Capítulo 50

304K 24.1K 6.4K
                                    

Antes de que salga el sol ya estoy en la ducha. Apenas he podido dormir pensando en todo lo que pasó ayer. Jamás hubiera imaginado que la montaña estaría herido. En todo momento creí que ayudaría a los agentes manteniéndose al margen, pero no de esta manera. Si llego a saberlo, le habría suplicado que no lo hiciera.

Sus palabras vienen una vez más a mi mente.

"Sara, mírame. Sé que después de esto te dará igual, pero quiero que sepas que mi último pensamiento será tuyo".

Sentí algo en ese momento que no podría describir, y cuando le llamé para que me lo aclarara me ignoró y se marchó. Ahora lo entiendo todo. Él sabía que su vida correría peligro y no quiso angustiarme. Si yo no me enteraba, no sufriría. Previendo eso, me hizo creer que había decidido quedarse allí y que ya no le volvería a ver, por eso el comisario no me dijo nada...

Tres golpes en la puerta me sobresaltan.

—Sara —Luc me llama.

—Estoy vistiéndome. ¿Qué ocurre? —Que Lucas esté despierto tan pronto me preocupa.

—Nada, tranquila. Tengo que salir a hacer algunos recados y oí ruido. ¿Estás bien?

—Sí, me estoy arreglando para ir al hospital.

—Ah, perdona. ¿Pudiste al final ver a tu amiga? —Cuando llegué a casa no hablé con nadie. Me sentí tan mal que ni siquiera les conté lo de la montaña.

—Solo unos segundos en el pasillo. Hoy quiero volver para saber cómo está. También quiero intentar ver a la mon... a Izan. Le hirieron en la redada y está en la misma planta.

—¿Izan está herido? —dice sorprendido.

—Sí.

—Vaya... no sabía eso.

—Ya somos dos —digo mientras abro la puerta—. Nadie me lo notificó. Hasta donde sé, él mismo pidió que me lo ocultaran si le pasaba algo. —Luc arruga su frente y se queda pensativo.

—¿Por qué razón haría eso?

—No lo sé. Imagino que sabía que podría afectarme.

—Qué raro. Se tomó muchas molestias por ti, ¿no crees? —Parece estar celoso.

—Se tomó esas molestias incluso antes de conocerme. No vayas por ahí. —Al ver que empiezo a enfadarme, cambia de tema.

—Debería ser pecado ir al hospital tan guapa. —El vello de mi espalda se eriza con su frase. No me gustan nada esas palabras "de hombre". Intenta retirar el cabello de mi hombro y me aparto como si quemara.

—No me toques. —Me mira sorprendido al oírme.

—Sara... entiendo que estés afectada por lo que pasó con ese cabrón, pero yo... conmigo... creo que no merezco que me trates así. Me conoces y sabes cuáles son mis intenciones.

—¿Las de ayer? —respondo con rabia.

—¡Pero Sara...! No es algo nuevo entre nosotros. Ya nos habíamos besado antes.

—Déjalo, Luc. No lo entenderás jamás. —Intento calmarme.

—¿De verdad estás tan mal? —Parece confuso.

—No lo sé. —Comienzo a sentir pena por él. Debería tratarle mejor. En verdad nunca me ha hecho daño, pero no soy dueña de lo que hago. Es todo como un acto reflejo.

—Está bien, Sara. Lo siento mucho. —Baja la mirada—. Realmente no sé tratar estas cosas, pero te prometo que me esforzaré. Lo único que deseo es que todo esto se solucione. Lo he pasado muy mal con tu desaparición, y ahora que estás aquí me es muy difícil contenerme. No imaginas las ganas que tengo de abrazarte y de que todo vuelva a ser como antes.

La Marca de Sara - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora