Capitulo 13

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Corro por el pasillo como alma que lleva el diablo y de pronto soy consciente de que no sé dónde esconderme. Apenas conozco el lugar. Miro en todas direcciones sabiendo que en cualquier momento Alacrán se recuperará y vendrá a buscarme, por lo que continúo hasta la planta de abajo. Salto los escalones de dos en dos y cuando llego a la zona de las estatuas, me quedo paralizada al darme cuenta de que está lleno de gente debido a la fiesta.

Trato de mantener la calma y camino como si fuera alguien más. Noto el corazón en mi boca mientras lo hago. Temo que me descubran.

Consigo salir del edificio sin problemas, pero hay más gente en la zona de afuera. Decido cruzar por el césped en vez de por el puente, y alguien viene hasta mí.

—¿Dónde vas tan solita? —dice un hombre de unos cincuenta años atravesándome con la mirada. Lleva tanto alcohol en la sangre que es incapaz de fijar la vista.

—No estoy solita —susurro para no llamar la atención de los demás—. Vengo del baño, Aníbal está esperándome allí—. Señalo una zona oscura.

—¡Ah! Entonces continúa. No quiero enfadarle. —Se marcha y suelto el aire que tenía retenido en el cuerpo.

Cuando me he apartado lo suficiente, comienzo a correr de nuevo. A medida que me alejo, el nerviosismo y la sensación de libertad aumentan. Siento que estoy a punto de salir de allí y por el momento nadie me está siguiendo. Tropiezo varias veces, pero consigo mantener el equilibrio.

Cuando llego a las grandes puertas de metal me doy cuenta de que están cerradas y la enorme valla que rodea toda la zona es demasiado alta para saltarla. Desde el coche parecía que la altura era menor. Aun así, decido intentarlo. Tomo algo de impulso y cuando estoy a punto de saltar, un extraño ruido llama mi atención.

—Shhh, shhh. —Miro por todos lados, temerosa. No conozco ningún animal que haga eso—. Shhh, Sara. —Mis ojos se abren. Alguien al otro lado de la valla me ha nombrado. —Tranquila, soy yo. —Busco con la mirada, pero está tan oscuro que no veo a nadie.

—¿Quién eres? —pregunto asustada mientras sigo mirando. La maleza que hay en la zona exterior lo hace todo más difícil.

—Soy Izan.

—¿Izan? —Se da cuenta de que desconozco su nombre.

—El hijo de Aníbal, tu jefe.

—¿Montaña? ¿Qué haces aquí? —digo totalmente sorprendida.

—¿Montaña? —pregunta extrañado y sale de los matorrales—. Estoy comprobando si es cierto lo que me contaste, pero no conozco a nadie de los que hay aquí. Estaba a punto de irme...

—Ayúdame —digo mirando hacia atrás—. Por favor. Haré lo que me pidas, pero ayúdame. Tengo que salir de aquí cuanto antes. Alacrán me está buscando.

—¿Alacrán está aquí?

—Sí, y tu padre también. Si dan conmigo estoy perdida. —Se queda pensativo.

Mi nerviosismo aumenta y vuelvo a mirar hacia atrás. Cada segundo que estoy perdiendo puede ser vital.

—¿De verdad mi padre está aquí? Esto hace años que ya no pertenece a mi familia...

—Sí, joder —digo cada vez más alterada—. Ayúdame a saltar la valla, está muy alta para mí.

—¿Qué hiciste para que te persigan? —Todavía duda de mi palabra.

—Solo me defendí, Alacrán intentó sobrepasarse conmigo, pero conseguí escapar.

—Sigo pensando que si les dijeras que no quieres estar aquí...

La Marca de Sara - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora