Capitulo 31

298K 25.4K 2.7K
                                    

Lejos de hacer lo que me pide, forcejeo y aparto la cara de su mano. Quiero decirle cuánto le odio, aunque sea lo último que haga. Cierro los puños y le golpeo sin mirar. Necesito quitármelo de encima.

—¡Estate quieta! —Sujeta con fuerza mis muñecas y las presiona contra la pared—. ¿No te han enseñado todavía cómo debes portarte con los clientes? —Mira hacia la puerta, nervioso—. Si te resistes será peor.

—¿Te has divertido conmigo en Méxi...? —Sus ojos se abren y antes de que pueda acabar la frase estrella su boca contra la mía, impidiendo que hable.

Mi corazón comienza a latir rápidamente y me quedo inmóvil. Todos mis músculos se paralizan y la sensación de peligro desaparece cuando su sabor toca mi lengua. «¿Pero qué diablos me pasa?».

—Shhh... —dice mientras se aparta lentamente de mí. Vuelve a apoyar su frente sobre la mía y me habla—. Alacrán está escuchando detrás de la puerta —susurra y pestañeo, confusa. Suelta una de mis manos y señala una sombra que se mueve debajo.

—¡Apártate de mí! —Reacciono y vuelvo a intentar liberarme sin éxito. Seguro que solo busca distraerme para que le sea más fácil hacerse conmigo. No sé a qué está jugando, pero no pienso participar.

—¡Mírame! —Vuelve a susurrar. Agarra mi barbilla y tira con fuerza para que le preste atención—. He tardado semanas en dar contigo, no lo eches a perder ahora.

—¿Qué? —No entiendo nada.

—Sigue haciendo lo que estás haciendo y después te explico. Solo trato de hacer esto más creíble. —Arrugo la frente y antes de que pueda pensar comienza a desabrocharse el pantalón. Al ver cuáles son sus intenciones me asusto y trato de alejarme.

—¡No! —Corro hasta la zona más alejada del cuarto.

—Te va a dar igual. No puedes salir de aquí. —Se saca una de las botas y la lanza lejos. Hace lo mismo con la otra.

—¿Por qué? —pregunto mientras veo cómo se queda en ropa interior. Siempre me dijo que no me haría daño y estuve a punto de creerle.

—Porque me apetece. Porque he pagado por ti y porque es tu trabajo complacerme.

—No, por favor... —suplico. Parece otra persona, no tiene nada que ver con el Izan que conocí en la casa de México.

—¡Ponte de rodillas! —grita.

—No me hagas esto. Por favor. No me hagas hacer esto... —Todo mi cuerpo tiembla y me siento aterrada.

De pronto, el que se arrodilla es él, y para mi sorpresa mira debajo de la puerta. Alza la cabeza, resopla aliviado y la expresión de su cara cambia.

—Acaba de irse —dice seriamente mientras se levanta y viene hacia mí—. Dios mío, Sara, creí que te había perdido. —Camino hacia atrás asustada. Sigo sin entender nada—. No imaginas lo feliz que me siento por haberte encontrado. —Sus ojos brillan.

—Apártate, por favor. No me toques. —Tengo miedo de lo que pueda hacerme. Parece haber perdido la cabeza. Demasiados cambios de actitud en pocos minutos.

—No imaginas por todo lo que he tenido que pasar para encontrarte.

—Por favor, no me hagas daño. —Mi espalda queda pegada a la pared y no puedo apartarme más. Cada vez está más cerca. Cierro fuertemente los ojos y me tapo la cara. Estoy encajada en un rincón y me corta el paso. No tengo salida.

—Perdóname por esto. —Noto sus manos en mis hombros y mi vello se eriza—. No pretendía asustarte. Era necesario que Alacrán te oyera en ese estado para hacerlo más creíble.

La Marca de Sara - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora