Capítulo 15: Tentación

535K 33.5K 16.3K
                                    

Cuando llegamos al campamento estuve horas en el médico haciéndome radiografías y moviendo el tobillo de un lado a otro, pero finalmente el médico confirmó lo que Bruno había dicho... sólo era un resentimiento por haberme doblado el pie tan fuerte, pero no era nada grave, así que sólo me vendó el tobillo y me dio algunas píldoras por si me dolía, aunque lo que más dijo era que debía caminar mucho más.

Por supuesto no lo hice y lo primero que hice al llegar a la cabaña fue encerrarme en mi habitación para dormir.

Pero casi a la media noche alguien entró en mi habitación y yo me asusté tanto que le lancé una almohada.

Era Bruno. Él la cogió en el aire y la volvió a poner sobre mi cama.

—Imbécil me has asustado.

Sonrió.

—¿Cómo estás? ¿Qué te ha dicho el médico?

—Sólo es el resentimiento...

—Lo sabía —se sentó en mi cama con confianza y yo me moví unos centímetros. —Estoy aburrido —arrugó la nariz.

—Es hora de dormir —le dije girándome para darle la espalda.

Él apoyó una mano en mi brazo suavemente.

—¿Y si me acompañas a caminar un poco?

Resoplé.

—¿A esta hora? —pregunté sin mirarlo.

—Sí.

—¿Dónde?

—Al bosque, qué sé yo.

Me giré para verlo.

—De acuerdo.

Me puse de pie, cogí un short y una camiseta gigantesca con las que dormía, me puse zapatillas y luego una sudadera. Las noches eran más frías ahora.

La cabaña estaba silenciosa por lo que entendí que todos ya se encontraban durmiendo. Caminamos en silencio hasta estar en el exterior y comenzamos a caminar sin ninguna dirección adentrándonos en el bosque cerca de las piscinas. Mucho más lejos de lo que pensamos nos sentamos en el césped entre los árboles.

—¿Sabes algo?

Él me observó de inmediato.

—No nada... olvídalo —sonreí.

—¿Qué ibas a decir?

—Nada.

—Mila.

—Bruno.

—¡Pero dimeeee!

—No era nada, de verdad.

—Dime o...

—¿O qué?

Me observó desafiante y se lanzó sobre mí para hacerme cosquillas. Había dado justo en mi punto débil, yo era súper cosquillosa. No podía gritar porque alguien nos escucharía, pero no pude evitar reírme a carcajadas y pedirle que se detuviera, ya comenzaba a dolerme el estómago, de seguro me meaba. Finalmente luché tanto que terminé zafándome de su agarre, me puse de pie y comencé a correr con todas mis fuerzas, aunque el tobillo no me acompañó demasiado, pues sólo unos metros más allá Bruno me cogió de la cintura y su torso chocó con mi espalda.

—Dime —oí su susurro en mi oído.

Me estremecí.

Me giré a mirarlo, él todavía no sacaba sus manos de mi cintura y estábamos muy cerca... la diferencia de altura era muy notoria.

¡Eres mio! ImbécilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora