Capítulo 4

3.2K 302 55
                                    

***Narradora***

-¡¿Viene en camino?!

El primer ministro estaba de frente a Elsa y Anna, ambas estaban almorzando en las jardineras traseras del palacio.

Anna preguntó con una cara sorpresa, de no verlas venir.

-Así es, llegaría mañana desde temprano, así que hoy ya alistaremos sus alcobas de invitados y el desayuno para charlar – Explicó el señor.

-Gracias ministro – Dijo Elsa apartando la rebanada de pan de jengibre con miel de abeja – Por las noticias.

El ministro se retiró deseando provecho a la reina y princesa. Elsa se puso en pie y de inmediato su hermana le llamó.

-Elsa ¿Qué piensas? ¿De.....

-Pienso que ahora disfrutaré mí tiempo a solas, después de este príncipe no tengo idea de lo que suceda.

Anna recogió sus platos sucios para llevarlos a la cocina, respetó el comentario de Elsa y por lo tanto decidió realizar sus labores.

La reina se encargó de tomar un libro y salir a pasear, encontrar un rincón del reino donde poder sentarse para leer.

Los dos guardias aun la seguían desde sus espaldas a una distancia respetable.

Encontró una fuente a las orillas del pueblo, justo daban vista al comienzo del bosque entre los arbustos y los pinos.

La platinada tomó asiento a la orilla, le gustaría compartir la lectura con el ruido del agua cayendo a sus espaldas. Por lo tanto, abrió el libro en las páginas donde se había quedado y comenzó a pasar las palabras, la historia.

Había leído entre 5 hojas enteras, apartó la vista de las letras para frotar sus puños en sus párpados y descansar un momento la mirada.

-Hola.....-Escuchó un seco saludo provenir a un costado del camino a la fuente.

Se giró sin mucho movimiento para ver al peliblanco avanzar hasta ella, vestía igual e igual llevaba su cayado en mano.

Le miró con seriedad, esperando que no lo corriera o le tratara mal.

-Hola – Elsa miró a sus guardias y con una señal leve de la mano, les hizo saber que todo estaba en orden.

-¿Puedo? –Dijo señalando con su mentón una orilla de la fuente.

-Adelante –Respondió mirando de nuevo su libro sin muchos ánimos.

Jackson pasó a sentarse a un lado de ella dejando su cayado recargado en la fuente. No la miró, sino quedó su mirada suspendida entre los pinos, respiró hondo disfrutando un rato de paz.

-¿Qué quieres? –Preguntó Elsa al ver que no hablaba.

-Pasar el rato contigo, si no quieres hablar lo entiendo, sólo.....quiero unos segundos de paz a tu lado.

-¿Quieres sentir paz para ya no sentir el peso de estos años sin ti?

En cuanto Elsa lo cuestionó, Jack rodó los ojos enfadado.

-¿Vas a continuar con eso?

-No se trata de continuar, así se quedó.

Jack se giró para verle con el ceño fruncido a la ligera, Elsa apartó sus ojos a un lado.

-¿Por qué abriste la ventana?

-Hacía...bochorno.

-¿En invierno? Y sobre todo ¿Tú? – Jack le miró con una expresión apática de no creerle.

-Yo....- Elsa no tenía que ponerse en esa situación, no podía ponerse a la defensiva con Jack y sobre todo con el tema del príncipe – Yo quería ver que cumplías tu palabra.

-Ya te lo dije, pasen los años que pasen, yo seguiré siendo tu guardián.

Elsa se giró para conectar con ambas miradas azuladas. Por un segundo, era su infancia. Ella necesitaba abrazar a Jack, y si lo amerita, llorar en su hombro, tal como lo hacía de niña.

Entonces se recorrió y sorprendió al peliblanco abrazándolo.

Este tenía las manos inmóviles, sin saber cómo reaccionar con Elsa pegada a él, y levemente, bajó las manos para devolverle el abrazo.

-No sabes lo mucho que te necesité – Liberó en un suspiro que llevó una lágrima.

-Y por eso pido perdón, por tanta ausencia, pero hoy, niña, no te voy a defraudar.

Jackson se apartó hacia atrás para sonreírle con ternura, pero borró la expresión de verle la lágrima.

-¿Qué sucede?

-Nada con importancia –Contestó la platinada borrando la lágrima de su mejilla – Mañana llega un príncipe.

-Un príncipe.

-Sí, de las Islas del Sur. Resulta que debo tener un rey en Arendelle.

Jack miraba con una expresión seca a Elsa, se giró para ver al suelo.

-Y eso te angustia.

-Y mucho –Afirmó Elsa – Nunca me he considerado dependiente de un hombre, un marido y mucho menos de un rey, pero debo tenerlo. O eso se espera, tenemos que ver las disposiciones del príncipe.

-Tú confía en ti –Dijo poniendo la mano en su hombro – Actúa como la reina que eres, sin esperar nada de nadie, es tu reino y tú lo conoces mejor que nadie – Esta última frase hizo surgir una pequeña curva a la esquina de la sonrisa de Elsa – No dejes que alguien lo manipule.

Bajó la mano a un costado de su cuerpo, quedando encima de la de Elsa.

-Eh ...- Elsa quitó con delicadeza su mano para juntarla con la otra sobre la pasta dura de su libro en el regazo - ¿Por qué no vienes mañana a compartir el desayuno?

-¿Yo? – Jack bufó una media sonrisa de sarcasmo - ¿No crees que fue suficiente las caras extrañas el día de la víspera de invierno?

-Vamos, fue diferente.

El peliblanco negó con la cabeza liberando un suspiro hacia el cielo. Se giró de nuevo y Elsa aun le miraba en espera de una respuesta.

-¿Puedo dejar el cayado en tu habitación?

-Claro – Elsa entendió un "sí" con esa pregunta.

Jack sabría que se arrepentiría pero no era momento de negarle más momentos así a Elsa, tenía que estar para ella tal como lo había prometido.

Ambos continuaron hablando, sobre los recuerdos que se tenían del otro antes de todos los años pasados con Jack fuera de la vida de Elsa.

El Sol terminó escondiendo sus primeros rayos mientras daban fin a su charla.

-Mañana será desde temprano, así que debo estar dispuesta.

-Nos vemos entonces –Jack se puso en pie.

-Hasta mañana –Se despidió la reina poniéndose en pie.

El peliblanco le dedicó media sonrisa de labios cerrados, se dio vuelta para irse caminando entre el camino que daba al bosque. Elsa sabía, caminaría lo más lejos posible para irse volando.

Se dio vuelta y notó que sus guardias habían tomado asiento. Ya era hora de irse.

The Guardian Queen. 1er LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora