Visita inesperada

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—Sencillamente porque me divierte —le digo mientras observaba mi indumentaria; una camiseta negra con rallas rojas y unos de mis vaqueros rasgados.

Dirijo la mirada a Miranda, que se reía mientras muerde su sándwich. Ella lleva una camiseta azul claro, a juego con sus ojos; unos sencillos pantalones plancos pitillo, con unas manoletinas, también blancas. Y el pelo suelto, le caía sobre los hombros.

Seth, seguía con unos pantalones grises con muchos bolsillos y trabas, y unas deportivas muy gastadas negras y blancas.

Y yo remataba, con unos botines de motero negros con hebillas doradas y una chaqueta de cuero.  Seguido de una coleta alta, que quitaba los mechones morados de mi cara.

—Hay una cosa que tengo que contaros –dice Seth, mientras se incorporaba y daba golpecitos en la mesa con las manos.

—Eres gay ¿no? –suelto yo de pronto.

—¿Qué?

—Eso no es algo que tengas que ocultar. Además, lo sabíamos desde hace mucho tiempo —iba diciendo yo como si nada, sabiendo que era mentira. Únicamente lo decía para molestarle.

—¡No soy gay pedazo de imbécil! —me grita, mientras yo me reía en su cara, y él aprovecha para tirarme patatas a la cara—. Lo que tengo que deciros, es que hay un nuevo alumno en el instituto.

—¿Un alumno nuevo? —pregunta Miranda.

—Me pregunto, ¿qué clase de chico será, para que le admitan en mitad del curso? —pregunté mirando a los dos.

—Pues no sabría decirte —dice Seth, sujetando una botella de agua.

—¿Y tú como te has enterado? –pregunto.

—Me enteré mientras estaba esperando fuera del despacho del director.  Se lo escuché decir a la Sra. Morris.

—¿Y tú que hacías allí? —le pregunta Miranda.

—¿Qué has hecho esta vez? —suelto yo, mientras apoyo el pie en el borde de la mesa.

—Pegué a Westley a primera hora y lo deje K.O —dice él como si nada. 

Yo empiezo a reír a pleno pulmón, para luego chocarnos las manos.

—Por Dios. Sois como críos —nos dice de pronto Miranda. Por lo que le tiramos patatas a la cara y comenzamos a reírnos todos.

Este, era el tipo de ambiente que tanto me gustaba; estar aquí con ellos y reírnos de cosas absurdas. Me daba igual lo que dijera la gente, o lo que pensaran de nosotros. Yo disfrutaba de la compañía de estos dos “elementos”.  

—Mira quien está allí —dice de pronto Seth, señalando con la cabeza la entrada de la cafetería, donde se encontraba Jennifer. “Qué pena que la paz dure tan poco…”—. La Srta. Pompones.

—Yo la llamo, Mrs. Tetas de silicona –digo poniendo una mala cara nada más verla. A lo que todos nos reímos.

Jennifer era de esas chicas que cuantas más tetas y dinero tienen, menos neuronas conservan. Ella, con su pelo pelirrojo y su sequito de “animadoras robot” que siempre estan con ella.

Veo como van acercando a nuestra mesa, y seguramente no para decirnos algo agradable…

—Vaya, si es el dúo gótico, ¿qué pasa? ¿Queríais tomaros un descanso de matar gatitos? —Sus clones rieron las gracias de Jennifer—. Miranda, no entiendo porqué pierdes el tiempo con  estos bichos raros y no te vienes con nosotros.

—Eso es porque estos bichos raros, tienen más inteligencia que unas animadoras con tetas postizas –les digo con una sonrisa radiante en mi cara. A lo que Seth intentó aguantar la risa.

Un toque de rockWhere stories live. Discover now