Capítulo 39

181 37 42
                                    

Coloca por fin las llaves y abre la puerta.
—Wow...—Es lo único que puedo decir, tratando de que mis ojos no se salgan de las órbitas.
El departamento es enorme. Tiene una decoración fria, pero elegante. Todo está ambientado en un estilo minimalista. Cortinas blancas de una tela transparente dejan entrever el enorme ventanal por el que se ve toda la ciudad. El suelo es de color negro, impecable. Sillones blancos dispuestos alrededor de una mesita ratona de vidrio con un florero, con flores blancas también, en el centro.

Un mueble enorme contiene una gran cantidad de libros de todos los géneros, perfectamente colocados y ordenados por colores. Mis ojos comienzan a buscar algún animal que le haga compañía a este imponente hombre, pero no hay ninguno a la vista. Luego prestando más atención logro ver un gran acuario que funciona como pared separadora de espacios. Su iluminación es exquisita, dandole a todo el ambiente un tono azulado. Peces de todos los colores pueden verse a través de el. Algunos en tonos blancos, y logro visualizar un solo pez que se distingue de los demás, no se el nombre de su especie pero me recuerda mucho a Dory de la película "Buscando a Nemo".

  —Ponte cómoda—Me dice guiñando un ojo mientras se quita el saco colocandolo sobre el sofá.

— Lo estoy—Digo aclarándome la garganta. Este lugar me ha dejado atónita.

Este encuentro me recuerda mucho a aquella vez en el acuario. El ambiente es casi el mismo. Estamos rodeados de una iluminación azulada con peces a nuestro alrededor, y al parecer Ciro tampoco planea esta vez tener algo más íntimo. Parece querer mostrarme nuevamente otra faseta.

Me desplazo lentamente hacia un sillón, dejo mi bolso a un lado y pongo mis manos en las rodillas. Estoy nerviosa, no voy a mentir.
—Ya regreso—Avisa mientras lo veo desaparecer en un pasillo que seguramente lleva a su habitación.

Logro sacarme de la cabeza lo que opino tras pensar en como será estar en su habitación. Miro encantada la hermosa ciudad en la que me encuentro. Me recuesto un poco para relajarme. Ya está anocheciendo. Siento mi bolso vibrar mientras veo que él regresa. Lleva puestos unos pantalones de tela deportiva negro con una camiseta de mangas cortas color azul claro. Esta deja ver perfectamente su trabajado cuerpo, y sus fuertes brazos.  Lleva los pies descalzos, lo que le da un toque de gracia a su apariencia varonil. Lo observo de arriba a abajo, como desnudandolo con la mirada, cuando recuerdo que mi móvil estaba devolviendome a la realidad.

Miro la pantalla y es quien me temía, Jared. Cuando estaba a punto de colgar, observo a Ciro que me hace un gesto con la mano para que atienda. Insegura de lo que estoy haciendo, descuelgo y poso mi celular en la oreja.

  —Hola...

— Hola princesa. Te escribí pero no me has respondido.
— Sí, es que estuve ocupada con algunos informes.
— Siempre pensando en trabajo—Ríe— ¿Quieres que vaya a visitarte? Podríamos divertinos con Sara.
— ¡No! — Dije eso más obvio de lo que me hubiera gustado.
— ¿Por qué?— Pregunta sorprendido.

— Ya sabes lo que pasa cuando vienes, no puedo concentrarme.—Miento, haciendome la coqueta.

Miro por el rabillo del ojos a Ciro, quien hace como que no escucha.
—Te extraño bonita. Dime entonces cuando estés desocupada.
  —Yo también—Digo con aire de culpa. Quiero mirar a mi acompañante de nuevo pero no me atrevo— Te avisaré en cuanto pueda.

— De acuerdo.

— Jared.

— Yo también.

Corto la llamada con una sonrisa en los labios y un dolor en el corazón. 

  — Así que Jared—Confirma mientras se sirve un vaso de whisky, con una media sonrisa en los labios— ¿Hace cuánto están?
— Unos meses—Sentencio rápido.— Si no te molesta no quiero hablar sobre él.

— ¿Lo amas?— Pregunta haciendo caso omiso a mi petición, mientras me ofrece un poco de su bebida.
— Sí— Afirmo mientras muevo mi cabeza negando lo que me ha ofrecido.

De repente el posa una mano en su barbilla, como intentando entender lo que pasa por mi cabeza. Realmente ni yo se lo que pasa, así que él tampoco lo sabrá.

De pronto toma una actitud totalmente diferente, como para cambiar de tema. Pone música de ambiente en un reproductor que tiene a un lado de la tv.

Camina hacia mi dirección con cautela, para que no me sienta incómoda. Se sienta sobre un sofá que está justo en frente mio, mientras da un sorbo de su bebida.

  — ¿Qué te gustaría hacer?
No puedo evitar dejar escapar una sonrisa e inmediatamente mis mejillas se sonrojan, lo que hace que mire hacia cualquier otra parte con tal de que no note mi reacción. Esta pregunta es demasiado amplia para que la formule alguien con tanto sex appeal. 

Lo siento observarme detenidamente, y luego lo escucho sonreir.

  — ¿De qué te ries? Te dije que no haremos nada que no quieras.
— No puedes simplemente hacer como que no he hecho nada, ¿No?
— No—Responde— No contigo cerca.
— ¿Y a ti que te gustaría hacer?— Lanzo nuevamente sin pensar. Por un momento me siento victoriosa al notar la seriedad en su rostro y haber podido esquivado sus sinceras respuestas, pero inmediatamente cambio de opinión cuando lo noto sonreir nuevamente, esta vez mostrando sus perfectos y blancos dientes.

  —¿Que qué me gustaría hacer?— Sonrié aun más— Bien. Primero me acercaría a tu lado y me sentaría en el respaldo del sofá, para tomarte de la barbilla desprevenida y besarte hasta que pierdas la desencia. — Posa su mirada en mis labios— Luego si veo que el sentimiento de deseo es correspondido, me arrodillaría y me colocaría entre tus piernas para poder acariciarte la cintura mientras beso tu estilizado cuello. —Estas declaraciones comienzan a ponerme febril, mientras sus ojos van posandose en cada lugar que mencionan sus apetecible boca— Si este contacto te agrada, mis labios se desplazarian lentamente hasta encontrarse con tus pechos, para pasar la lengua lentamente por ahí, y con mis manos sacarte sin que te des cuenta cada prenda que llevas puesta. — Mi respiración se vuelve cada vez más rápida— Me perdería en ese lugar, te acariciaría despacio para luego apretarlos y sentir algún que otro de esos pequeños gemidos que largas cuando hago eso. Besaría tu vientre como nunca nadie lo ha hecho. Colocaría una de mis manos detrás de tu espalda, mientras te siento aquearte de placer.— Necesito sentirlo cerca, no puedo luchar más— Iría desplazando una de mis manos lentamente hacia en medio de tus piernas, para hacerte vibrar. Me deleitaría solo con verte gozar con mis manos, con mis caricias, con mis besos, aun sin tener ningún tipo de contacto carnal físico, porque ya no se que rondaría por tu mente.

  —Ciro.
— ¿Qué?—Responde con su respiración agitada.
— Hazme tuya. 

Amor DescartableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora