Recargo mis manos en la pared y niego con la cabeza una y otra vez a lo que me dice primo.
—¿Cómo lo tomo ella?—pregunto observándolo de reojo, este niega con la cabeza constantemente—;¡Joder! ¿Dónde está el idiota de su marido cuando se le necesita?
—Señor—interviene— mando a Dwight a colocar mordedores en la zona, dijo que clausuraría aquella zona.
—¡Se lo que hice! —giró sobre mis talones a enfrentarlo—, ¡Ve y ayuda a ese idiota!
Él con un asentimiento comienza a correr por el pasillo para después desaparecer de mi vista; jugando con "Lucille" pasándola de mano en mano, la dejo recargada en la pared. Observando mis manos, noto que no he limpiado la sangre de ellas, y embarrándola en mis bolsillos traseros me lleva un tiempo quitarla, pero hasta despojarla de mis manos me decidió entrar a mi oficina.
Todo se encuentra fuera de su lugar, el escritorio donde se hizo una cama improvisada hay un pequeño charco de sangre; apreté los labios y la imagen de Bea estar acostada ahí invadió mi mente; no quiero volverla a ver en una situación así.
Mis dedos tocan la madera y el desagrado comienza a crecer en mi garganta; el cual es aumentado por leves sollozos.
Con prisa me acerco al lugar donde provienen, llegando al cuarto de baño. Escondiéndome, me dedico a ver cómo llora, las lágrimas resbalan por sus mejillas y ensucian su camisa.
Mi corazón comienza a sentir una opresión al ver cómo trata de colocar los mechones de su cabello.
Primo dijo que; había recibido una herida grave al caer junto con el mordedor, necesitaba cortar todo su cabello para poder cerrar la herida y darle los medicamentos necesarios para que no entrará en especie de shock. Pero ahora mismo, se le notaba más rota que nada.
—No lo necesitas—comentó recargándome en el marco de la puerta y la observo por el espejo.
Ella tallando sus ojos, alza la mirada y me observa de la misma manera.
—¿Sigo siendo bonita?
Inevitablemente una sonrisa cae en mi rostro, era ella la inocencia en persona.
—Si, aún eres bonita.
Ella por inercia, sonríe.
