El abogado turbio (R#5)

50. Hago lo que quiero

Amelia

¿Por qué hay tanta gente en mi casa? Música a alto volumen, comida por todas partes, bebida derramada y... ¡¿Ese es mi vestido?! Listo, paciencia acabada.

―¡¡Bethany!! ―grito furiosa, pero no hay contestación de su parte. La muy estúpida debe estar hasta el tope de alcohol.

La mato, juro que la mato.

Mi celular vibra, que bueno que no estaba en sonido, ni lo hubiera escuchado.

―¿Hola? ―Salgo fuera del departamento, no oigo nada con todo ese ruido ―¿Quién es?

―Amy, no me tienes agendado ¡Qué mala! ―Se ríe ―Que alta la música ¿Estás en una fiesta y no me invitas? ―Vuelve a reír ―¡Doblemente mala!

―No, mi amiga se montó una y sin mi permiso. Voy a matarla ―me quejo ―¿Tú que estás haciendo? Yo estoy a punto de cometer un asesinato ―bromeo ya más calmada.

―¿Necesitas un abogado? ―Me sigue el juego ―Conozco uno muy bueno.

―¿De verdad? ―Me muerdo el labio inferior ―¿Me lo presentas?

―Cuando quieras, pero cuidado dicen que es muy seductor.

―Sé como tratar con esos hombres, no te preocupes ¿Y dónde está ahora? Lo necesito con urgencia.

―En mi casa.

Miro un segundo la puerta de mi departamento, con todo ese alboroto nadie se va a ir nunca, no puedo esperar una eternidad.

―¿Amy? ―expresa al yo no contestarle.

―Voy para allá ―le indico y corto comenzado a caminar fuera del pasillo.

No me importa nada, hacen lo que quieren, pues yo también tengo derecho a hacer lo que me venga en gana. Púdranse.