|01| Capítulo 29: El baile de fin de año

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Fin de año.

MILA

Gustavo estaba mirándome de pies a cabeza, inspeccionándome, mientras yo estaba observándolo exhausta. Habíamos recorrido todo el centro comercial en busca de un vestido, pero a él nada le convencía cuando a mí ya me habían gustado unos tres.

—¿Y si te pruebas el púrpura? —sugirió.

Negué con mi cabeza.

—Si sigues pensando en que Gus te ayudará, no terminarás nunca —agregó Bastián.

Respiré hondo, empujé la persiana del probador y me metí nuevamente adentro. Me miré en el espejo por un momento, el vestido que tenía puesto era naranja. Odiaba ese color, pero Gustavo decía que resaltaba mis ojos. Rápidamente me lo quité y decidí que la próxima vez que buscara un vestido iría sola a comprarlo porque mis amigos no servían tanto para tomar decisiones.

Al llegar a casa lancé mi mochila al sofá y subí corriendo las escaleras, saludé a mamá con un grito y cuando entré a mi habitación sólo me tendí en la cama con el móvil en las manos. Tenía un mensaje de Ethan, él sería mi cita para el baile de fin de año.

Ethan: Ya encontré un traje.

Ethan: ¿Encontraste vestido?

Mila: No, pero estoy en eso.

Claramente no estaba en eso, pero ya estaba cansada de meter mi cuerpo en vestidos distintos.

El baile de fin de año era especial, sobre todo para los últimos cursos que ahora éramos nosotros. Era algo así como una despedida, ya que probablemente nunca nos volveríamos a ver. Todos iban a entrar a universidades diferentes para cumplir sueños distintos y el tiempo se encargaría de alejarnos. Podría haberle pedido a mi madre enviarme por última vez a un campamento de verano, pero no quise hacerlo, sólo quería concentrarme en buscar algo en lo que fuera buena para ir a alguna universidad que me aceptase.

Ir a un campamento de verano significaba volver a pensar en Bruno y ya no quería pensar en él. Todavía no consideraba que lo había superado porque todas las noches revisaba su chat para ilusionarme con que me escribiría... seguía viendo sus fotografías en redes sociales y cada vez detestaba más su forma de sonreírle a la cámara.

Tres días tuvieron que pasar para conseguir el vestido que quería. Gustavo, que se creía experto en moda, lo aprobó. Era un vestido rosa claro ajustado y con lentejuelas plateadas que hacían que brillara, tenía los hombros caídos y combinaba con las pequeñas flores que mamá quería colocarme en el cabello.

Me miré en el espejo cuando estuve lista. No sabía si estaba preparada para emprender una nueva aventura e ir a la universidad, ni siquiera tenía claro lo que me gustaba para poder postular a alguna. Tampoco sabía si estaba preparada para dejar el pasado atrás. Se estaba sintiendo demasiado desastroso dejar mi época escolar y de campamentos de verano atrás... como si estuviera prácticamente perdiendo una parte de mi vida.

Cuando bajé las escaleras, todavía descalza, pero digna, vi a Ethan sentado en el sofá junto a mi madre y su actual pareja, Louis. Ya nos habíamos conocido, mamá lo invitó a cenar una noche y nos habíamos llevado bien, era sumamente respetuoso y detallista con ella, lo que me encantaba, porque mamá se veía feliz. Me acerqué a ellos y la primera en mirarme fue mi madre, agrandó los ojos con sorpresa y se puso de pie emocionada.

—¡Te ves preciosa!

Ethan se giró hacia mí y me sonrió con cariño. Vestía un traje azul oscuro con una camisa blanca y una corbata del mismo color del traje. Se veía guapísimo... en realidad él siempre lo había sido, hoy no era un día distinto.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora