Vainilla.

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Me quedé dormido sobre la cama de Cho, abrazando lo único que me quedaba de ella, esa carta de despedida que ella había dejado; al despertarme lo único que quise y se me ocurrió hacer fue guardar la carta dentro de mi bolsillo izquierdo del pantalón y buscar a Ginny.

No tenía en claro que era lo que tenía que hacer, qué le iba a decir...lo único que tenía seguro era que ella tenía que enterarse que todo esto lo habían ocasionado sus insultos, sus cambios repentinos de humor y su falta de decisión.

Caminé por el desierto castillo, seguro todos dormían en sus habitaciones...era divertido que todos pudieran conciliar el sueño después de todo, yo no podría.

Encontré a Ginny dentro del salón de defensa contra las artes oscuras, se veía tan mal, tan deprimida, por un segundo pensé que lo mejor era no atormentarla, se veía tan frágil y tan débil que no estaba seguro de que fuera lo mejor. Pero tenía que pagar por lo que acababa de hacer.

-¿Sabes? –dije fuerte, logrando que separara su frente de sus rodillas –nunca he sido fiel partidario de echar en cara los errores de los otros, la última vez que lo hice juzgué a un buen hombre que lo único que había hecho en toda su vida había sido protegerme; pero dudo equivocarme contigo, tú eres exactamente igual a Ronald ¿no? Quieren seguir martirizándome por algo que no fue mi culpa del todo, y rompiste mi corazón jugando con él, pero no solo eso sino también destrozaste la que parecía ser mi última oportunidad de ser feliz. Mataste a Cho con todo tu odio Ginevra ¿qué pasó con la Ginny de la que me enamoré? ¿Acaso solo fue una actuación? ¿Acaso después de la muerte de Fred te prometiste vengarte de mí y lo hiciste de la manera más cruel del mundo? –las lágrimas que salían de mis ojos eran una combinación entre tristeza, decepción, coraje y enojo.

Ginny no hacía nada más que llorar desconsoladamente, en ese momento no me importó comportarme como un verdadero idiota y sacar todo el resentimiento que estaba guardado en mi corazón.

-Yo...-trató de justificarse mientras titubeaba y se ponía de pie.

-¿Tú qué? No tienes justificación alguna. Eres lo peor que pudo pasarle a mi vida Ginevra.

-Harry, no es lo que...

-¿Lo que pienso? ¿No es lo que pienso? –la interrumpí de inmediato.

-Harry, entiéndeme...

-Espero que tengas una maravillosa navidad, lograste lo que querías: hacerme la persona más infeliz de este mundo.

Salí del aula sin dejarla hablar siquiera.

Ginny.

Sabía que merecía lo peor del mundo, las palabras de Harry me habían roto el corazón pero sabía que no era mi culpa del todo. No estaba convencida, pero debía de existir una razón más poderosa que solo unos insultos.

Fui a la sala común aun atormentada con mis pensamientos, un 50% de ellos decían que no había sido mi culpa y el otro 50% decían que si lo había sido, todo había sido mi culpa. No sabía a cuál de las dos partes debía obedecer, pero ambas me hacían sentir infinitamente infeliz.

Me sorprendí al ver a Ron sentado frente a la fogata, calentándose un poco con el fuego que ésta emanaba. Volteó de repente al escuchar el ruido del retrato abriéndose para dejarme entrar; se paró inmediatamente y corrió a abrazarme, me sentía tan débil que comencé a llorar sin siquiera decirle un hola o preguntarle porque estaba ahí y no estaba con mamá.

-¿Qué pasa Ginny? ¿Por qué lloras? Es navidad, no deberías de estar triste en una noche tan hermosa.

-¿Por qué la vida es tan asquerosa?

Mudblood. [DRAMIONE]Where stories live. Discover now