Capítulo 16: Feliz navidad

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—Ah... así que te gusta estar conmigo sólo cuando lo deseas —me dijo él mientras se sentaba en mi cama.

—Por supuesto que sí.

—De acuerdo, lo acepto —contestó con sencillez.

No pasaron más de dos segundos cuando Dafne comenzó a golpear mi puerta con fuerza.

—¡Mila abre! —de verdad estaba furiosa.

Bruno me observó con diversión en los ojos y luego comenzó a hacer ruidos extraños, como si estuviéramos teniendo sexo.

—Oh Mila... suéltame, por favor —se quejaba Bruno y yo ni siquiera estaba tocándolo.

Entrecerré los ojos.

—¿Sigo? —susurró.

—No, cállate.

Bruno iba a abrir la boca una vez más para continuar con sus sonidos extraños y yo se la cubrí rápidamente. Él estaba sentado en mi cama mientras yo estaba de pie junto a él, pero me pilló desprevenida cuando me cogió de la cintura y caímos ambos a la cama. Saqué mi mano de su boca y él me sonrió con perversidad.

—¡Mila! ¡Abre ahora mismo sino quieres que llame a una campista! —gritó una Dafne completamente furiosa.

Bruno rio en silencio y yo me uní, pero al cabo de unos segundos le tomé el peso a la situación.

—Llamará a alguien —me puse de pie, pero él me agarró de la cintura sin dejarme escapar.

—Dame un beso —susurró.

—Vamos, nos van a echar a patadas de aquí...

—Dame un beso y te suelto —sonrió con diversión.

—Bruno...

—Mila.

Le di un beso corto y me puse de pie.

—¿A eso le llamas un beso? —frunció el ceño.

—Confórmate.

—¿Quieres que te muestre lo que es un beso?

—Ahora no.

—Bueno, más tarde entonces, se me olvidaba que tú mandabas en la relación —sonrió con burla y se puso de pie. Me guiñó un ojo y luego abrió la puerta para salir.

Dafne estaba histérica pidiéndole explicaciones a Bruno quien sólo se limitó a decirle que entre ellos no había nada y que no iba a darle ninguna explicación, luego caminó fuera de la cabaña dejando a una Dafne asesina frente a mí.

—En cuanto a ti —se giró para mirarme —¡No vivirás en paz mientras estés aquí!

—Que miedo —sonreí sarcástica y luego cerré la puerta.

— —


La fiesta de navidad para mí tenía un sentido especial, pues la última que había pasado en familia fue antes de que mi hermano se extraviara, las otras fueron solas y nostálgicas, por lo que en navidad me gustaba estar tranquila, pasármelo bien y pensar en cosas positivas. Solía ponerme muy triste cuando llegaba la media noche y todos querían abrir regalos, ya que ahora no le encontraba sentido regalar cosas majestuosas para las fiestas.

La cena de navidad era un poco distinta a las demás fiestas, ya que en esta era la única en que todos se ponían su mejor ropa semi formal y conquistaban a quien querían con sus regalitos.

Me miré en el espejo por última vez y respiré hondo.

El vestido que me regaló mi hermano todavía me quedaba y seguía gustándome como la primera vez que lo vi y me lo probé. Era rosa pálido, apegado al cuerpo en la cintura y caía un poco más holgado hasta por encima de las rodillas. Valery se había esmerado en ondularme el cabello y maquillarme un poco pese a que odiaba sentir las pestañas pesadas con la máscara negra que a ella le encantaba.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora