19.Malos habitos

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"Lo que hacíamos estaba mal, pero nos negábamos a verlo"

19. Malos hábitos
Estados Unidos, California.
2 de Noviembre de 2019
Alisson

Me separe de él, no podíamos, no ahora y creo que nunca podremos estar juntos, no debíamos hacerlo, estaba mal, lo lastimaría, lo lastimarían y no me lo perdonaría nunca, no ahora que las cosas tenían algo de lógica o él lograba que tuvieran un poco de esa esperanza que había buscado. Lo niegue mil veces o solo me quiera hacer la ciega para no verlo, no estábamos destinados o eso es lo que mi pequeño y frágil corazón creía.

—Esto está mal. —le dije con una mueca, bajé la vista intentando que nuestros ojos no entraran en contacto, si bien era buena mintiendo, acción que no me agrada mucho de mí, él podría sacarme la verdad con solo mirarme y sabría que por más frías que suenen mis palabras no eran ciertas, o no en la media en que las diría.

»—No debemos hacer esto, tenemos que parar Theo, somos amigos, acordamos eso. —volteé mi cabeza hacía un lado.

—¿Qué tengo de malo Alisson? —su voz sonó fría, se alejó de mi—¿Por qué haces esto? —habló enfurecido—. Te dije que te quería, me dijiste tus miedos, te dije mi pasado y tú el tuyo. —suelta de forma rápida—Estamos destinados y tú sólo haces lo imposible para evitarlo, tienes tanto miedo de que te dañe que no sabes qué decir o hacer, no me dejas cuidarte, ¿sabes que es lo peor de todo esto? no te dejas ser feliz, tan sólo piensa en las consecuencias de tus actos.

»Qué te quiera no significa que sea inmune al dolor de tus palabras o de tus mentiras. —se había dado cuenta de mi vil mentira, me dejo entre la espada y la pared—No lo entiendo Alisson, lo intento, pero no lo entiendo.

Siento como mis ojos se cristalizan, el nudo se instala en mi garganta, quería romper en llanto.

—¿Qué es lo que no entiendes Theo? ¿Qué es lo que realmente no entiendes o lo que prefieres no entender? Ambas son cosas muy diferentes. —aprieto mis labios observándolo—¿Qué no entiendes? ¿Qué tú me gustas pero que no puedo dar un paso porque me da miedo salir lastimada? ¿Qué yo nunca podré ser tu prioridad? Siquiera soy una mísera opción para ti Theo.

»No me vengas con cuentos baratos, entiendo que no superes el amor de Mia, pero en el proceso me lastimas y te lastimas, ¿Hasta cuando? ¿Hasta cuando todo esto? Me estoy cansando, me canso de luchar por algo que no rinde, por algo que no me da indicios de prosperar.

»No deseo ser más el descarte de aburrimiento, tu muñeca de trapo. Me gustas, es más que evidente, me gustas, pero me gusta mi libertad y esto. —nos señaló—Esto es una cadena para ti y para mi, no funciona, no voy a luchar por alguien que no desea que luche, por alguien que no me da su atención, merezco mucho Theo, no tengo porque desperdiciar mi amor en alguien que no desea ni tienen planeado amarme.

Él solo me observa negando para luego darse la vuelta y salir de mi habitación dejándome completamente muda.

  Se había marchado, dejándome sola como antes de que llegara, una lágrima solitaria se paseó por mi mejilla, él tenía razón con respecto a algunas de las cosas que había dicho pero en otras simplemente se equivocó. Yo misma le había dicho que no quería arruinarlo y ya lo había hecho, no me entendía, era tan estúpida.

  No sabía si era lo mejor, pero lo alejé de ellos, de mi y mis demonios, eso estaba bien. La vida es injusta, lo quiero y es por ello que lo pongo a él sobre mi, aunque cuidándome a mi misma en el proceso.

  Y ahí seguía, sentada en mi cama, con la mirada vacía y los pensamientos perdidos, con el tiempo me había dando cuenta que mi vida muy pocas veces fue color de rosa, estaba invadida de desgracias y abusos, llena de daños psicológicos no tratados, con muy pocos amigos pero verdaderos, con dos locos persiguiéndome y perdiendo a lo que podría ser alguien que me sacara de la desgracia en la que vivía.

