LUNES 1

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En su cuarto mirándola. Era todo lo que yo quería en esta vida, Callie.

-Te perdono, pero por favor no me pidas más perdón. Sé que lo hiciste por mí y eso solo me hace quererte más. Siento haber tardado tanto en darme cuenta, de verdad que lo siento muchísimo.- Ella iba negando con la cabeza, sabía que no estaba de acuerdo, pero en ese instante me daba igual.-No por favor, está bien. Sigo queriéndote. Mentira, te quiero más, cada segundo que pasa te quiero muchísimo más que el anterior.

Y me besó, le devolví el beso. Y en ese instante morí, no literalmente, pero pillé la señal. Todo en mi vida había cobrado sentido y no había más preguntas que buscar. Allí mismo la tenía y podía irme a cualquier lugar con ellas. Podría explicar el beso, pero no lo habría hecho bien. Era demasiado perfecto, mejor que eso. Era una felicidad momentánea pero extrema, sería el mejor momento, minuto o conjunto de segundos de mi vida. Me llevaría ese recuerdo a la tumba, esa pizca de valentía era todo lo que necesitaba para seguir adelante.

-¿Te puedes quedar a dormir?- Asentí.

Me había ido en cuanto Callie se había dormido. Yo no había pegado ojo, mi corazón palpitaba más vivo que nunca. Estaba encerrado en el baño. Estaba todo rojo, pero la sangre no era mía. No sabía cómo había ido todo. Había llegado a casa y todo era un caos de movimiento, metálico y mi padre y mi madre. Cuando me había encerrado en el cuarto, me había mirado en el espejo. En el armario estaba el pote de Callie, el que le había cogido hacía mucho tiempo atrás.

Ahora estaba tumbado en la bañera, tenía los ojos cerrados. Todo estaba muy lejano a mí. Oí unas sirenas demasiado lejanas. Algún que otro grito y quizá me llamaban a mí o quizá a otro. Pero no me importaba. En mi cabeza solo sonaba una voz masculina que me sonaba demasiado pero ya no tenía la capacidad de recordar de quien era: << Lo mejor que podrías hacer es suicidarte. Espera, eres demasiado cobarde hasta para eso.>> Pero ahora me daba igual lo que dijese mi padre porque tenía la suficiente fuerza y valentía para seguir adelante. Alguien empezó a golpear la puerta, pero lo último que escuché en mi cabeza fue: <<Porque te quiero, Alex.>>


Alex no estaba a mi lado cuando me desperté, aun así sonreí. Miré el móvil, eran las 5 de la mañana, no sabía porque me había levantado. Encendí la luz y escuché el teléfono fijo sonando. Encima del escritorio había la carta. La cogí, era un sobre azul. En él estaba escrito para Callie y mi nombre en negro. Sonreí, lo giré y en el reverso ponía: de Alex y su nombre de color verde. Estaba a punto de abrir el sobre, me di cuenta de que el teléfono no sonaba. Oí voces abajo. Dejé el sobre en la mesa, abrí la puerta y vi a mi madre hablando en el piso de abajo. Se giró para mirar hacia mi cuarto. Cerré la puerta y me metí en la cama. Mi madre se movía muy despacio, sabía que estaba despierta, pero agradecí que hiciera ver que no. Lentamente me moví y la miré a la cara, aunque estaba a oscuras, sabía que algo no iba bien

.

-¿Mamá? ¿Qué pasa?

-Es...- Su voz se rompía, y sabía que lo que iba detrás era peor. Cerré los ojos fuertes esperando a que mi madre siguiese. Estaba rezando para que no dijera lo que estaba pensando.- Es... Alex... Lo siento cariño.

Y con ese cariño intentó arreglarlo. Sonó como cuando a un niño pequeño no le trae Santa Claus su regalo favorito. Mi deseo no se había cumplido y mi madre estaba allí para arreglándolo, aunque ya nadie pudiese.

Y mi corazón se rompió ¿Qué se hace cuando alguien pierde el Sol? Nadie lo sabe porque el Sol sigue brillando, pero yo había perdido el mío.

Atentamente, tu Alex || en corrección ||Where stories live. Discover now