Capítulo 10: Un simple juego

En başından başla
                                    

—Soy el tipo de persona que prefiere una sonrisa bonita.

—Se supone que estamos diciendo verdades.

—Es en serio —se defendió.

—Está bien... a ver... cuando te vi este año me sorprendió tu cuerpo.

—¿Para bien o para mal?

—Bien, claro —contesté. Sentía mis mejillas arder.

El rio con la voz grave.

—Me gusta tu cuerpo.

—Me hubiese aburrido aquí sin ti.

—Yo también —confesó.

—¿Cuál fue tu primera impresión al verme? —pregunté con curiosidad.

—¿A los trece años?

—Si y también este año.

—Cuando te vi por primera vez... bueno... no estaba interesado en las chicas. Sólo me preocupaba el equipo de F.A.

—¿Y este año?

Él rio.

—Bueno. Estás más grande y más... atractiva. Detestaba confesar que te miraba sin que lo notaras, pues te odiaba.

—¿Odiaba? ¿Ya no me odias?

—Sigo odiándote, dijiste que había diferentes niveles de llevarnos mal.

—Verdad —sonreí. —¿Lloras con facilidad?

—No —contestó de inmediato —. Si alguna vez me ves llorar es porque estoy al borde de un precipicio, no hay espacio para el llanto en mi vida.

—¿Cuándo fue la última vez que lo hiciste?

—¿Qué cosa? —oí su voz pícara.

—¡Llorar! No seas cerdo.

Él rio.

—Pues no sé... ¿a los siete años? Cuando vi a mamá coger sus cosas y largarse de casa. Y también cuando noté que nunca iba a regresar.

—Guau. Hace once años.

—Sí.

—¿Fumas?

—No. Lo hice un par de veces, pero el futbol no me lo permite.

—¿Bebes?

—A veces —contestó —, para compartir.

—¿Quién te dijo que te unieras al equipo de fútbol americano?

—Nadie. Los vi jugar una vez, quise entrar y aquí estoy.

—¿Tienes equipo afuera?

—Si, este mismo, pero tenemos otro nombre y otro entrenador. Hay más personas y algunos de aquí no están, pero seguimos siendo un poco los de siempre.

—¿De verdad?

—Sí, somos los halcones.

—¡Genial!

—No sé en qué momento esto se volvió un "Interroguemos a Bruno", pero dime... ¿Qué haces tú por la vida? ¿Eres fan del sedentarismo?

—Definitivamente. Nunca he sido buena haciendo deportes.

—Tu cuerpo dice lo contrario —contestó y yo rodé los ojos.

Aclaré mi garganta para continuar hablando.

—No sé... —intenté no parecer nerviosa —Me gusta caminar, leer y... bueno... cosas no tan productivas.

—A mí también me gusta caminar.

¡Eres mio! ImbécilHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin