4 ~¡No muerdas la manzana!

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4 ~¡No muerdas la manzana!


Nathan

Aunque me costó admitirlo, me divertí bastante jugando con Reese —y fastidiándola—, pero ella finalmente se rindió y me tiró el balón, irritada.

-¡No es justo! ¡Usas la altura en mi contra! -jadeó, cansada. Habíamos jugado bastante tiempo.

Alcé mis manos con inocencia. 

-No he faltado ninguna regla.

-Por eso te odio aún más... 

Reese se acostó en el centro de la cancha y yo me senté a su lado.

-Juguemos otro día. -pidió.

La miré de reojo y vi que estaba mirándome hacia arriba.

-Debido a que soy la asistente del entrenador no puedo ir a los entrenamientos del equipo femenino... Me gusta jugar de vez en cuando con alguien, incluso si es un chico que me molesta cada vez que puede.

-¿Por qué eres su asistente?

Aquella duda llevaba en mi cabeza desde el principio.

¿Quién prefería la técnica antes que jugar?

-Él es uno de mis ídolos, el señor Lancaster... -aclaró. -En un principio pensé que era una suerte tenerlo aquí y solo quería poder practicar con él... pero... aunque no puedo jugar en equipo, me gusta ayudar al entrenador con las jugadas, siento que aprendo mucho más así... -Reese se estiró en el piso y bostezó. -Además, a veces pienso que los chicos no son tan malos...

-¿A veces?

Reese cerró los ojos y asintió. 

-A veces.

-Entonces.... ayudar al señor Lancaster, entrenar, además de preocuparse de los estudios... Debe ser agotador. -supuse.

Ella se sentó y me miró fijamente.

-Y tú... ¿Por qué el otro día estabas...? ¿P-por qué...? -bajó la vista y se calló.

Sabía que quería preguntarme.

Me acerqué peligrosamente y ella subió la vista.

-¿Por qué escapabas el otro día? -pregunté. -¿Es eso? -ella asintió. -¿Me tienes miedo...?

Ella me miró y tragó saliva.

-N-no es eso...

-No cometí ningún delito, si es eso lo que te preocupa -respondí.

Reese no volvió a preguntar por aquello, cosa que agradecí internamente. Volvió a tirarse en el piso, para evitar mi mirada, y yo me acosté a su lado. Nos quedamos así hasta un rato y luego decidimos bañarnos para finalmente volver a nuestros hogares.

En el camino la molesté y cuando pasamos por el parque que estaba camino a casa, nos dimos cuenta de que habían algunos puestos de comida y juegos.

-No entiendo porqué me vengo contigo. -bufó Reese luego de que volví a molestarla. -Oye, mira... ¡manzanas acarameladas! -sonrió, acercándose a un puesto. -Quiero 3 por favor.

Sus ojos se achinaron junto a su tierna sonrisa y el hombro rió en respuesta.

-Bruta, eso solo te provocará caries. -bufé, acercándome a ella.

-¿Tú no quieres? -preguntó, ofreciéndome una con los ojos achinados, casi amenazándome para que me negara.

Sonreí y negué.

El ladrón de mi primer besoWhere stories live. Discover now