|03| Capítulo 31: Volver a verte

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BRUNO

Mis manos temblaban al igual que mis piernas, pero intenté parecer normal cuando la que me abrió la puerta no fue Mila, sino que una mujer mayor. De inmediato intuí que se trataba de su madre, pues eran muy parecidas excepto por el color de sus ojos. Los que me observaban ahora eran cafés claro.

Aclaré mi garganta.

—Hola —realmente esperé que mi voz no sonara unos tres tonos más alto, pero no sé si lo conseguí. —¿Se encuentra Mila?

Lo único que me faltaba, tener que esperar a Mila con su madre.

—Está durmiendo —arrugó la nariz. —No es buena idea despertarla.

Eso lo sabía.

Miré mis zapatos, nervioso, no podía irme, aunque Mila estuviese durmiendo, ya que yo no vivía a la vuelta de la esquina.

—Pero... ¿Quién la busca? —esbozó una leve sonrisa.

—Bruno.

Ella abrió un poco más sus ojos, como si se hubiese sorprendido con mi presencia. Asintió levemente y me echó otro vistazo de pies a cabeza que me hizo sentir algo nervioso.

—Bruno... si, Mila me ha hablado de ti —entrecerró los ojos y por un momento pensé en Mila hablándole a su madre pestes de mí, pero me sorprendió cuando abrió un poco más la puerta —Soy Julia, su madre, puedes esperarla dentro si quieres.

Asentí levemente y entré detrás de ella.

El silencio que había en esa casa no era normal para mí teniendo dos hermanas, solo caminé hasta la sala y me giré hacia la mujer para no darle la espalda. Ella me sonreía con amabilidad y me ofreció agua, jugo, comida y por supuesto a todo le dije que no.

Definitivamente si estaba nervioso por ver a Mila, estar conversando con su madre me daba terror.

—¿Y qué te trae por aquí? ¿Vives cerca?

—Ethan me trajo —le conté y de inmediato ella reconoció de quien hablaba. —Bueno... no vivo exactamente cerca... yo... yo solo he venido a hablar con Mila para solucionar unas cosas y...

—Claro. Eres la razón por la cual llegó llorando de su baile de graduación ¿Verdad?

Se me secó la garganta.

—No era mi intención, de verdad. Solo quería verla y pedirle disculpas, pero...

—Tranquilo —volvió a sonreír. —Por favor, siéntate. —Y eso fue lo que hice luego de unos segundos. —Entiendo que ustedes tienen... una historia.

Asentí levemente.

—Puedes subir a verla si quieres —aconsejó.

Pensar en despertarla no fue una opción, menos si estaba tan enfadada conmigo.

—No... mejor la esperaré hasta que despierte.

—Ya conoces su carácter —confirmó. —Pues ve y déjale esa rosa, luego te vienes a conversar conmigo. Hice galletas.

Decidí obedecerle.

No sé qué es lo que Mila podría haberle dicho sobre mí, pero su madre no se veía molesta por mi presencia en su casa, es más, parecía feliz de conocerme, lo que consiguió que me relajara un poco cuando me puse de pie y subí las escaleras para buscar su habitación. No me costó encontrarla, ya que la puerta estaba entreabierta y afuera había un cartel con su nombre.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora