Inevitablemente una sonrisa inundó en mi rostro al notar que ella se apegaba más a mi. Sus pálidos brazos temblaban cada vez más a tal grado que estos se movían de una manera exagerada.
—Creo que no es buena idea que sigamos. Volvamos y lo esperaremos ahí—comenta entre tartamudeos.
Girando sobre mis propios talones, quedo frente a frente con ella, separándola un poco de mi, ella comienza a hiperventilar, sus labios se entreabren por un intento de tomar aire.
—Oye, tranquila. Mientras yo esté aquí, nada malo te pasara, —le doy ánimos, que al parecer son inútiles. — Bea, mírame, ahora mismo.
Entre temblores inútiles, me observa. De sus ojos comienzan a salir lágrimas que ensucian sus pómulos.
No puedes protegerla.
Eres débil, ella morirá por tu culpa.
Lo sabes muy bien.
Haciendo el mayor esfuerzo posible por ignorar las risas que me rodeaban. Doy un paso más, sin embargo, las hojas comienzan a tronar; —no son mis pasos—, girando de una manera rápida, algo tira de mi costado derecho y me tira al suelo.
—Hace mucho que no veo a una pequeña niña bonita.
Una voz sumamente ronca provoca que alce la mirada, un hombre con bigote, observa de pies a cabeza, a Bea, mientras que con un arma le apunta en su cabeza; mientras que un hombre regordete me apunta a mi, Ellos harán el trabajo, que tú no has podido hacer. Bea de una manera sumamente inútil, alza su arma que se mueve constantemente por sus temblores.
—Aléjate de ella —ordeno en voz alta provocando que él delgado me mire de reojo con una sonrisa arrogante—; o serás comida de mordedor.
—¿Qué harás? —pregunta burlonamente mientras se acerca de manera peligrosa a Bea.
Su amigo regordete, me toma por el cuello, mientras que me obliga a observar la escena. La rubia da pasos atrás y puedo observar como sus piernas tiemblan.
—¡Negan, Negan, Negan! —me llama entre lloriqueos, tratando de zafarme del agarre del que me sostiene, me toma con más fuerza.
—A penas empieza el espectáculo, disfrútalo—escupe sobre mi oído con una risa amarga.
—¡Negan, Negan, Negan, ayúdame!—suplica la rubia mientras es acorralada en un árbol. Su verdugo se relame los labios...
No puedes protegerla.
Eres idiota.
Eres malo.
Morirá enfrente tuyo.
No la pudiste proteger.
Das asco.
Deberías estar en su lugar.
De una manera imprevista el hombre coloca una mano en su seno provocando un alarido por parte de Bea, este sin vergüenza alguna comienza a recorrer todo su cuerpo.
—Mátalos, que no toquen lo que es tuyo—la voz gruesa de BlurryFace se hace presente.—Te ayudaré.
—¿Qué tengo que hacer?—susurro.
—Dejar que te domine, vas a matar a esos hijos de puta. ¡Ahora!
Llevando mis manos hacia atrás, tomó la cabeza del hombre que se mueve para zafarse de mi duro agarre; ¡Rómpele el cuello!, y así como la ordena cara borrosa, rompo el cuello del hombre.
Caminando a zancadas grandes y fuertes, tomó por el cuello al hombre —que se encontraba distraído— para arrojarlo con fuerza al suelo. Golpéalo hasta que deje de respirar. Y con aquella simple orden, colocándome arriba de él, doy el primer golpe en su cara, con fuerzas.
Y los sollozos de la pequeña mujer indefensa, Bea, me obligan a no detenerme, su rostro comienza a deformarse pero no puedo parar, sin embargo, una mano en mi hombro me hace girar.
La rubia me observa con sus ojos cristalizados, y niega con la cabeza, bajando lentamente mi brazo y deshaciendo mi puño, me levanto de poco a poco para poder enfrentar a lo que me diga; sin embargo no lo hace.
—Mientras estés conmigo, nada malo te pasara y si sucede, me encargaré de que todos paguen. No tienes porque tener miedo, conmigo no. —comente con desesperación en cada una de mis palabras—; Puedo contener tu miedo, —acercándome a ella, colocó una mano en su espalda y la atraigo hacia mí para poder envolverla en un abrazo—. Ellos no eran humanos, eran monstruos.
—Todos los monstruos, son humanos. —responde correspondiendo el abrazo.
