Juego de luces y sombras

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Miranda aprovechó que todos estaban ocupados decidiendo donde sentarse, para agárrame del brazo y arrastrarme hasta la zona más alejada. Ian nos seguía, con la intención de sentarse con nosotras; pero un grupo de chicas comenzaron a rodearlo, obligándolo a sentarse en el centro de la sala, rodeado de todas sus fans. Dio una última mirada al lugar donde nos encontrábamos las dos sentadas, para luego volver su atención a todas las chicas que le estaban hablando.

La profesora se dirigió al frente, nos puso el video y apagó las luces, dejando toda la sala a oscuras.

-Muy bien. Aquí podremos hablar tranquilas, sin que nos moleste nadie –dijo Miranda mirando al frente, aparentando que veía el video-. ¿Qué querías decir, con lo de tener cuidado a la hora de hablar en clases?

-Al parecer Ian… -miré en su dirección. Con las luces apagadas, apenas podía ver su cuerpo entre tantas personas; pero si se podía llegar a distinguir su dorado pelo. Las luces del video, creaban un juego de luces y sombras sobre las facciones de Ian, haciéndole ver misterioso…, muy misterioso.

-Linnea, ¿acabas de suspirar?

-¿Qué? –“¿Había suspirado mientras miraba a Ian? No me había percatado. Sera mejor que busque una buena excusa”-. Sí. Es que estoy un poco cansada –dije volviendo a mirar a Miranda.

-Ya…

-A lo que iba –comencé a decir, con la intención de que no indagara más-. Al parecer, Ian nos ha estado escuchando esta mañana en la clase.

-¿En serio?

-Sí. Pero lo peor, es que se ha enterado del trato que tengo hecho con el director.

-Y ¿Se lo has contado?

-He tenido que hacerlo. Me lo ha preguntando estando en su coche, por lo que era absurdo ocultarlo por más tiempo.

-Espera un momento, rebobina. ¿En su coche? ¿Qué hacías tú en su coche? –me quedé un rato mirándola.

Sus ojos azules, a causa de la ausencia de luz, parecían dos ventanas a las profundidades del océano. Tengo que contarle todo lo que había ocurrido en la anterior hora. Pero no quiero tener que contarlo entre susurros, teniendo cuidado de que nadie nos escuchara. Tampoco sabía cómo podría reaccionar Miranda al escucharme. Podría acabar llamando la atención de todos los presentes.

-Luego esta tarde voy a tu casa y te lo cuento todo más tranquilamente. –Miranda se disponía a discutir, pero la corté-: Es mejor que te lo cuente en tu casa. Es algo bastante fuerte de escuchar. –Se le veía decepcionada por el hecho de no poder contárselo ahora-. Además, así podrás enseñarme eso que tenias tantas ganas que viera.

Espero que un recuerdo del comentario de esta mañana, le mejorara el ánimo. Asintió con la cabeza, para después desviar su atención al video. Cuando faltaban apenas cinco minutos para que acabara la clase, sentí una mano sobre mi hombro, provocándome un respingo. Automáticamente me giro, para ver a Seth sentado detrás de nosotras.

-Pero bueno, ¿y tú de dónde vienes? –le pregunté.

-Eh, tú te has saltado la hora de estudio, pues yo me salto esta –soltó de manera muy brusca. Miranda y yo nos miramos muy sorprendidas.

-Seth, ¿ha pasado algo? –pregunta Miranda con voz preocupada.  

-Nada. ¿Por qué tendría que pasar algo?

-Es que, no pareces estar como siempre –dijo Miranda.

-Pues os equivocáis, porque a mí no me pasa nada.

-Está bien. Si tú lo dices –dije, dándole la razón.

Era obvio que algo le ocurría, pero lo mejor sería no presionarlo; ya que lo único que conseguiríamos seria que acabara enfadándose más. Lo mejor era dejar el tema por el momento, y esperar hasta que decidiera contárnoslo –oh hasta que ya no pudiera seguir aguantando su enfado-, lo que ocurriera antes. El timbre suena, y con ello todos nos levantamos impacientes para marcharnos a la cafetería. Miranda y yo volvemos a la clase, para coger nuestras mochilas, mientras que Seth –que ya tiene su mochila en el hombro- se marcha en dirección a la cafetería para coger sitio. Llegamos a la clase, y tan pronto como agarramos las mochilas nos dirigimos a la cafetería.

-Oye –comenzó a decir Miranda-, ¿qué crees que le pase a Seth?

-No lo sé. Quizás ha pasado algo en esta hora que no ha estado. ¿Te ha dicho a donde iba?

-No me había dado cuenta de que se había marchado, hasta que al entrar en la clase, vi que no estaba detrás de mí.

-O sea, que no te ha dicho nada.

-No. Al igual que tú.

-¡Eh! –me quejé-. Que yo tengo una excusa más que razonable.

-Excusa que todavía no he escuchado.

-No seas impaciente –dije mientras le daba un ligero empujón.

-¡Linnea! –escuché gritar a lo lejos.

No hacía falta ni que me girara para ver de quien procedía esa voz. A estas alturas, la reconocería en cualquier lado. Ian muy pronto nos alcanzó cuando entrabamos en la cafetería.

-Miranda, ¿puedes llevar mi mochila a la mesa?

-Claro, ¿puedo preguntar a dónde vas?

-Voy a la cola. Tengo que comprarme algo para comer, ya que no he traído nada. –Sin falta de más explicaciones, pasé mi mochila por los hombros de Miranda, y después me dirigí a la cola.

En la cola no había muchas personas, y avanzaba a un ritmo constante; por lo que suponía que no tardaría mucho en comprarme algo de comer. Agarré una bandeja y comencé a llenarla de comida.

-Hola –giré la cabeza, para ver a Ian que se encontraba a mi lado con una de comida.

-Vaya, ¿tu tampoco re has traído almuerzo? –le pregunté curiosa.

-Me han dicho que la comida de la cafetería no está mal.

-¿Y la persona que te ha dicho eso es de fiar? Porque quizás quiera envenenarte.

Soltó una carcajada a mi comentario.

-Por esa regla de tres, tú también acabarías envenenándote.

-Yo llevo aquí todo el instituto –decía mientras cogía un plato de macarrones con queso-. Yo ya estoy inmunizada.

-Pues entonces para no acabar envenenándome, ¿qué me recomendarías para que cogiera?

-Los macarrones con queso o la hamburguesa. Y de postre la fruta –agarré una manzana del fondo, y llevé la bandeja a la cajera. Pagué mi comida y esperé a que Ian también pagara.

Cuando pagó nos dirigimos a la mesa. Por lo que pude observar, él había seguido mi consejo y había cogido al igual que yo, los macarrones con queso. Pero de postre había agarrado una naranja. Nos sentamos con Seth y Miranda.

Miranda no paraba de mirarnos a mí y a Ian, mientras asomaba por su cara una sonrisa. Yo decidí ignorarla, y disfrutar del almuerzo. Todos hablando con mucha normalidad. Esto era agradable. Me gustaría que todos los días llegaran a ser así.

Wooolas!!!

Siento mucho el retraso. Estuve estudiando para un examen de Física y Química, por lo que no me dio tiempo a escribir. Pero aquí está!

Disfrutadlo.

Chao!

Twitter: @LauraLDLRV

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Un toque de rockWhere stories live. Discover now