Capitulo 35

307K 24.3K 4.6K
                                    

—Izan —exhala tratando de hablarme calmadamente—, estás cometiendo una gran imprudencia. La vida de esas chicas pende de un hilo y si haces cualquier movimiento extraño no dudarán en acabar con sus vidas para eliminar pruebas. ¡No deberías estar allí!

—Es tarde para eso —resoplo—. Dígame qué hago. Ya no puedo dar marcha atrás.

—Nada. No debes hacer nada. Cualquier cosa que intentes puede salir mal y tener fatales consecuencias. Dame todos los datos que recuerdes y en cuanto obtengamos los permisos nos desplazaremos hasta allí.

—¿Qué permisos? ¡Joder! No pueden demorarse. —No entiendo como no están ya aquí.

—No podemos asaltarles sin más. Esto no funciona como crees, Izan. Necesitamos estudiar la jugada con los agentes de Colombia para que nadie salga herido. Te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para llegar hasta ellos cuanto antes.

—No imagina por lo que están pasando esas mujeres. ¡Tienen que liberarlas! No pueden pasar más tiempo allí. —Pensar que todavía hay que esperar más me mata.

—Sí lo sé. No es el primer caso de estas características al que me enfrento. Pero o lo hacemos bien o nos exponemos a que acaben con sus vidas. Son capaces de matarlas para que no hablen.

Tras varios minutos más de charla, por fin consigue calmarme y le cuento todo lo que recuerdo. Con mis indicaciones, es capaz de ubicar el edificio donde están Sara y las demás chicas. Me pide paciencia y me asegura que estarán allí cuando menos lo espere. Nada más colgar, me llega un mensaje avisándome de que tengo una llamada perdida que un número que no conozco. No le doy importancia, subo al coche y conduzco de vuelta. Segundos antes de entrar a la zona sin cobertura mi teléfono vuelve a sonar, y cuando voy a pulsar el botón la llamada se corta.

«¿Quién será?», me digo, y continúo hasta atravesar las puertas. Por el prefijo, el número parece de México. Por un momento estoy tentado a darme la vuelta, pero hay gente fuera viéndome llegar y tengo tantas ganas de entrar para saber dónde está Sara que no me paro.

Aparco en el mismo lugar y cuando salgo del coche me fijo en que las personas que vi antes son mi padre y Lorena.

—Izan. —Me llama y no puedo evitar tensarme—. ¿Has visto a Alacrán?

—No. —Temo que noten el latido en mis venas—. La última vez que lo vi fue cuando nos dejaste solos en la habitación. Después salió y no supe más de él.

—Todo esto es muy extraño. Él jamás ha hecho algo así.

—Igual ha ido a comprar algo. —Me encojo de hombros para disimular.

—No lo creo. Me hubiera avisado de alguna forma.

—Ya están aquí —habla Lorena y miro hacia donde mira ella. Cuatro vehículos se acercan dejando una gran nube de polvo tras ellos.

Cuando llegan, varias personas bajan de los lujosos coches. Por sus rasgos y vestimentas todos parecen árabes. Rápidamente pienso en el jeque del que Sara siempre me habla y un desagradable calor recorre mi cuerpo.

Se acercan a nosotros y saludan a mi padre en español. Se presentan como los sirvientes y entran todos juntos al edificio. Me giro para entrar con ellos y mi padre me detiene.

—Quédate aquí con Lorena. Si entramos todos seremos demasiados.

—¿Dónde van? —pregunto disimulando mi gran angustia.

—A negociar con la virgen. —Me guiña un ojo mientras se aleja y mi piel se eriza.

Miro por todas partes buscando la manera de huir con Sara si salen con ella por la puerta. Evitaré que se la lleven, aunque me cueste la vida.

La Marca de Sara - (GRATIS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora