Capítulo 8: Colapso

526K 32.9K 7.2K
                                    

—¿Puedes dejar de pensar en esa estúpida competencia? —gruñó Mila observándome.

—No —contesté sin mirarla.

—Dios... eres insoportable.

Respiré hondo intentando controlar mi molestia, pero ella seguía arruinando mi estadía agradable en ese campamento.

—¿Yo? ¿Yo soy el insoportable? —la enfrenté.

Estábamos en la cabaña a solas, pues eran alrededor de las siete de la tarde y ya nos tocaba ir a cenar, pero yo no quería ir, estaba tan enfadado que sentía que se me iba a reventar la vena de la frente.

—Si —insistió ella —Eres un insoportable.

—¿Y tú? ¿No te das cuenta de cómo eres tú? ¡Siempre te fijas en cómo soy yo y tú eres aún peor de lo que yo soy! —alcé la voz, al borde de un colapso enfadoso (si es que eso existía).

—Soy insoportable sólo porque me caes muy mal.

—¡No me interesa! —alcé la voz, ella se movió unos pasos atrás, pero la cadena la detuvo —¡No me importas! ¿Acaso no lo entiendes? Si pudiera soltarme de ti en este momento créeme que lo haría, pero no puedo.

—Yo también quiero alejarme de ti, estoy al borde de la histeria y tú lo único que haces es estar pensando en esa estúpida competencia que ya pasó y no participamos.

—Porque no te soporto ni un segundo a mi lado ¿no entiendes?

—¡Yo tampoco a ti!

—¡¿Entonces por qué demonios haces todo esto más complicado de lo que es?! ¡¿Por qué no de una jodida vez te olvidas del puto pasado?!

—¡Porque no quiero ser tu amiga!

—¡No tendría una amiga como tú! —grité y por supuesto que era cierto.


MILA

De verdad esto comenzaba a transformarse en un caos, pues estábamos gritándonos en medio de la cabaña y si nadie llegaba para detenernos iba a plantarle un puñetazo en la cara.

—¡¿Entonces qué diablos haces gritándome para que arreglemos nuestros asuntos?!

—¿No crees que ya es suficiente con que nos llevemos mal y encima te amarren a mí y nos llevemos peor?

—¡No! —contesté irritada —Si tengo que ser insoportable lo haré porque realmente no me importa hacer esta situación más grata sólo porque tú lo quieres así.

—¡¿Qué demonios hice para merecer esto?! —alzó la voz mirando hacia el techo.

—¡Quemar mis cosas por ejemplo!

—¡Pero eso ya pasó!

—¡No! ¡Quemaste cosas muy valiosas para mí!

—¿Tu ropa? —preguntó con sarcasmo —No quemé nada valioso, tú no eres capaz de valorar algo.

—¿Eres idiota o qué? ¿Crees que te odiaría de esta manera por mi ropa? De verdad eres un imbécil.

—Tu hermano estaría muy decepcionado de ti —bajó la voz y fijó su mirada grisácea en la mía. Esa mirada competitiva y orgullosa.

Tensé la mandíbula.

—¿Que dijiste?

—¡Que tu hermano estaría decepcionado de ti!

Me acerqué aún más a él y le di una bofetada tan fuerte que me dolió la mano.

—¡Eres un imbécil! —le grité cuando él estaba tocándose la mejilla con dolor —No te metas con mi hermano, él te odiaría como yo también lo hago.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora