Capítulo 19: Del odio a los celos

524K 32.3K 6.8K
                                    

MILA

Bueno, sí, más temprano que tarde le había confesado a Bruno —con otras palabras— que mis sentimientos estaban confundiéndose por su culpa —o por la mía, ya ni estoy segura—.

Respiré hondo cuando no encontré a mis amigos como lo pensé y me tendí en el césped junto a la toalla que llevé, miré las nubes por un momento, quizá me daban alguna señal o algo, pero no. Nada. Sólo no podía dejar de pensar en que la misma persona que destruyó todos mis recuerdos y que comencé a odiar con tanta fuerza, ahora era la misma que estaba confundiéndome, haciéndome sentir extraña en mi propio cuerpo y loca. Sí, definitivamente estaba loca.

Lo peor de todo es que sé muy bien que no me quiere de verdad, sé que es un juego y no dudará en hacerme daño y debo aprender si o si a lidiar con esta situación si no quiero salir lastimada.

Cerré mis ojos un momento y de pronto sentí que alguien me observaba, no tenía ganas de tener compañía si es que no eran mis amigas, pero cuando los abrí y vi a Julián de pie mirándome me sentí tranquila, no sé por qué. Quizá imaginé que sería el pelinegro, pero no, sólo era Julián.

—¿Qué tal? —me preguntó sonriente.

Luego se sentó a mi lado.

—Todo bien ¿y tú?

—Bien... —guardé silencio y él alzó una ceja mirándome —¿Te pasa algo?

—No... —mentí descaradamente —No es nada.

Él sonrió burlesco.

—Bueno, haremos como que te creo y todo bien.

—Gracias.

—¿Un chapuzón?

Me lo pensé un momento, pero la verdad sí hacía calor.

Me puse de pie y caminamos hasta la orilla de la piscina, él se quitó la camiseta y luego dejó a un costado sus zapatillas y calcetas, debo confesar que era todo mi tipo, pero el cuerpo de Bruno se me atravesó entre los pensamientos y tuve que desviar la mirada al agua.

No quise meterme de inmediato a la piscina, pero Julián no se lo dudó ni un segundo y se lanzó, luego nadó hasta acercarse a mí que seguía afuera.

—Vamos ¿No te meterás?

—Como que se me quitó el calor —sonreí.

Él rodó los ojos, luego caminó hasta afuera de la piscina y me abrazó intencionalmente para dejarme empapada, me observó travieso y finalmente terminé lanzándome igual a la piscina porque ya no valía la pena estar afuera envuelta en agua.

Estuvimos nadando por bastante rato, riéndonos, haciéndonos un par de bromas y conversando sobre cosas insignificantes, me contó un par de anécdotas de cuando era pequeño y lo hice reír cuando yo le conté que mi padre para enseñarme a nadar me lanzó a la piscina como un saco de papas.

Debo confesar que junto a Julián logré olvidarme de todos los pensamientos y sentimientos que Bruno me sacaba a la luz, y eso me hacía sentir sumamente tranquila... como si tuviera todo bajo control.

Apenas nos salimos de la piscina divisé a Bruno junto a Renato sobre sus toallas conversando, por supuesto Bruno no dudó en darme unas cuantas miradas marcando presencia, pero lo ignoré en todo momento o... eso intenté.

—¿No tienes toalla? —le pregunté. Cogí la mía del césped.

—No, pero el sol todavía pega fuerte... de seguro me seco igual.

—Tienes frío —me reí cuando vi que sus dientes castañeaban.

—Sí... sí... un poco —confesó.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora