastelería, de lejos puedo ver al dueño de la misma observándome con su ceño fruncido y una cara de pocos amigos, creo que me reconoció, Sonreí nervioso, moviendo mi mano de un lado a otro, saludando, tratando de ser amable pero el dueño se acerca a la puerta y noto que la foto de Hoseok y mía sigue pegada ahí, la señala con su dedo pasando su otra mano a la mitad de su cuello, al parecer no nos quiere volver a ver ahí.

— ¿Por qué tardas tanto Hoseok? — trago saliva al ver al dueño ahora tomar una escoba con ambas manos, simulando estrangularla.

— No es mi culpa que el tráfico sea horrible — doy un salto en mi asiento al escuchar la gruesa voz de Hoseok a mi lado.

Inmediatamente giro mi cabeza hacia mi izquierda y lo veo sentado con un brazo en el respaldo de la banca, detrás de mi, y una media sonrisa formada en sus perfectos.

Un Nuevo Latido |°HOPEV°|Where stories live. Discover now