-¿Acaso no sabes qué hora es? - gruñe al otro lado del teléfono.

-¿Acaso no sabes tú qué hora es? - rio - Os habéis saltado el desayuno.

-¿Quién lo dice?

-Oh, vale. Habéis desayunado antes de acostaros para bajar el alcohol. Eso es que ha sido bien gorda.

-No sabes lo que te has perdido, Keenan.

-No tengo problema con eso. Aquí he estado más que entretenido.

-¿Ya has encontrado con quien pasar el rato? No sé cómo lo haces.

-No es lo que crees. No hemos pasado de las provocaciones. Ni lo haremos.

-Ya - bufa - Y yo no he bebido nada en toda la noche.

-No sería... buena idea. Nos veremos demasiado a menudo.

-¿No habrás vuelto a las andadas con cierta pelirroja?

-No - me apresuro a contestar. Lenox es el único del grupo que sabe que me acosté de nuevo con la hermana de Nolan - Ese fue un gran error.

-Uno de tantos - lo escucho reír - Cuando de faldas se trata, no piensas demasiado.

No me gusta que diga eso, pero sé que tiene razón. Hace años era un inconsciente. Falda que veía, falda que perseguía. Hasta que me metí debajo de las que no debía. Supongo que ahora estoy pagando por ello. Si Nolan llegase a enterarse de lo que ha pasado con Shea, no creo que en esta ocasión se quedase en un simple puñetazo. Lo tendría bien merecido, eso sí, pero no por ello dolería menos.

-No pensaba - recalco.

-La madurez - ríe - Ya sabes cómo funciona. Uno que se hace viejo y no puede con todo.

-De eso sabes mucho tú, ¿verdad?

-Te aseguro que nadie se ha quejado de mí hasta ahora.

-Será porque tu mujer te ama y no quiere que te sientas mal - rio.

-Si me has llamado para esto, haberme dejado dormir, cabrón.

-Si te vas a poner fiero, cuelgo - rio más alto - En realidad quería comentaros que mi primo os ha invitado a comer un día que podáis todos. Cree que ya es hora de conoceros.

-La relación va en serio, entonces - bromea - Vamos a conocer a tu familia.

-Imbécil.

-Dile a tu primo que iremos el próximo sábado. Quiero la semana para mi familia.

-Perfecto. ¿Avisas tú a los demás?

-Cuando se despierten - me asegura - Y los localice.

Rio alto al comprender que de los tres, él fue el único que durmió en su cama. Nos despedimos y centro mi atención de nuevo en mi familia. Es hora de reunirme con ellos y fingir que la actitud de mi padre no nos incomoda a ninguno.

-¿Hablando con la amante? - me susurra Helena cuando paso por su lado.

-¿Celosa? - le respondo yo.

-Siempre, amor - sonríe.

-No te preocupes, amor - remarco la palabra - el sábado las conocerás.

-¿Las? Vaya, no pierdes el tiempo - ríe.

-Ya me conoces.

-Lo voy haciendo, sí. ¿Y están buenos? - por alguna extraña razón sabe perfectamente que hablo de mis compañeros del ejército - Tal vez tenga que alargar mi visita.

Nunca conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora