Capítulo 1

827 56 14
                                    

Domingo por la tarde, los domingos me deprimen. No entiendo porque elegí justo este día para mudarme.
Hola, no les hable de mi todavía. Mi nombre es Sofía. Estoy mudándome en este instante a una ciudad con tantos edificios como personas. ¿O tantas personas como edificios?... En fin.
Estoy jugando al Candy Crush para hacer el viaje mas llevadero. Nunca he viajado en avión, pero tampoco me emociona la idea. Es lasegunda vez que lo hago, y hasta tengo la impresión que no sera la última. Mientras me pierdo en mis paradojas, llega un mensaje de Mia.
—"¿Qué tal señorita ciudad? ¿Algún asistente guapo por ahí?"

Río mirando mi teléfono. Mia es una amiga de hace años, muy amable. Es del tipo de chica decidida. Siempre recurrí a ella cuando necesité algún consejo. Es la única persona con la que puedo hablar por ahora, y la única que todavía está ahí para mi...
"Si veo a alguno por ahí te envío una foto. Por ahora tendrás que conformarte con una mía."— Respondo, largando un suspiro.
Observo por la ventanilla el bello paisaje que tengo en frente. Jamás imaginé ni en mis mejores sueños tener una vista así, supongo que me iré acostumbrando.

Nunca te aclimatas al campo a pesar de lo que dicen todos, no funciona para mi. Es tan simple como eso. Mi madre siempre dijo que uno ama donde nace y si, amo donde nací, pero nunca me sentí parte de eso realmente.
Es triste pensar en las caras que deje atrás al partir, pero tenía que hacerlo. Tenía mucho que dejar, mucho por descubrir y sobre todo...mucho por olvidar.

Doy una ojeada rápida a ver si hay algún candidato digno de mostrar a mi amiga, pero nada. A esta hora solo viajan hombres con perros o esposas. Debería haber elegido viajar más temprano. Quizás los hombres que están disponibles madrugan.
Cierro los ojos un momento tratando de despejarme. Lentamente el sueño se apodera de mi y duermo algunas horas para calmar mis ansias.
De repente siento una mano posarse en mi hombro, lo que me hace despertar sobresaltada.

—Buenas noches señorita, es mi deber comunicarle que estamos por descender.
— ...
—Disculpe las molestias.

Era la azafata. Quizás su intención era ser amable, pero no me tomó con los mejores ánimos, odio que me despierten. Debió haber visto la molestia de mi rostro. No suelo tener mal genio, pero hoy particularmente estoy bastante nerviosa.

Termino de caer en que estamos llegando. Reviso que todo esté en orden, móvil, bolso y demás objetos personales. Hago fila para ir bajando del transporte. Aun sigo un poco adormecida. Cuando el viento del exterior rosa mi rostro, me termino de despabilar. "Que sensación tan agradable" pienso, con una sonrisa en los labios.
Una vez abajo, camino sin mirar atrás. Luego reflexiono, y me detengo un momento para sacar una fotografía. Al voltearme, me sorprendo. Es que realmente somos tan pequeños, ¿O el avión es inmenso?.

Hago todo los trámites correspondientes, y busco mis maletas Conoceré mi nuevo departamento, no puedo creerlo. Esto es un sueño del que no quiero despertar. 
Salgo afuera de la terminal para ir a localizar un taxi. Todos los que pasan por el momento tienen el cartel de "ocupado" en el techo. A lo lejos logro visualizar a mi salvador, el primero que está vacio y me dispongo a hacer todo tipo de señas para que sea a mi a quien atienda, y no a alguno de los tantos pasajeros que salieron en busca del mismo servicio. Para mi fortuna logré llamar su atención, coloqué mis pertenencias en el la ventanilla veo a la gente pasar. En un día frío como hoy, es increíble ver peatones transitando tan tranquilamente por la calle.
El coche de un momento a otro se detiene en el semáforo. Me perturba un poco la manera de manejar de mi chofer. No concuerda con esta gran y pacífica ciudad, el aura que emana el lugar hasta me resulta irreal. Incluso el hombre que me encuentro mirando desde una esquina parece irreal.  Por Dios, parece salido de un cuento. Si Mia lo viera creo que...
—¡¿Qué ha pasado?!—Sobresaltada, grito mientras un impulso que no puedo controlar me mueve hacia delante repentinamente.

