Capítulo 7: Soportándonos

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Sonreí con victoria y continué duchándome. Realmente era muy difícil casi no ocupar la mano derecha y hacer todo con la izquierda, me sentía un inútil. Cuando terminé me sequé como pude quedando de todas maneras cubierto de agua y me envolví en la toalla.

—Te toca —salí de la ducha, enfadado.

—¡Al fin! —exclamó.

Estaba luchando con la toalla para que no se me cayera de las caderas mientras mi mano derecha estaba apegada a la puerta.

—Ni se te ocurra abrir porque te golpearé tan fuerte que quedarás inconsciente —oí la voz de Mila desde adentro.

—No me apetece verte desnuda —me burlé.

Divisé que dejó su bikini en la pared.

—¡¿Por qué te has quitado el bikini?! —le grité al igual como ella lo había hecho conmigo —¡No puedes desnudarte!

—¡Bruno! ¡No muevas la maldita cadena! —gritó desde adentro y me reí quedándome quieto.

Literalmente Mila estaba duchándose desnuda a mi costado... arrugué las cejas cuando el hueco que quedaba entre la puerta me hizo sentir algo extraño en el estómago. Respiré hondo. Mis hormonas no podían jugarme una mala pasada con una chica que detestaba, además no era un puto pervertido que espiaba a las chicas.

El agua se detuvo y supuse que había terminado. La oí quejarse e insultar a la nada y luego salió completamente molesta y, por supuesto, empapada.

—Esto es realmente incómodo —soltó furiosa.

—No me veas así, no tengo la culpa.

—Si nos lleváramos bien, no nos pasaría nada de esto.

—Entonces intentemos llevarnos bien.

—Ya no nos soltarán hasta el lunes por la noche y no quiero llevarme bien contigo —comentó sin despegar su mirada verde de la mía. No entendía como un ser tan pequeño como Mila podía ser tan desagradable... ¿cómo cabía tanto odio en esos ojos verdes?

Caminamos a la cabaña en completo silencio y Thomas se rio de nosotros en cuanto entramos.

—¿Qué les pasó? —rio —¿Se echaron a perder las toallas?

—Cállate idiota, esto es realmente incómodo —me molesté.

—Ahora son uno, no dos —comentó guiñándonos un ojo.

Lo miré pensativo, pero luego tiré de Mila hasta mi habitación.

—Un momento —se detuvo en seco a mitad del pasillo —Ahora me visto yo primero.

—Pero...

—Sin reclamos —zanjó —Tú te duchaste primero.

—De acuerdo —resoplé.

Su habitación era igual a la mía sólo que como la decoración la ponía ella, era súper diferente. Me senté en la cama porque el armario estaba justo al lado y Mila de inmediato comenzó a abrir cajones.

—Voltéate.

—¿Cómo quieres que me voltee? Me voy a romper el brazo —me quejé.

Su mirada enfadada hizo que me girara de todas formas con el brazo hacia ella y sólo sentí los tirones mientras se colocaba a su ropa interior a la velocidad de la luz.

—Ahora sí —habló, ya estaba abrochándose un short.

Me senté derecho y estiré el brazo que estaba doliéndome, no era cómodo tener el brazo hacia atrás. La observé en silencio mientras se vestía. Sus piernas delicadas, su cintura que podría rodear con mis manos, su trasero y luego sus pechos acordes a todo a su cuerpo. Pero ahí estaba, su rostro enfadado. ¿Alguna vez iba a conseguir que me sonriera de verdad?

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora