24.Hundida

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"¿Se elige en la vida estar triste o la vida nos elige para estar tristes?"

24.Hundida.
Estados Unidos, California
9 de Noviembre de 2019
Theo

  Habían pasado al menos tres días, tres días desde que no puedo ver su rostro? ni sé cómo hacerlo, tres días en los que no nos dejan entrar a su habitación, tres días llenos de silencio, sollozos y dolor.

  A lo lejos logro ver como se acerca el doctor que atiende a Alisson hacia su habitación, pareciera una coincidencia porque extrañamente dentro de esta comienza a sonar el pitido escalofriante de la máquina que controla sus latidos, eso indica que ella entró en paro, su corazón no está latiendo.

Veo como todo sucede en cámara lenta, corren y gritan "código azul", en menos de dos segundos se llena de enfermeras, todo se convierte en un caos.

  La madre de Alisson cae de rodillas mientras mira fijamente la puerta, mis oídos zumban, me levanto de mi asiento en la sala de espera, siento como la respiración lentamente se hace menor, me siento asfixiado, me recuesto en la pared, deslizo lentamente sobre esta hasta quedar como un ovillo en el piso.

  Ella no puede irse, tiene que ser un mal sueño, pellizco uno de mis brazos, el dolor sigue ahí, lo hago varias veces hasta que mi piel duele demasiado, las lágrimas ruedan por mis ojos. Todo es borroso, me siento hiperventilado, quiero gritar pero mi garganta se cierra, me siento entumecido, me siento callado, como si estuviese muriendo en vida.

Intento contener las lágrimas, pero es imposible, no puede ser real, tiene que ser una broma, vamos, Alisson no jugaría así con nosotros.

—Theo, te trajimos tu café. —la voz de Elizabeth me devuelve a la realidad, es entonces que un sollozo bajo escapa de mi, levanto la vista y la observo concentrada en su móvil, cuando no respondo, porque me resulta imposible, ve hacia mi dirección, luego hacia los padres de Alisson que se encuentran llorando desconsoladamente.

»—Es mentira, ¿ella está bien verdad? —lentamente sus ojos se llenan de lagrimas, se abalanza a abrazarme, es así como ambos lloramos, después de años me encontraba llorando de nuevo.

—¡Mi hija! —grita desgarradoramente Elsa, frunzo mis labios conteniendo mis sollozos y abrazo más fuerte a Beth que se sacude entre mis brazos—¡No mi niña no, ella es buena! —exclama mirando hacia arriba, rogándole a Dios o a quien sea que esté allí por su hija.

Escucho un fuerte sollozo en mi hombro y abrazo más fuerte a Beth, las lágrimas caen sin parar, Thomas se encuentra en shock en su lugar y Carter simplemente nos daba nuestro espacio.

Horas, quizás minutos que se hicieron eternos, hasta que vimos salir al médico con las enfermeras de la habitación, su cara es de pena. La cara de las malas noticias. La cara que yo daría en un futuro si quería ejercer esta profesión.

—Señor y Señora Smith —el doctor habla, su rostro esta sin emociones, ellos se levantan velozmente de su lugar.

—Dígame que mi hija se encuentra bien doctor, dígame que mi hija no murió.  —ella ruega con los ojos llenos de lágrimas, siento que la respiración se me corta ante las últimas palabras.

—Respira Theo, necesitas respirar. —la voz de Elizabeth simplemente no lo consigue, ella me toma por el rostro—Debes respirar Theo, míreme, respira. —ella respira e intento seguir sus inhalaciones y exhalaciones.

Consigo respirar, pero de todas formas me siento asfixiado, mi corazón se siente como si estuviese comprimido.

—Su hija sufrió un paro, parece que una de las medicinas le causó una alergia masiva, ella es fuerte señora, —la alienta y suspiró, algo dentro de mi se relaja—tuvimos que sedarla, para que se estabilice, pero se encuentra demasiado delgada y con esos cortes, su estado auto inmune funciona mucho más lento que el de una persona saludable. —informa y me tensó al escuchar lo ultimo.

¡Maldita sea, te amo!  © (Duología Amor #1)  [Nueva versión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora