44. Seductora.

11.4K 534 29
                                    

Les presento al nuevo actor que estaría siendo Liam Johnson, siento que Zac se adecua más a las características que buscaba.

-Señor Callini, ¿puedo hablar un momento con usted en privado?- Mi pregunta sorprende un poco a mi jefe, pero accede y nos dirigimos a su oficina, Brenda esperará afuera.

-¿Qué sucede muchacho? No pareces feliz, es una gran oportunidad.- Si tan sólo supiera lo que está diciendo.

-Lo sé señor, pero yo, yo no creo...yo no puedo hacerlo...

-Muchacho, te seré honesto, vi la forma en la que ella te ve, y créeme que sería una buena oportunidad para ti lograr algo con ella.

-Señor, no es eso...

-Te pones nervioso con ella, por algo ha de ser- Si tan sólo supiera la razón -Aprovecha la oportunidad muchacho.

-Pero señor- Ruego para que se niegue y me deje mi trabajo de recepcionista, no quiero estar a disposición de ella, entre más lejos mejor y esto es lo opuesto a lejos.

-Además, ella es importante para esta empresa y si para mantenerla contenta, tengo que ponerte a ti como su asistente, lo haré, es todo lo que diré. Ahora, saldremos afuera y fingirás estar feliz con el hecho de trabajar para ella.- Ni modo, no hay remedio, esto no me gusta en lo más mínimo, siento como la tensión empieza a aumentar y mi respiración se acelera, tengo que descargar mi frustración y enojo de alguna manera.

Hago lo que el señor Callini me pide y en cuanto Brenda se va, me voy al baño, meto mis manos bajo el chorro de agua y con mis manos, llevo el agua hasta mi rostro, respiro profundo, trato de calmarme, pero me es inútil.

Alzo mi mirada al espejo y veo el reflejo de un hombre cobarde, -Eres un imbécil Liam, un imbécil muy cobarde- Me digo a mí mismo en voz baja, y antes de hacer algo, salgo del baño, ya casi es hora de almuerzo, comienzo a sentirme mal, este asunto me está poniendo muy mal.

Decido irme a casa, no quiero seguir aquí en este momento. Cuando llego, no hay nadie en casa, que bueno, me voy a mi cuarto, tiro mi maletín en la cama y me tiro en mi cama.

Todo se amotina en mi mente, todo lo de esta maldita mañana me golpea justo en el pecho, mi estómago se retuerce, me siento impotente.

-¿Por qué quiere destruirme?- Me pregunto en voz alta.

-¿Qué rayos quiere de mí? ¿POR QUÉ NO PUEDE DEJARME EN PAZ? ¿POR QUÉ ME ODIA TANTO? ESTOY HARTO.- Comienzo a gritar, no puedo más con esto, un fuego recorre mi cuerpo, me siento mal, me siento de mala gana en mi cama.

-¡SAL DE MI VIDA BRENDA!- Grito con mis manos en la cabeza. Tiro mi almohada con fuerza contra la pared, le sigue una lámpara y un reloj. El oírlos estallarse contra la pared y caer en el piso, me van ayudando a desahogarme. Me levanto en busca de más víctimas de mi enojo; papeles terminan en el suelo, mi ropa de cama en el piso, estoy harto de toda esta maldita situación. Me dejo caer de rodillas en el suelo, y le dio de puñetazos al piso que está cubierto por una alfombra, uno tras otro con toda mi fuerza, mis lágrimas comienzan a salir una a una hasta que ya me calmé, respiro profundo y me quedo ahí, acostado en el piso. Me comienzan a doler mis nudillos y un ardor me hace verme las manos y...

-¡Fantástico! Te rompiste los nudillos idiota, y mira que bueno, fue en ambas manos, te felicito.- Me digo a mí mismo con sarcasmo. De verdad se ven realmente mal, me siento para ver la alfombra y me doy cuenta que la manche. Esto no luce bien, con la sangre y el desorden en mi cuarto, parece una especie de escena del crimen como en las series de investigación.

Me levanto despacio, me voy al baño y meto mis manos bajo el chorro de agua, el agua con mi sangre se va por el desagüe, se ven algo mal mis nudillos, pero nada que algo de alcohol, una crema y algo de gasa no alivie.

La Princesita de Papá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora