DOMINGO 26

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Todo hacía mucho ruido. En casa de los Martins había demasiada hormona suelta. Olía a sudor, alcohol y a drogas. Un ambiente en el que no solía juntarme, no después de todo. Respiré hondo y tosí. Quizá no era la mejor respuesta que esperaba de mi cuerpo, pero al fin y al cabo fue una respuesta de repulsión, que quizás, es lo que esperaba.

La busqué por toda la planta baja y no había nadie, así que decidí ir hacia su cuarto. Me encontraba delante de su puerta, la última vez que estuve ahí ella estaba con David. Y realmente, muy profundamente, era lo único que no quería encontrarme, de verdad que muy profundamente. Abrí la puerta y entré.

***

Eran las doce. Habíamos quedado en que llegaría a las doce. Había una multitud de gente que realmente no conocía de nada. Todos habían venido por mi hermana, pero en realidad, a esas alturas ya me daba igual. Ella era feliz en ese mundo de gente falsa. La cual la mitad de gente que había solo quería un lio con ella. Incluso las chicas. Decir que habían estado con ella era algo extremamente genial, aunque, desde mi punto de vista, no era nada del otro mundo. Aunque nunca habíamos tenido una gran relación. En realidad, no era del todo cierto. Nos llevábamos realmente bien hasta que llegamos a la pubertad.

A ella, le vino la regla antes. Siempre ha tenido más pecho que yo. Siempre ha sido la deportista. La guapa. La preferida. La mejor. La popular. La todo. Y yo, en fin, lo contrario, lo que queda. Eso era yo. Y todavía sigo siéndolo. Todavía sigo siendo la que no hace deporte, la que saca buenas notas, la que tiene cuatro amigos de verdad y no cien de mentira, la teñida, la que quiere ser diferente, la no guapa, la de tetas pequeñas. Y todas esas cosas que mi hermana no es, pero por mala suerte somos gemelas. Pero en realidad la quiero, probablemente demasiado, y ella me quiere.

Conseguí llegar hasta el comedor, pero no lo había encontrado. Volví a salir al jardín y no había rastro de él. Suspiré. Me senté en el césped. Sabía que estaba, eso esperaba y confiaba en que estuviese allí. David se sentó a mi lado.

-¿Lo estás esperando?- Asentí.- Lo he visto antes, estaba yendo para tu cuarto. A lo mejor ha pensado que nos encontraría allí.

Le di un beso en la mejilla y me fui. Esperaba que no hubiese ido allí por eso. No quería que fuese a mi cuarto pensando que me encontraría con David. No era posible, no después de tanto tiempo, no después de seis meses, no después de haberle conocido. Y cada vez, por cada vez que respiraba más rápido iba, corrí lo más rápido que pude, incluso más. Empujé a todo el mundo que se encontraba en mi camino y llegué. Llegué a mi cuarto y abrí la puerta sin pensármelo dos veces.

            Y allí estaba, se giró y me miró. Parecía cansado, realmente muy cansado. Pero poco a poco sus ojos se iluminaron. Me hizo ser feliz, entonces comprendí lo que me había dicho. En ese momento quizá no lo hubiese visto tan claro, pero ahora sí. Quizá yo fuese su salvavidas, pero él era el mío sin dudarlo. Me senté a su lado en la cama y no dije nada. Solo esperé a que él empezara.

-¿Alguna vez te has sentido identificada con algún personaje?- Negué con la cabeza, quizá algún día sí, pero no me acordaba. Jamás había pensado en ello, no le había dado tanta importancia.- Yo sí, realmente creo que si hubiese sido chica sería como Effy. De Skins, ¿Sabes que serie es?- Volví a negar con la cabeza.- Pues deberías verla, de verdad que es genial. Son unos adolescentes perdidos en la vida, que están solos en el mundo. Sus padres no son de ayuda, más bien un estorbo. Solo se tienen a ellos.

Nos quedamos durante un tiempo en silencio. Tenía que saber cómo era esa tal Effy. En realidad, me temía lo peor de esa chica. Si Alex se sentía como ella, sabía que no podía ser bueno. Me dejé caer sobre la cama y él hizo lo mismo.

-Toda esa gente ha venido por mi hermana.

-¿Y?- Me encogí de hombros.- Yo he venido por ti y seguro que David también ha venido por ti. Me he fijado en la gente que había allí. He visto mucho de ese tipo. Probablemente ni supieran quien es tu hermana, solo están ahí porque hay una fiesta.- Abrí la boca y supe que él sabía lo que iba a decir.- Antes era como ellos. No hay nada mejor que el alcohol y las drogas para saciar el dolor, la tristeza, el sufrimiento, yo, para saciarme de mí.- Pero él no recordaba que lo había visto en sus peores momentos, o quizá solo hacía ver que no había pasado o quizá solo era un recuerdo más de esos momentos más oscuros.

-Y ahora, ¿Por qué no te drogas, por qué no bebes?

-Porque he encontrado algo mejor.- Yo. Silencio.- Alguna vez has tenido tanto dolor que te has cuestionado si seguir o abandonar.- Negué con la cabeza.- Entonces, nunca entenderás a gente como yo.

Algo se rompió dentro de mí, solo quería comprenderlo. Solo quería que me quisiera. Solo quería que no se fuese. Solo quería tenerlo a mi lado, como ahora mismo.

-Te he traído algo.- Se giró y me tendió un CD y un sobre azul.- Creo que tu color favorito es el azul, además no tenía sobres negros. El CD contiene las mejores canciones de la historia, espero que te sientas identificada con alguna de ellas. Yo lo hago.- Decidí abrir el sobre.- No, no puedes abrirlo ahora. Tienes que esperar, cuando el momento llegué, cuando estés lista lo leerás y lo entenderás todo.

-¿Pero cómo sabré que es el momento adecuado?

-Porque lo sabrás. Confía en ti. Yo confío en ti.

Y eso haría, dejé el sobre en el escritorio y puse el CD. La primera canción sonó y empezamos a bailar. La música del exterior se ahogó entre la nuestra y la verdadera fiesta empezó.

Atentamente, tu Alex || en corrección ||Where stories live. Discover now