DOMINGO 15

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- ¿No te encanta ir en metro?- Le pregunté.

- ¿La verdad? - Asentí. - A veces. Tampoco sé que estamos haciendo aquí.

-Fácil. Vamos a coger el primer tren que venga. Nos vamos a sentar y observaremos.

- ¿Hasta?- Al principio pensé que no le encantaba la idea.

-Hasta que nos aburramos. Vamos a hacer la línea entera. - Sonrió. Su sonrisa era demasiado bonita. Le devolví una sonrisa, pero no una sonrisa, mi sonrisa para Alex. Mi sonrisa para mi Alex, con el paso de los días estaba empezando a entenderle, tenía algo especial y como consecuencia se le tenía que tratar diferente. Intentaba ser dulce, delicada con mis palabras, era como una figurita de cristal que con solo el sonido de las palabras puede romperse.

-Me gusta el plan.- Cedió, quizá por mi o quizá porque realmente le gustaba la idea.

Entramos. Por suerte a las diez y media no había mucha gente. Nos sentamos en el banco. Por un momento esperé que no entrara alguien a quien tuviésemos que ceder el sitio. No es que sea ese tipo de persona, pero Alex era imponente y a su lado de pie aún más. Yo a veces también era de cristal junto a él, pero hacía ver que no porque si yo me rompía,... aunque alguna vez lo había hecho o intentado. Intentar romperse como un cristal no es fácil.

- ¿Y cuál es la idea? - Me susurró al oído.

-Jugar. - Le contesté.

- ¿A qué?

-A observar. Se trata de observar a la gente. Quédate con el mayor número de caras y ganarás.- Improvisaba porque no sabía muy bien que hacer, simplemente quería cambiar y ese día llovía y no se podía estar en el parque. Y por querer impresionar estábamos encerrados en un vagón.

- ¿El qué?

-Una sonrisa, esa sonrisa de cuando te encuentras a alguien que viste una vez en el metro y pensabas que no lo harías más ¿No te ha pasado nunca? Un día que vas en el metro o por la calle y te quedas con la cara de alguien y luego lo ves quizá horas o días después y te acuerdas de él y sonríes. Cuando me pasa me siento orgullosa, no sé por qué porque en si no es nada. Tampoco significa que tenga buena memoria porque no es así, si tuviera buena memoria no me dejaría las llaves en casa o sacaría mejores notas o...- Lo miré de reojo, me estaba escuchando, pero no me miraba, estaba conmigo, pero no le sentía.

Aprobó el juego. La primera gente entraba. No había dos personas iguales ni que fuesen gemelos. Había el típico que leía el diario del tío de su lado. El que cantaba en silencio la canción que se reproducía en sus auriculares con todos los instrumentos. Los extranjeros. La pareja enamorada. El grupito de amigas que reían a carcajada limpia. Los que iban dormidos. Los que tenían prisa. Los hombres y mujeres en traje, bañador o tan solo para ir a la calle.

Observar, ese era mi objetivo. Tanta gente que mirar. Pensar que nunca volverás a verlas, eso es sorprenderte. Miles y miles de personas cogen el transporte público, sin embargo, es difícil encontrar a las mismas personas del primer día.

-Me tienes que contar las reglas para poder jugar, ya que, aunque el premio no sea muy convincente, no quiero perder así que me gustaría que me explicaras como va porque tienes esa arruga entre la frente que indica que estás concentrada. Shh... No digas nada sobre tus arrugas y cuéntame.

-Bueno, yo cuando juego sola, pues miro a alguien y me invento una historia, muy corta sobre su pasado o que está haciendo o de donde viene y esas cosas. El que sea más original gana. Te parezca bien o no, se juega así.- Asintió.- Ah y cuando tengas a alguien me lo señalas y me lo cuentas y luego me toca a mí. No porque lo digas antes será mejor.

Atentamente, tu Alex || en corrección ||Where stories live. Discover now