Miro a mi alrededor, todo pasa muy rápido. En un abrir y cerrar de ojos estuvimos a punto de chocar contra otro taxi, digo a punto porque por unos milímetros no nos ha tocado. Solo que ahora hemos atascado todo el tránsito.

Quedo en shock durante algunos minutos, mientras observo a la gente aglomerándose a nuestro alrededor. Todos observan con curiosidad hacia nuestra dirección pero nadie se atreve a acercarse.
Miro a través del vidrio en busca de ayuda, pero todos parecen ignorarnos. A pesar de haber tanta gente, lo único que hacen todos es mirar. Algunos al pasar dirigen su mirada para curiosear, y siguen su camino.
—¡¿Es que usted esta loco?!—Chillo al chofer. Fue lo primero que se me ocurrió decirle.

—¡Esto pasa todos los días!—Responde exaltado.— ¡Es normal aquí!
Es curioso, pero no me había percatado de lo tranquilo que él se veía antes de que lo sacara de quisio con mis reclamos. De repente, siento una presencia a mi lado.
—Desgraciadamente es verdad.
Mi corazón da otro salto, si sigo así moriré por tantas emociones juntas en un día.
El hombre con el que me distraje antes del accidente se acercó a nosotros. Me pregunto si se habrá percatado de mi mirada.
—Eh..Yo...
—¿Se encuentra bien?—Pregunta sin tapujos, con aspecto preocupado. Este gesto me llena de ternura, a pesar de que sea un extraño.
—Creo que sí.—Contesto tímida.
—¿Quiere que llame a emergencias?—Hace una pausa, se toca la cabeza con las manos, como corrigiéndose mentalmente—Disculpe, eso no se pregunta. —Saca el móvil y hace un gesto para que lo aguarde un minuto.
Mientras él se encuentra  llamando a una ambulancia, me tomo el tiempo de procesar lo que ha pasado. Controlo que todo esté en orden, reviso mis brazos y piernas, pero no tengo ningún raguño. Solo ha sido un susto.

—Listo. Estarán aquí en cinco minutos—Afirma gentil. Me da una sonrisa de lado, lo que torna su rostro extremadamente encantador. Tiene unos ojos grises increíbles, su cabello es color castaño y hace resaltar su tez blanca con un ligero bronceado. Tiene la altura perfecta, ni muy alto ni muy bajo. Viste como si fuera alguien importante, con traje, camisa y zapatos impecables.
—Me llamo Ciro, ¿Su nombre es?
—Sofi. Digo Sofía. Es decir me llamo Sofi, pero puede decirme Sofía.— Termino de caer en cuenta de lo que acabo de decir.—Disculpe, estoy un poco nerviosa.—Me excuso, al ver el en sus facciones un rastro de asombro mezclado con simpatía.

Se escuchan bocinazos, no me había dado cuenta pero atrás hay una multitud de autos que si no nos corremos en cualquier momento nos matarán. Aquellos sonidos me devuelven a la realidad.
—Bonito nombre. —Me hace este cumplido y luego se acerca más a la ventanilla para tenerme de frente — Si alguna vez necesita algo más que una ambulancia, tomo café todos los días en aquel bar de la esquina.
Justo cuando estaba por responder, escucho al taxista golpear la puerta al salir, y de inmediato comienza a discutir con otros conductores.
Mi llegada a la ciudad se puede decir que no paso para nada desapercibida.

—No le he agradecido aun. Gracias, usted ha sido muy amable, aunque no tiene porque preocuparse. Quizás algún día me pase por ahí.— Sonrío mientras trago saliva. La presencia de este hombre imponente, mezclada con la adrenalina de hace un momento tornan la situación un tanto extraña para mi—Un gusto.—Son las últimas palabras que atino a decir.

—El gusto es mio.—Replica, con aspecto coqueto—Y no se ponga nerviosa, yo a usted también la estaba mirando.—Lanza, seguido de una última y misteriosa sonrisa, mientras se voltea y camina para luego perderse entre la multitud.

Amor DescartableWhere stories live. Discover now