Capítulo 11: Carnaval veraniego

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MILA

El carnaval veraniego era de mis fiestas favoritas del campamento, pues siempre me he divertido muchísimo y más de alguna vez me gané una corona de flores por haber participado en una actividad. Como de costumbre me vestí con ropa cómoda, ya que era normal terminar en la piscina a eso de las tres de la madrugada. Terminé de colocarme las zapatillas y salí de mi habitación dirigiéndome a la sala.

Mis amigas estaban conversando sentada en el sofá, me uní a ellas en la conversación, pero justo cuando estaba hablándoles se quedaron atónitas mirando hacia el mesón.

—No están escuchándome —reclamé.

De inmediato sus ojos se fijaron en mí y me sonrieron inocentonas. Arrugué las cejas y alcé la vista hacia el mismo sitio chocando con Bruno. El muy idiota estaba con su traje de baño puesto y sin camiseta. Estaba buscando algo en el congelador pequeño que nos habilitaban dándonos la espalda, por lo que dejaba a nuestra vista su musculosa y gran espalda. Dios. Maldito Bruno.

—Hey... —oímos su voz y se giró hacia nosotras. Rápidamente las tres disimulamos una conversación súper espontánea.

Él aclaró su garganta con una sonrisa ladina.

—¿Les molesta si les saco jugo?

—No —contestó Valery de inmediato.

—Gracias.

Sólo la miré en silencio al borde de una carcajada. Bruno bebió un poco de nuestro jugo y luego lo guardó, caminó por el pasillo y se metió a su habitación.

—Con esa pinta podría sacarme el jugo que quisiera —susurró Valery.

La golpeé con un cojín.

—Sucia.

—Admite que está gua...

Su voz se cortó cuando Bruno nuevamente apareció con una camiseta gris apegada a su cuerpo. Fingí muy bien que no le miré los brazos y que no lo encontraba guapo, en absoluto. Él sólo nos regaló una pequeña sonrisa y salió de la cabaña seguro para encontrarse con sus amigos.

Luego de un rato, cuando Valery había terminado de maquillar sus ojos con una sombra brillante, nos dirigimos al centro del campamento, en donde estaba repleto de árboles, césped y las piscinas se encontraban a un costado con vistas a las montañas. Todo el lugar ya estaba completamente decorado con luces, flores, bancas, comida, entre otras cosas. La música ya estaba a un volumen relativamente alto mientras todas las personas comenzaban a acercarse a participar de actividades o comer de los pasteles y dulces de las mesas.

Valery y Emilia rápidamente se encontraron con los chicos y me quedé junto a ellos mientras compartíamos un par de gaseosas. Todos los de la cabaña, excepto Dafne, estábamos ahí. La noche se apoderó del lugar rápidamente y la música subió de volumen, las actividades continuaban, pero de todas maneras había otro sector del campamento con chicos de nuestra edad que estaban en la piscina, otros bailaban en medio de la nada, gritaban entonando la canción que sonaba y otros bebían alcohol que metían sin permiso en sus gaseosas.

—¡Vamos a bailar! —me gritó Val cogiéndome del brazo y arrastrándome hasta el centro de la nada junto a los demás. Había muchísimas personas allí y era un poco complicado movernos sin chocar con los demás. Ya no podía oír a Valery, sólo la veía saltar y reír con diversión entre la multitud.

Me uní a ella coreando la canción que no sonaba:

«He said: One day, you'll leave this world behind

So live a life you will remember

My father told me when I was just a child

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora