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- Tu misión será destruirlo - dijo Saruman, tu maestro - esta será tu última prueba.
Te entrego una daga la cual tendrías que encajar en el pecho del rey elfo.
- Y ¿si no lo logro? - tomaste la daga y lo miraste a los ojos - ¿qué pasará conmigo?
Se quedó pensando un momento, cuando finalmente dijo:
- No lo sé, porque no fallarás.
No era la primera vez que hacías esto, matar a alguien para ayudar en los planes de tu maestro, más si era la primera vez que matarías a alguien tan importante como un rey, pronto te pusiste en marcha hacia el reino, estaba todo planeado, fingirías ser raptada por unos orcos, cuando alguien viniera en tu ayuda y te adentrara en el castillo encontrarías la forma de llegar hasta el rey. Dio la casualidad de que cuando tu caravana pasaba el rey daba una paseo lo que te facilitó las cosas. Finalmente te rescató.
- ¿Se encuentra bien? - se inclinó para estar a tu altura, pues en ajetreo te habías caído.
- Si, no es nada - lo miraste y no pudiste evitar el contemplar su belleza.
- Será mejor que me acompañe para asegurarnos de que todo se encuentra en orden. Te llevó a su castillo, te revisaron y al ver que estabas bien, te invitó a quedarte un tiempo con el, aceptaste y el plan se puso en marcha, el tiempo fue pasando y él se fue enamorando poco a poco de tí, y tú empezaste a sentir un poco de afecto hacia él.
Un día cuando ambos se encontraban dando un paseo el te preguntó lo siguiente.
- ¿Has pensado en casarte? - la pregunta te tomó por sorpresa.
- Pues sí supongo... - contestaste no muy segura, era un tema en el que no pensabas mucho.
- ¿Supones? - preguntó curioso - ¿es acaso que no está en tus planes?
- Bueno, si está en mis planes, pero no es algo que sea mi prioridad - dijiste con cierta duda del porque preguntaba eso - además que yo sepa eso no es de su incumbencia, el que yo quiera casarme o no, no tiene de que preocuparle.
- Claro que me preocupa - se acercó a ti y susurró en tu oído - porque yo quiero que te cases conmigo.
La boda no tardó en llegar, estamos hablando de que al rey no se la hace esperar, la noche de bodas era oportunidad perfecta para terminar con el plan. Después de celebrar la ceremonia y de consumada la noche de bodas,te levantaste de la cama, como habías puesto un cedante en las bebidas de tu reciente esposo este dormía profundamente, buscaste entre tus cosas la daga que Saruman te había dado y te dispusiste a cumplir con tu misión.
Regresaste a donde minutos antes el rey Thranduil te había demostrado el amor que sentía por tí y te arrodillaste a su lado. Elevaste la daga a la altura de tus ojos, lo miraste por última vez, no pudiste evitar sentirte mal por lo que ibas a hacer, en el poco tiempo que llevaban juntos habías conocido lo que era que te amaran, decidida descargaste la puñalada que acabaría con su vida, pero la detuviste antes de que siquiera tocara su piel, temblabas, no podías hacerlo, te habías enamorado y no había marcha atrás, volviste a tomar coraje pero aún así no pudiste, como lo ibas a matar de esa forma tan cobarde, pensaste un momento y te diste cuenta de que no lo matarías de ninguna forma, lanzaste la daga a algún lugar de la habitación y dejaste que esta vez tu corazón tomara una decisión y no tu trabajo.
