EPÍLOGO

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Día 5 del mes quinto, cinco años después

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Día 5 del mes quinto, cinco años después...

-¡Vamos, Ana! -grito desde la ventanilla del coche. Está abrazada a Lucas y no tiene intención de soltarle. Hace pocos meses que comenzaron una relación y desde entonces están insoportables. Aunque la verdad es que me siento muy feliz por ellos, han luchado mucho para llegar hasta aquí y se lo merecen. Jamás imaginé que Luc tuviera tanta paciencia y que fuera a esperarle años, como finalmente hizo. Realmente Ana le importa.

Ambas hemos terminado con éxito la terapia y estamos muy recuperadas. Por fin entendimos que la vida es como un buen libro. En ella hay capítulos alegres, tristes, traumáticos... Pero si no pasamos página nunca sabremos cómo continúa. Todavía pensamos mucho en lo ocurrido, pero ya no nos afecta de la misma manera. Ha quedado como algo lejano que ocurrió en el pasado y hemos aprendido a apartarlo de nuestro presente. Como decía mi madre, lo que no te mata te hace más fuerte, y este parece ser el caso.

Me armé de valor e intenté buscar trabajo en varias ocasiones para sacar adelante a mi familia, pero Izan se negó. Incluso llegó a boicotearme una entrevista para que no consiguiera el empleo. Prácticamente me obligó a acabar mi carrera y no dudó en hacerse cargo de todos los gastos. A día de hoy está pagando también la universidad de Carlos y el instituto de Eric.

En unos días, si todo sale bien, podré estrenarme como administradora de empresas y dirigiré junto a Izan mi primer negocio. Vamos a lanzar al mercado un helado dietético que la montaña ha creado para deportistas y estoy muy ilusionada con el proyecto. Ya tengo algunas ideas para su promoción y estoy segura de que será un éxito.

-¿Lo tienes todo preparado? -pregunta Ana mientras abre la puerta del coche y se sienta en el lugar del copiloto.

-Creo que sí... -Hago memoria durante un par de segundos-. Solo me queda ya ir a buscarle.

-¡Genial! -Da palmaditas rápidas-. Déjame entonces donde ya sabes y os espero allí. -Está tan ilusionada como yo.

-De acuerdo -sonrío mientras salgo del aparcamiento y la llevo donde hemos acordado. Cuando nos despedimos, continúo hasta el gimnasio para buscar a Izan y a medida que me acerco las palmas de mis manos comienzan a sudar. Hoy es su cumpleaños y estoy muy nerviosa. Él cree que vamos a salir a cenar, pero lo cierto es que llevo meses preparándole una sorpresa.

-Carlos -digo al entrar y encontrarme a mi hermano levantando pesas-. Deberías decirle a Izan que ya es suficiente. ¡Estás enorme! -A sus 20 años ya ha ganado varias competiciones de culturismo e Izan es quien le entrena.

-Siempre estás con lo mismo... -Pone los ojos en blanco mientras seca su frente-. Es normal que mis músculos se vean ahora más hinchados. Los estoy forzando. -La muerte de mi madre le marcó mucho y encontró en el ejercicio la mejor vía de escape para liberar sus tensiones emocionales.

La Marca de Sara - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora