–No lo sé, pero seguramente alguno de los colonos sepa. ¡Díselos!

–¡Ya lo saben! Pero nadie quiere afrontarlo. Nadine, necesitamos darles esperanza de que tenemos las riendas firmes, que sabemos lo que estamos haciendo. Sino todo se caerá a pedazos. Y tú cuestionando cada movimiento a gritos en medio de la multitud solo creará problemas.

–¡No me quedaré callada cuando creo que no estás haciendo nada para ayudarnos!

–¡¿Y qué has hecho tú, si se puede saber, durante estas últimas semanas para ayudar a la colonia?! No te he visto rompiéndote el lomo para acondicionar las cavernas, ni recolectando frutos o cazando animales, ni pescando, ni explorando, ni organizando a la colonia. Lo único que has hecho es tomar sol y conseguir un bronceado. No estás en posición para criticar a nadie.

Las palabras de Signe dolieron un poco, especialmente porque eran verdad. No estaba acostumbrada a trabajar sino a que trabajaran por ella y, honestamente, no tenía idea de por dónde empezar. Nadie le había pedido ayuda desde que Temba entró por primera vez a las cavernas y no sabía cómo podría serle útil a alguien. No sabía ningún oficio, no era buena para nada que no fuera verse bonita y hacer ejercicio, y sobre todo, no sabía cómo aprender.

Al parecer, algo de lo que pensaba debió haberse reflejado sin pretenderlo hacia el exterior porque la expresión de Signe se suavizó de repente. Entendimiento cruzó por su mirada, pero no hizo ningún comentario al respecto. Con una seña hacia el campamento dio por terminada la discusión y se separaron.

Al día siguiente, Kaoru se acercó a ella mientras tomaba sol con una enorme sonrisa y Nadine supo que Signe había tomado cartas en el asunto.

–Necesitamos un miembro más en nuestro grupo explorador. ¿Quieres vivir una aventura? –propuso Kaoru con sus ojos centellando.

Las tripas se le retorcieron al pensar que eran todas maquinaciones de Signe, pero en un pequeño rincón dentro de ella algo tenso se alivió. No le gustaba sentirse inútil y sabía cuándo dejar su orgullo de lado. Si quería empezar a ser parte de la comunidad tendría que hacerlo por algún lado. Ruborizándose un poco asintió y siguió a Kaoru hacia un grupo de personas que aguardaban en el lindero del bosque. Estaba seguro que el chico sabía lo que estaba pasando, que Signe le había contado de su discusión, pero siempre amable, Kaoru no la hizo sentir incómoda ni por un segundo. Nadine le agradeció en silencio.

Algunos en el grupo la miraron torcido, pero la mayoría la recibieron con sonrisas. Nadine conocía a más de uno de los integrantes del grupo aunque no se había enterado que todos estaban explorando. Donatella, Kaoru, Simon y Jhin conformaban cuatro de los diez integrantes.

–¡Genial! ¡Tendremos una celebridad en el grupo! –exclamó Simon rompiendo en hielo y llevando su puño al cielo en señal de victoria.

–¿Tú no estás con Brian? –preguntó mirándolo de forma recelosa.

–¿Acaso tú no estás con Brian? –respondió el moviendo sus cejas de forma sugestiva.

Nadine lo miró con odio sintiendo el calor subir a sus mejillas. Sin embargo, las palabras burlonas de Simon le recordaron que no le había dicho a Brian que iría a explorar. Él estaba bastante entretenido diseñando un sistema de riego y seguramente prestara el mínimo de atención a que ella se adentrara en el bosque, pero de todas maneras se sentía mal. Lanzó una mirada hacia el campamento por si lo veía entre la multitud para escaparse rápidamente y dejarle saber, pero no lo vio. Mordiéndose el labio empezó a caminar hacia el bosque siguiendo al resto.

Varios minutos después sintió una sombra a su lado.

–Hola, soy Frederick –saludó un hombre en su veintena mostrando todos sus dientes.

–Hola, Nadine –se presentó ella sin ganas.

–Por supuesto que se quién eres –anunció con una risa melódica–. No le hagas caso a Simon, se unió sólo hace unos días y la mayor parte del tiempo su atención se dedica a Donatella. No serás el foco de burlas por mucho tiempo.

Nadine levantó sus hombros como si la actitud de Simon no le importara un comino.

–Sabes, varios de nosotros escuchamos tu discusión con Signe y estamos de acuerdo –dijo un poco más serio.

Nadine llevó su mirada a Frederick y le prestó atención por primera vez. Tenía unos firmes ojos azules clavados en ella desde una altura bastante alta. Era evidente que se ejercitaba con regularidad para mantener una figura imponente, aunque no tanto como Temba, y que estaba acostumbrado a deslumbrar con su sonrisa.

Ella le devolvió la mirada. Estaba acostumbrada a estar rodeada de estrellas y esta no era la primera cara bonita que veía, aunque no dejarse llevar por una sonrisa no significaba que no pudiera apreciarla. Frederick volvió a sonreír cuando notó que era observado.

–No sé quién la eligió como líder, pero muchos no estamos de acuerdo con cómo está liderando... Siempre rodeada de un pequeño séquito y hablando en murmullos –continuó él.

–Hace lo que puede en circunstancias bastante malas, dale un respiro –defendió Nadine. Una cosa era que ella la criticara, otra que viniera un tercero e hiciera lo mismo.

–Puede que tengas razón, sólo han pasado dos semanas –contestó él suavizando su expresión.

Su actitud parecía honesta, realmente quería que el liderazgo funcionara.

–¿A dónde estamos yendo? –preguntó Nadine para cambiar de tema.

Frederick suspiró cansado.

–Mayormente caminamos y observamos el alrededor, luego volvemos al campamento y reportamos lo que encontramos. Junto a varios grupos estamos intentando crear un mapa de los alrededores de las cuevas y marcar puntos de interés. Quizás de esta forma sabremos por qué demonios siempre terminamos entrando nuevamente al campamento sin importar la dirección que tomemos.

–¿Eso sigue pasando? –preguntó Nadine con una mueca de escepticismo.

–Sí, y cuando te pase a ti lo creerás.

Nadine lo miró levantando sus cejas dándole a entender que no estaba del todo convencida. Siguieron charlando de cosas banales durante rato, Nadine no sabía cuánto exactamente al no tener un reloj, pero parecieron un par de horas. En el camino cruzaron arbustos que parecían tener bayas, varios animales no más grandes que un labrador que salían disparados al escucharlos y un par de coloridas aves reposando sobre ramas. Todo parecía tranquilo en el bosque, incluso pacífico.

Hasta que los ruidos empezaron. 

NOVAWhere stories live. Discover now