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Adam entró a Sunny Ice más feliz de lo normal, miró a Billie que estaba atendiendo la barra y se acercó a ella.

—Hey—le dijo, Billie le sonrió.

—Hey—respondió—. Te noto resplandeciente hoy.

—Ayer estuve todo el día escribiendo, sin pausas, sin molestias y sin nada que no me gustase—sonrió—. Me sentí perfecto.

—Wow, que genial, me alegro mucho—dijo sincera—. Eso se merece un helado gratis.

—Yo lo pago—habló.

—No vamos a iniciar con esto otra vez—comentó—. De menta—dijo y tomó un cono para servirle una bola de helado.

—Gracias—dijo cuando se la entregó—. Te la debo—ella negó.

—No me debes nada, me gusta hacerlo—comentó. Dione apareció frente a ellos con una sonrisa en el rostro.

— ¡Hey! —le dijo a Adam para luego acercarse y besar su mejilla—. Me alegro que vinieras.

—Igual yo—respondió, Dione se alejó para continuar sirviendo las mesas.

—Salieron este fin, ¿verdad? —preguntó Billie—. Creo haber escuchado algo de eso.

—Oh sí, el sábado estuvimos en el parque, quería que la llevara a conocer la ciudad—comentó—. Nos encontramos a Bruno y Bianca.

—Qué lindo—dijo—. ¿Cómo te fue hoy en clases?

—Bien; bueno realmente no hice mucho hoy—rió—, ¿y tú?

—Estuvo normal, de ahí me vine para acá—explicó—. Solo quiero terminar esto para poder ir a la universidad—se rió.

— ¿Estudiarás música?

—Sí, quiero enseñarle a los niños. Los primero siete años son la base de nuestro aprendizaje, lo dijo la psicóloga de mi colegio—Adam rió—. ¿Tú te dedicarás a la literatura? —Adam asintió.

—Eso dice tanto tu nombre—rió Billie—. Cuando me dicen escritor, automáticamente pienso en ti. Todo lo que tiene que ver con ello, libros, historias, personajes, te apropiaste de ello. Es fascinante.

Dione se acercó nuevamente a ellos.

—Ya terminó mi turno—dijo—. Tengo que ir a casa a ayudar a mi abuela con unas cosas—miró a Billie y ella asintió.

—Vale, nos vemos mañana.

—Adam, quería saber si te gustaría ir mañana a mi casa. Mi abuela quiere conocerte.

—Ehh yo, claro—dijo el chico, Dione sonrió y besó su mejilla.

—Genial, nos vemos entonces mañana en la noche, chao—se despidió de ellos.

—Así que irás a su casa—habló Billie—. Conocerás a la familia, eso es importante.

— ¿Qué? —dijo alerta—. ¿Eso es malo?

— ¿Por qué sería malo?

—No sé cómo saludar, o sea, nunca había tenido que pasar por esto. Es como una invitación formal a conocer a alguien, no puedo sólo ir y decir hola.

Billie rió.

—Que la fuerza te acompañe Joven Padawan—sonrió.

Adam rió y la miró, estaba un poco despeinada por lo que se tomó el atrevimiento de inclinarse un poco a la barra y acomodar un poco los mechones sueltos que ella tenía. Billie lo miró sorprendida y eso le hizo darse cuenta que había sido un movimiento extraño.

No sabía por qué lo había hecho, pero prefirió ignorar cualquier idea que se le viniera a la mente de ello.

Fuera De TextoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora