El abogado turbio (R#5)

36. Deseos prohibidos

Amelia

Me reúno otra vez con Carter en su oficina y me siento pareciendo tranquila, aunque no lo estoy. Se encuentra sentado en la silla que está en frente de mí y me observa detenidamente. Aún no le aclaré que no me acostaría con él, pero debo decírselo, antes de que terminemos en una mala e incómoda situación.

―Bueno, hablemos de negocios ―exclamo para centrarme en mi objetivo.

―Ciertamente, nos hemos visto muchas veces y nunca terminamos por cerrar nada ―Se ríe ―pero quisiera dejar eso para después. Si no estás apurada, ni es urgente, claro está.

Si me apresuro, sería muy evidente y si tardo demasiado, nos descubrirá. En todo caso, mejor ir con cautela y seguirle la conversación.

―Adelante, ¿de qué quieres hablar? ―Le sonrío.

―Tú sabes el qué ―Me mira con deseo y posa sus dedos en su boca, una señal muy evidente de lo que quiere.

Siento mis mejillas arder y bajo la vista, para no quedarme hechizada por ese hermoso color verde.

―Sobre eso... ―Muevo un mechón de mi cabello detrás de mi oreja ―pues... no va a poder ser.

―¿Cómo que no? ―Oigo su decepción y levanto la vista ―¿Acaso me mentiste? ―Frunce el ceño.

―Sí, lo hice ―expreso con confianza ―. Me estabas presionando y no me quedo otra que mentirte.

―No me dices porqué llorabas, me coqueteas y ahora resulta ser que me mientes, que tramposa ―Se ríe ―¡Me encanta! Aunque no desisto de la idea ―Se levanta de su asiento y rodea la mesa. Gira mi silla y pone sus manos en los apoyabrazos de esta ―. Quiero enterrarme en ti ―Se acerca a mi rostro ―¿No ves cuanto te deseo?

Mi boca queda abierta ante tal confesión y él aprovecha para unir nuestros labios, agarrando mis mejillas con firmeza. Siento que voy a quedarme sin aliento ¿Así quién se puede resistir?

Mal Amelia, muy mal. Retractate de esos pensamientos, de esos deseos prohibidos, no caigas en la tentación o irás al infierno.