Capitulo 7

406K 26.5K 8.5K
                                    

Continúo con mis tareas rezando para que acabe el día pronto. Fuerzo mi cerebro intentando encontrar una solución a mi problema, pero no la encuentro. Me siento entre la espada y la pared...

Nada más salir de la casa telefoneo a Lucas y quedamos en el escalón de siempre. Quiero que me dé su punto de vista ante esta situación. Necesito que me aconseje.

—Hola, Sara —me saluda seriamente cuando nos vemos—. ¿Qué ha pasado esta vez? —Entiende que algo no va bien y se muestra preocupado.

Le pongo al día y cuando llego a la parte de mi deuda, explota. Se pone en pie y comienza a gritar insultos hacia mi jefe y su hijo.

—Tranquilo, Luc. —Está demasiado cabreado—. Ya sé que es indignante, y además no debe ser muy legal lo que están queriendo hacer conmigo —respondo apenada—, pero no puedo costearme un abogado y esta gente me da miedo... Así que he decidido pagar la deuda y olvidarme. Quien tiene dinero tiene poder, y temo que puedan hacer algo que pueda disgustar a mi madre.

—Ven conmigo —Tira de mi mano para que me levante.

—¿Dónde? —pregunto extrañada—. Tengo que llegar pronto a casa...

—Vamos a ver a un abogado ahora mismo.

—Luc. —Me detengo—. Acabo de decirte que no puedo pagarme uno.

—Nadie ha dicho que lo vayas a pagar tú. —Tira de mí de nuevo—. Esta vez tendrás que dejar que te ayude. Te están engañando a ojos vistos y no pienso consentirlo.

Intento resistirme un par de veces más, pero finalmente me convence. Conduce hasta un bufete y cuando llegamos uno de los letrados nos atiende.

Le narro lo ocurrido y hace algunas llamadas mientras esperamos. Entre ellas al seguro de mi coche. Cuando ha recopilado los datos necesarios vuelve a dirigirse a nosotros.

—Parece que no es del todo correcto lo que le están exigiendo, señorita Sara. Al menos en cuanto a lo que al seguro se refiere. La ley del Contrato del Seguro establece que se debe comunicar al asegurador el acaecimiento del siniestro dentro del plazo máximo de siete días, salvo que se haya fijado en la póliza un plazo más amplio y por suerte, todavía no ha vencido, por lo que está dentro de ese período de tiempo.

—¿Entonces todavía estamos a tiempo de que cubra los gastos la mutua? —pregunta Lucas.

—Exacto. —Esa respuesta consigue que me relaje al instante. Él lo nota y se dirige a mí—. El tema laboral es otro asunto. Necesitaría leer la letra pequeña... pero de todas maneras si su jefe quiere, la puede demandar. Sobre todo, si ha perdido dinero como resultado del incumplimiento del contrato. Le puede exigir una indemnización por daños y perjuicios al haber hecho un desembolso económico como asegura que hizo para preparar sus pasaportes.

—¿Qué debemos hacer entonces? —vuelve a preguntar mi amigo.

—Si fuera yo, le entregaría una carta de renuncia y aguantaría esos quince días para que no haya problemas... una demanda de este tipo puede dar muchos dolores de cabeza. —Miro a Luc y su boca es una línea recta. Le conozco demasiado bien como para

saber que no le ha gustado nada escuchar esa última frase. Durante el resto de conversación se mantiene en silencio y pensativo. El abogado y yo gestionamos y enviamos el parte para no esperar más tiempo y minutos después nos despedimos.

—Tengo que avisar a la señora Nicolasa —digo cuando salimos a la calle.

—¡Joder! —grita al tiempo que pega una patada a una pequeña piedra que hay en medio de la calle—. ¡Esto es una mierda!

La Marca de Sara - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora