40. Primero, segundo, tercero

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Amelia

Esto es patético.

¿Cómo llegué hasta aquí?

Camino a través de la sala de estar del hotel Paradise. Nunca he entrado a este establecimiento, no tengo nada que ocultar aquí dentro. Lo malo es que las sospechas de Carter suben a la vez que sus deseos sobre mí.

Es notable.

Saco mi libreta y escribo.

"Me desea".

Siento mi corazón latir con fuerza, golpea una y otra vez.

―¿Qué haces? ―Intenta quitarme la libreta, pero esta vez rápidamente la guardo.

―Nada ―Frunzo el ceño ―¿Ya nos podemos ir? Ya has visto que yo no tengo nada que ver con este lugar ―Se acerca a mi rostro y yo retrocedo ―¿Qué?

―Falta ver el cuarto.

―¿Piensas que soy estúpida?

―Todo lo contrario, eres una mujer inteligente que sabe que es lo que le conviene ―Levanta una tarjeta ―. Ya pagué la habitación.

―¿Eso hacías en el mostrador? ―Ruedo los ojos ―Debí imaginarlo ¡Que descarado!

―Prefiero turbio ―Se ríe ―¿Vamos?

No le respondo y lo sigo. Caminamos por los pasillos, subimos un ascensor y luego de pasar unas puertas, con la última de la fila usa la tarjeta. Entro y visualizo una suite.

―¿Hacía falta gastar tanto? ―Miro todo el lujo.

―Soy un derrochador de dinero ―Se ríe.

―Me parece innecesario ―Apoyo mi bolso en un banquito.

Camina hasta un mueble y saca un vino del estante.

―¿Tinto o blanco?

―Me da igual.

―Que arisca ―Agarra una copa y la sirve. Degusta un poco y me sonríe ―. Deliciosa ―expresa mirándome a través del vidrio del vaso.

―¿Así qué este es el lugar donde traes a tus conquistas? ―digo indiferente mientras camino observando el lugar y corriendo un mechón de mi cabello trás mi oreja. Me detengo cuando siento sus manos en mi cintura ―¿Qué quieres? ―Me giro viendo ese hechizantes verde.

Mantiene sus manos en mi cintura. Veo la copa ya apoyada en la mesa y luego vuelvo a observarlo. Sus sonrisa sigue allí. Al fin deja el silencio para responderme.

―¿Hace falta que lo diga? ―Levanta una ceja ―Es evidente ― Se muerde el labio inferior.

―No voy a tener sexo contigo, Carter ―expreso determinada.

―¿Y entonces qué haces aquí? ―Se acerca a mi rostro pero este se mantiene inmutable.

―Primero, no me diste opciones. Segundo, no hay razón y tercero ―Me suelto ―¡No soy una de tus conquistas! ―exclamo enojada y me voy hasta la puerta.

Su mano detiene la mía cuando agarro la manija. Me giro y me empuja contra la pared, acorralándome.

―Primero ―Sonríe de lado ―si te di opciones. Pudiste no haber bajado del auto.

―Y si no lo hacía seguirías desconfiando de mí ―le respondo rápido.

―¿Quién sabe? ―Se ríe ―Nunca lo sabremos. Segundo, si hay razón ―Se apega a mi cuerpo ―, pasar un momento placentero entre nosotros dos.

Sonrío de manera burlesca.

―¿Y qué te hace pensar que tú me harías sentir placer?

―Porque soy irresistible ―exclama con alto ego y yo ruedo los ojos ―. Además, sé cuando a una mujer le muevo la estantería ―Pasa su mano por mi cabello ―y a ti te muevo muchas.

Siento mis mejillas arder.

―Tus justificaciones son estúpidas.

―Y me falta el tercero ―Se ríe ―. No eres una de mis conquistas, lo tuyo ya es más ―Me besa y no puedo evitar corresponderle.

―¿Que quieres decir con eso? ―expreso acalorada al dejarme respirar.

―Ni yo lo sé ―Baja el cierre de mi saco, lo mueve un poco y este cae al suelo ―. Ven aquí ―Me agarra de la cintura y me vuelve a besar.

Cuando me quiero dar cuenta... uno, dos y tres segundos, mi espalda cae sobre el suave colchón y ya estamos en aquella cama. El calor comienza a emanar por todo mi cuerpo.

El abogado turbio (R#5)Where stories live. Discover now