  Mis padres me habían educado para afrontar miles de circunstancias pero nunca a abandonar algo que posiblemente me fuese a hacer feliz, es más, ellos me habían dicho que me llenara de personas que me alegraran y no hagan más complicada la adolescencia de lo que ya era.

Es por ello que no me entendía, ¿Por qué quería hacer las cosas tan difíciles? Simple, el miedo era parte de mi, no me dejaba en paz, consumía mis decisiones y mi vida, de una forma tan lenta que ya ni cuenta me daba.

Había tenido la oportunidad de ser feliz y simplemente la bote como si se tratara de algo inservible o que ya había probado y no funcionó, como si fuera basura.
Era completamente estúpida y lo tenía muy claro.

Me levante y caminé como zombie a la puerta poniéndole seguro, cerré las ventanas, me adentre al baño que tenía y me despojé de mi ropa para entrar a la ducha, no me importaba lo que me pondría luego ya que sabía que no saldría en un par de días de mi habitación, mientras el agua recorría mi cuerpo, sentada bajo la lluvia artificial rompí en llanto, hacía mucho que no me pasaba, casi cinco años que no lloraba de esta manera, con dolor, ira y decepción, todo dirigido a mi, el dolor por lastimar a quien me podría salvar, ira por ser tan estupida y decepción por no dejarme ser feliz de una vez por todas.

Las gotas de la lluvia se mezclaban con mis lágrimas y gritos, no me importaba si me escuchaban, si se preocupaban, no quería ver a nadie, quería dejar de decepcionarme y decepcionar a la gente, dejar de lastimar. Quería que todo acabara y solo había un camino, sabía cual era, pero me negaba a volver a eso, no solo por mi, sino por mis padre y mis mejores amigos.

Mis gritos desgarradores sabía que llamarían la atención de mis padres, y sabía que no tardarían mucho en llamar a Beth, lo que se avecinaba ya lo habían vivido y el miedo los carcomía, como a mi.

Me bañaba por el simple hecho de que me sentía sucia, había sido abusada por dos hombres en diferentes ocasiones, la desgracia era parte de mi y no sabía cómo solucionarlo.

No sabía cuánto tiempo había pasado en la ducha, pero mis manos se estaban volviendo pasas de uva. Salí de esta y me cambie con algo para andar cómoda varios días, en ningún momento había dejado de llorar, los gritos habían cesado, pero sabía que no tardaría mucho en volver a hacerlo, las manos me temblaban y tenía ganas de romperlo todo, así lo hice, tomé la lámpara y la tiré al piso, desordene todo a mi paso, tenía fotos en una pared y arranque aquellas que no merecían estar ahí.

Estaba descalza y corría riesgo de córtame, no me importaba, gritaba mientras más lágrimas caían por mis ojos, estaba perdida, caí de rodillas, en medio de todo aquello que llamaba habitación mientras lloraba, las piernas me fallaron por la forma en al que me temblaban, se mezcló con la ira acumulada.

Sin mucha más espera, golpes rápidos e intentos de abrir la puerta de mi habitación aparecieron.

Me reí, solo me reí, la peor parte de mí estaba tomando lugar, no era fan de esta, se componía de frío. Tan frío como un témpano de hielo, tan distante que era capaz de dañar a alguien con solo quedarme muda o ignorando a todos por días.

—Por Dios Alisson abre. —gritó Ely desde el otro lado de la puerta—Vamos Al, no hagas esto de nuevo. —podía escuchar su voz rota, no me importaba, mi corazón no poseía sentimiento y mi cuerpo no dejaba de temblar.

—Alisson, —escuche una segunda voz, la de Tom—abre la puerta, vamos, podemos solucionar lo que sea que haya sucedido, vamos abre. —insistió.

—No, —dije sin más—no hay solución. —exprese con odio—Váyanse.

—Alisson, cariño, abre. —habló mamá, ni su voz ni nadie me sacaría de esa habitación, sería imposible y sabía que volvería a no comer, me estaba sentenciando, pero simplemente no me importaba.

No había más rastro de lágrimas, solo el ligero temblor de mi cuerpo, ignorando sus pedidos, me metí en la cama, cerré lo ojos y me dormí.
Olvidando todo y a todos.

¡Maldita sea, te amo!  © (Duología Amor #1)  [Nueva versión]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora