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Los jueves siempre eran aburridos para todos, porque estaban entre los miércoles mitad de semana y los viernes de relajo. Pero a Billie le gustaban los jueves porque era el día en el que Adam solía quedarse más tiempo en la heladería. Desde la caja podía observar cómo escribía, en todo el tiempo que llevaba conociéndolo, no había tenido la oportunidad de leer algo escrito por él y cada tanto se preguntaba sobre qué escribía.

Sabía sobre Dione desde el primer día, pero tenía la esperanza de que ella no fuese su centro de atención. Los escritores no debían hacer eso, ¿verdad? No debían permanecer en el mismo personaje siempre, podía hacerles mal.

Adam no se había percatado de la mirada de Billie pero sí de la que Dione le daba a un par de metros de él y estaba nervioso, en su cabeza permanecía la idea de que ella podía ser la misma Dione de su libro.

— ¿Escribes? —escuchó su voz haciendo que saltara de la sorpresa. Le dio una mirada y ella le sonrió.

—Algo así, planeo se escritor—le dijo—. Al terminar este libro tengo pensado mandarla a Juana Blanca, la editorial.

—Que interesante—respondió con admiración—. ¿Podría leer algo de lo que escribes en algún momento?

—Quizás luego, no estoy listo para mostrarlo—ella asintió y comprendió su timidez al respecto. Era común en los artistas sentirse un poco nerviosos o inseguros al mostrar algo de su creación.

—Sí, entiendo—le dijo y se pasó una mano por su cabello para acomodarlo, Adam la miró y sonrió. Si esa era la Dione de sus libros, definitivamente sería el chico más feliz de la ciudad.

Fue en ese momento que se percató de la mirada de Billie, estaba en la caja registradora detrás de la barra. No tenía a nadie por lo que se imaginó que estaba un tanto aburrida, pero prefirió ignorarla, no necesitaba meter a Billie en sus pensamientos, no luego de la confusión que ella le había dado al confesar sus sentimientos por él.

— ¿Nos vemos entonces este sábado? —le preguntó a Dione llevando nuevamente su atención hacia ella.

—Sí—sonrió ella—. Tengo una idea genial para pasar el rato—le dijo—. Ve a buscarme a tu casa, conseguí un lugar genial.

Se despidió de él y fue a atender otra mesa. Adam recogió sus cosas y las metió en su mochila para luego levantarse y caminar hasta la caja, Billie alzó la mirada y le dio una sonrisa tímida.

—Hey—dijo ella—. ¿Qué tal todo?

—Va bien, ¿y tú? —ella se encogió de hombros.

—Los jueves tenemos poca gente—dijo—. Me preparo para un día cansado mañana, y regresar a clases el lunes—rodó los ojos haciendo que Adam riera.

—Lo peor es de las vacaciones, es que luego de ellas vienen las clases—rió y Billie asintió estando de acuerdo—. Quiero disculparme por si he sido un idota.

—No lo has sido, ¿por qué lo dices?

—Sólo es lo que siento—dijo—. No quiero ser un idiota contigo, no quiero que nuestra amistad se arruine.

Billie negó.

—Ahí te equivocas Adam—le dijo—. Nuestra amistad se arruinó cuando te besé.

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#SabadoDeTexto

Fuera De TextoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora