-Claro que aguanto - me golpea en el hombro - pero ayer sobrepasamos cualquier límite posible.

-Habla por ti - tiene razón, pero no se la daré.

-Aquí el valiente - dice - que por no darme la razón, soportará la resaca en silencio, fingiendo que no la tiene.

-Venga - cambio de tema al momento - ayúdame a preparar la mesa. Que luego no digan que no hacemos nada en la casa.

-No sea que decidan cambiar de padrinos en el último momento - se ríe.

-Eso no lo harían nunca. Somos los mejores.

-Y pensar que tendré que soportar ese ego tuyo por el resto de mis días - sé que bromea pero eso no me ha sonado del todo bien - No arrugues la frente, hombre, que no te estoy pidiendo matrimonio.

-No te convendría - le digo intentando aparentar que no me afectaron sus palabras.

-Sí, lo sé. Estás casado con tu trabajo - sonríe.

Continuamos colocando los platos en la mesa en silencio. O al menos eso intentamos, hasta que Erin aparece en la cocina corriendo y gritando porque Scot va detrás de ella con la clara intención de molestarla, como hace cada vez que están juntos. Para tener 4 años, es un niño con mucha malicia. Mi cabeza comienza a doler de nuevo y lo detengo para que se terminen los gritos.

-Scot - le regaño - deja en paz a tu prima.

-Scot pega - dice Erin, abrazada a Helena - Es malo.

-¿No sabes que a las mujeres no se les debe pegar? - me agacho para quedar a su altura - Hay que cuidarlas y protegerlas.

-No - dice Scot.

-A los niños que pegan se los castiga - abre mucho los ojos asustado - Tú no quieres que te castiguen, ¿verdad?

Niega con la cabeza y parece horrorizado con la idea. Mi prima lo consiente demasiado y estoy seguro de que no lo ha castigado en muchas ocasiones, de ahí que lo asuste tanto.

-Si te vuelvo a ver pegar a tu prima - lo señalo con un dedo - tendré que castigarte.

Hace un puchero y se le aguan los ojos. Sé que está a punto de llorar y ahora soy yo el que se asusta un poco. Si mi prima lo escucha, su ira recaerá sobre mí. Normalmente no me importa demasiado, pero hoy no tengo el cuerpo para soportar sus charlas sobre el inconveniente de tratar de limitar a los niños. Por mucho que me diga, un buen correctivo a tiempo es más efectivo que todo lo que ella y sus terapias alternativas puedan hacer. Pero ella nunca lo verá así.

-¿Qué ha pasado? - por suerte para mí es Duncan quien entra en la cocina por el llanto de su hijo.

-Este pequeño monstruo ha estado molestando a Erin - le digo entregándoselo.

-¿Otra vez? - lo mira con severidad y Scot deja de llorar al momento - ¿Qué te he dicho de pegarle a tu prima?

Por suerte, Duncan no está de acuerdo con los métodos de su mujer y cada vez que puede intenta enseñarle a su hijo algo de educación a la vieja usanza. Por desgracia, el tiempo que puede estar con él es muy poco porque viaja mucho por su trabajo. 

-Pero papá... - empieza a protestar pero se calla al momento en cuanto Duncan lo reprende de nuevo con la mirada.

Al ver que no consigue lo que quiere, comienza a hacer pucheros una vez más pero no es hasta que Kirsty entra, que llora de nuevo. Este niño se las sabe todas.

-Mi amor, ¿qué te han hecho? - extiende los brazos hacia él pero Duncan le impide hacerlo.

-Kirsty - Duncan parece disgustado - esto se lo has hecho tú.

Nunca conmigoWhere stories live. Discover now