Capítulo 9

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Cuando entramos al restauran, no pude retener un "wow". Era magnifico. El lugar más lujoso que mis sucios pies hubieran podido pisar. Afuera, justo al tiempo de que entrabamos al lugar, comenzó a llover como si el cielo fuese a caer. Parece que por fin una buena para mí.
Cuando estoy entrando, un señor de traje completamente negro se me acerca.

— Señorita, sin reserva no puede entrar aquí.
Ciro da una gran sonrisa.

— Hombre de negro, hace cuanto que no te veo.

El mozo inmediatamente ignora mi presencia. Por unos segundos pensé en escabullirme mientras estaba distraído para entrar a la cocina, devorar todo y huir.

— ¿Ciro? ¡No puede ser! Hace cuanto que no vienes. Tu novia ha cambiado de aspecto.

Me mira con una sonrisa burlona en el rostro.
Ciro abre sus ojos hasta casi parecer que se le van a salir de las órbitas.

— ¿Qué? Ella no es...

— No, no es. Había olvidado también porque habíamos discutido la ultima vez, y porque deje de venir a este lugar.

— Oh vamos hombre, no te lo tomes mal. Fue solo una broma. Pasa, mi mejor mesa para ti y la señorita.

Que tipo tan desagradable. Quiero irme de aquí cuanto antes.
El lugar tiene una decoración digna de una mansión. Hay acuarios simulando paredes, una fuente enorme en el patio y estatuas con formas extrañas. Demasiado para mi gusto.

— Son feas, ¿no?

— Tienen su encanto.

Ciro se queda mirándolas.

— Me gusta cuando eres sincera, así que nunca me mientas. Yo me doy cuenta de todo.

No sabe lo peligrosas que suenan esas palabras en su boca. Si tan solo supiera los pensamientos indecentes que se me pasan por la cabeza cada vez que estoy con él.

— Así que voy a repetir la pregunta, son feas, ¿no?

Rio al ver el tono serio de su cara.

— ¿De qué te ríes?

— De que te lo has tomado muy en serio. Y si, son feas. Pero no mentía cuando dije que tenían su encanto.

— Casi parecidas a ti, solo les falta la belleza.

Me sonrojo ante estas palabras. Hace mucho me hace falta un hombre como el en mi vida.
Cuando nos disponemos a sentarnos, hacemos el pedido y me doy cuenta de que no se que hablar con el. Tanto tiempo esperando este momento, para estar sola con él, que no sé qué decir.
Ciro se toca la barbilla como si estuviera reflexionando sobre algo.

— Disculpa mi actitud del otro día en el bar. Vi al tipo que te besaba, y yo no quise interrumpir, así que pensé que sería mejor irme.

— En realidad, si te hubieras quedado, hubieras visto mis delicadas manos estampar una bofetada en su mejilla. Él me tomo por sorpresa, yo no quería besarlo.

Deja automáticamente de hacer el movimiento de tocarse la barbilla, y abrió la boca en una gran O. Luego se serena, y vuelve a su actitud relajada.

— Lo siento. Y siento no haberte dicho quien soy realmente. Tu amiga se encargo de contarlo con lujo de detalles. No voy por la vida diciendo quien soy sabes, no soy así. Me hubiera gustado ser como soy ahora en lo que hago pero quitando esa gran fama que la tv e internet me han creado al rededor. Soy más sencillo de lo que puedo parecer.

— Y más enigmático de lo que uno se puede llegar a imaginar.

Llega la comida. Me pedí algo ligero, no puedo pedir una gran porción de hamburguesa con papas frente a el. Por el momento tengo que guardar los modales.

— ¿Tienes familia aquí?

— No, soy la única que vino en busca de nuevos aires. Allá todos están muy cómodos. Siempre fui la favorita en mi casa, por eso todos se sorprendieron cuando partí repentinamente.

— Entiendo, pero a veces uno debe buscar lo mejor para uno.

Una tristeza toma posesión de mí. Es notorio, no puedo ocultarlo.

— ¿Dije algo malo?

— No, no. No me gusta hablar de mí, hablemos de ti. ¿Cómo es tu vida?

— Aunque no lo creas, no me lo paso enfrentando taxis accidentados y pidiendo el numero de señoritas indefensas. Trabajo todos los días, de vez en cuando visito mi antigua casa de cuando era niño. No tengo familia, mi familia es mi trabajo y mis seres queridos.

Esta conversación me toma de sorpresa. El parece tener todo resuelto en la vida. Sin embargo no es así.
Mi teléfono comienza a sonar, es Jared. Cuelgo la llamada, incómoda. Pero él no para de llamar.

— Puedes atender si quieres.

— Pero no quiero.

Terminamos y salimos del lugar, aun llovía. Nos quedamos esperando bajo el techo del escaparate, a ver si la lluvia cesaba.

— Te ves increíble.

¿Que hice? Hable sin pensar. ¿Desde cuándo hago estas cosas? El parece tan sorprendido como yo.

Se sonríe de lado.

— ¿Y de cerca cómo te parezco?

Me toma por la cintura y esta a punto de besarme cuando de repente...
Una ráfaga de viento hace volar una cinta que tenia atada a mi cabello. Me di vuelta para agarrarla, cuando siento las manos de Ciro tomarme desprevenida por la cintura, nuevamente.

— Hoy no te escaparás.

Y me besó. Sentí sus labios sobre los míos, sus fuertes manos rodear mi cintura. Su aliento tan agitado como el mío. Lo único que sentí en ese momento fue deseo. Lo deseaba, con toda mi alma.
Pero, había algo que no estaba bien. Algo no cuadraba. No sentía mariposas. No sentía que quería estar con él para siempre. No sentía que me gustaba. No sentía ese misterio que me hacia sentir antes de este momento. Yo... No sentía nada. Solo sentía... deseo. El no me gustaba, no me hacia volar la cabeza. No me enamoraba.

Ese beso que debió haber sido mágico, arruino todo en un abrir y cerrar de ojos. Rompió el encanto. Y como si él lo percibiera, me besaba más apasionadamente, mientras yo solo... Besaba, vacía. Sin nada en mi interior mas que deseo.
Fuimos hasta mi casa, él quiso parar, quiso explicar que no quería ir tan rápido. Pero a mi no me importaba, solo quería hacerlo con él, quería hacerlo. Y lo hicimos. Nos quitamos todo lo que hubo que quitarse. Acariciamos cada parte del cuerpo del otro con una pasión y dulzura increíble.
Lo hicimos muchas veces, y fue genial. Nadie, ni siquiera yo podrían explicar lo genial que fue. Tuvimos sexo, y no me quede dormida en su pecho. Él se durmió abrazado a mí. En cuanto percibí que estaba profundamente dormido, busque algo de beber, fumé, y me dormí de espaldas a él.

Amor DescartableWhere stories live. Discover now