Prólogo

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Mila 13; Bruno 14.

¿Por qué nunca se había fijado en él?

No era un chico que pasara desapercibido, incluso podría ser, tal vez, el chico más atractivo del campamento.

¿Por qué nunca lo había visto entrar a la cafetería?

Mila tenía los ojos bien abiertos, como si de pronto hubiese descubierto algo extraordinario. Sus ojos verdes observaban en la distancia a un chico más alto que ella e incluso más alto que todos sus amigos, de contextura delgada y con brazos fuertes. Él se sentó un par de mesas alejado de ella, pero quedó frente a frente en la distancia, pero él pareció ni siquiera fijarse que la chica de trece años lo observaba deslumbrada.

¿De ese color eran sus ojos o sólo eran lentes de contacto? Al fin y al cabo... había algunos chicos que les gustaba experimentar y utilizarlos.

—... Y nada, creo que podríamos ir por un helado luego de almorzar —la voz de su amiga la despertó, pero no fue lo suficientemente rápida como para que Valery y Emilia no se dieran cuenta de que estaba embobada mirando a un chico.

Las dos se giraron hacia la mesa de atrás con los ojos levemente entrecerrados.

—Estás mirando a Bruno —sonrió Emilia, luego se giró hacia su amiga.

—Seguro que sí, todas se quedan mirándolo —apoyó Valery.

—¿Bruno...? —los ojos verdes de Mila se posaron en Emilia.

¿Por qué Emilia sabía el nombre del chico y ella no?

—Ya habías tardado en fijarte en él.

Casi se atraganta con el sándwich.

—Yo no me...

—Es obvio que sí, Mila —Valery esbozó una sonrisa burlesca.

—Ni siquiera sabía que su nombre era Bruno.

—No necesitas saber su nombre, lo estabas mirando como a un pedazo de carne...—rio Emilia.

Las mejillas de Mila se tiñeron de rojo, la habían descubierto.

—Sólo...sólo me ha parecido...mmh...guapo.

—Ciega no eres —continuó Valery.

—¿Desde cuándo asiste a este campamento? Nunca lo había visto.

—Desde siempre, igual que nosotras. Es uno de los candidatos para ser el capitán del equipo de Futbol Americano, todas las chicas lo adoran.

—¿Ustedes... también?

Mila sintió una pequeña presión en el estómago al pensar que Emilia o Valery estaban enamoradas de él, ya que se habían hecho amigas hace nada y desde ese verano no se separaron jamás. Iba a ser muy decepcionante para ella haberse fijado en un chico del que una de sus amigas pudiese estar enamorada.

Pero sus hombros se destensaron cuando Emilia sacó la lengua, con asco.

—No —la apoyó Val —. Es muy guapo, sí, pero suele ser idiota.

—¿Por qué?

—Sólo está interesado en el deporte, nada más.

—Pero eso no es ser un idiota.

Mila no sabía por qué ahora estaba defendiéndolo.

Emilia esbozó una sonrisa y Valery la apoyó.

—Ya caíste. Quizá tengas más suerte que las demás y puedas hablarle...

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora