30

3.9K 583 146
                                    

—Eres un idiota—le dijo Martin caminando de un lado a otro luego de que Adam le contara lo que había sucedido el día anterior—. De verdad que lo eres.

—Oye...más respeto aquí por favor.

—No, es que ahhh—dijo y lo miró

—Yo te digo: sal con ambas para hablar. Y tú escuchas: besa a una como si no hubiese un mañana.

—Dione se irá.

— ¿Y?

Adam se quedó callado, no sabía siquiera qué decirle sobre ello.

—Dione se da cuenta que te gusta Billie y tú la besas para intentar qué—lo miró—. ¿Qué querías lograr?

Adam lo miró.

—Te estás comportando como mi hermana.

—Pues te aseguro que ella también te diría que fuiste muy tonto—le dijo y se sentó a su lado—. Por primera vez estoy del lado de Dione, ella quiere irse en buenos términos y tú te empeñas en forzar las cosas.

Ambos escucharon el toquido de la puerta, su mamá la abrió y asomó su cabeza para ver a ambos chicos.

—Dione está abajo—dijo—. Mmm, dijo que era amiga tuya.

Adam asintió y miró a Martin para pedirle que fuera con él. Ambos se levantaron y bajaron a la sala en donde estaba Dione sentada en uno de los sillones jugando con Suma. Ella volteó a verlos y les sonrió.

—Hola chicos—les dijo, Martin hizo una mueca y Adam se acercó a saludarla.

Que complicado era el amor, que complicado era él. No podía entender por qué se había empeñado en no terminar las cosas con ella cuando esta le dio la oportunidad de hacerlo.

— ¿Qué haces aquí?

—Quería leer tu libro antes de que me fuera a Asderma—dijo—. Quería ver de qué trataba; claro, si me lo permites.

Adam sonrió, no la había dejado leer su historia por mera vergüenza a lo que ella podría pensar, pero ahora, con un poco de más de confianza en ella (y en él mismo), creyó que sería una buena idea.

Los tres subieron hasta su habitación y Adam encendió el ordenador para luego buscar el archivo de la historia. Le pidió que se sentara en la silla del escritorio y dejó que leyera.

—No está terminado—dijo—, pero estas son las primeras páginas.

Dione asintió y empezó a leer, Adam se sentó con Martin en la cama y se dedicaron a observarla. Al menos Adam lo hacía, Martin parecía estar más pendiente de su celular que de lo que sucedía en la habitación.

¿Cuál es la probabilidad de que la chica de tus historias lea la historia que escribes de ella?

— ¿Crees en la magia Adam? —le preguntó ella al leer, volteó a verlo

«¿Hablas de la misma magia que te hizo salir del libro?»—pensó.

—Esto es magia—dijo—; lo que haces, es simplemente increíble. No te lo guardes nunca, permite que otros conozcan tu arte—mencionó y sonrió—. Cuando lo haces, es como si estuvieras haciendo magia; ella está presente siempre para enseñarte algo.

—Como las leyes de la vida—comentó Martin y Adam lo miró curioso, no sabía a qué se estaba refiriendo—. Son cuatro, aunque realmente no me las sé del todo.

—La número dos es mi favorita—intervino Dione—: Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido—citó—. Nada de lo que pasa en nuestras vidas podría haber sucedido de otra manera. El hecho de que yo esté aquí, de que Martin lo esté, de que tú escribas tu libro; pasa por una simple razón: aprender.

Adam alzó una ceja al no entender a qué se estaba refiriendo.

— ¿Por qué estás diciéndome esto?

Ella negó.

—Publica tú libro, Adam—le dijo—. El mundo lo necesita.

Ella miró su reloj de muñeca y sonrió.

—Ya debo irme, tengo que hacer unas compras con mi abuela—le dijo—. Deberías ir a Sunny Ice, y hablar con Billie—besó su mejilla y luego se despidió de Martin con un abrazo—. Tú sabes perfectamente por qué te lo estoy diciendo.

Se marchó de la habitación dejando al pelinegro con un suspiro sin soltar dentro de él.

Fuera De TextoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora